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TIRANOSAURIOS

IR A HUELLAS DE DINOSAURIO

 

La visión de Phil Currie sobre los tiranosaurios asusta: hordas de monstruos que andaban juntos para matar juntos
Fotografías de Michael Sexton
SCOVER EN ESPAÑOL JUNIO 1999
POR JOSH FISCHMAN

ara entender por qué Phil Currie tiembla de agotamiento sobre un risco de este desolado paisaje canadiense mientras considera si se arrastrará hasta el próximo —a riesgo de deshidratarse— o si se regresará, basta con conocer una escena de su infancia: Tiene seis años y está sentado a la mesa de la cocina. Al abrir una caja de cereal de arroz, salta de ella un dinosaurio de plástico. Su imaginación se desborda, y en un instante el resto de la vida del pequeño Phil queda definido por estas criaturas a las que el hombre nunca vio. "Quedé fascinado", manifiesta. "Eran reales, no mitología. Y eran los más grandes, los más fuertes, los más veloces". Por eso está aquí, con la temperatura por encima de 40 grados Celsius, protegiéndose los ojos del sol con una mano y espantando moscas con la otra; estudiando estos parajes desolados y de rocas agrietadas de los badlands de la provincia de Alberta. Abre una bolsa de cuero y saca una foto tomada hace 90 años por otro cazador de fósiles. Mira a la siguiente cumbre; mira la foto; de nuevo a la cumbre. "No debes hacerlo", se dice. "Es una locura. Mejor te vuelves al campamento". El resto del grupo, incluyendo a su esposa, había regresado horas antes. "Estuve monologando conmigo 15 minutos", recuerda. "¿Debo hacerlo? ¿No debo? Por fin decidí que tenía que intentarlo". Currie creía que la siguiente cima valía la pena, porque por allí debía estar un casi olvidado yacimiento de huesos de dinosaurio. Y esos fósiles antiguos podrían respaldar su hipótesis de que carnívoros bípedos como el Ty-rannosaurus rex y elAlbertosaurus andaban en hordas, y que los más jóvenes propiciaban que las presas huyeran justo hacia las poderosas fauces de los adultos emboscados."Se tiende a creer que los carnívoros, especialmente los más grandes, eran animales solitarios", dice. "La idea de 10 o más tiranosaurios acorralándolo a uno inspira más terror que pensar en una sola bestia. Deben haber sido animales demasiado veloces y malvados".Quizás influye en la visión de Currie el hecho de que él mismo es muy ágil. A los 50 años, todavía disfruta hincando sus botas de alpinismo en la cumbre de un monte de arenisca de 60 grados de inclinación y más de 30 metros de altura, para luego deslizarse ladera abajo envuelto en una nube de polvo. Es un terco y recio aventurero que siempre continúa hasta el risco siguiente."Phil está motivado", señala Bruce Naylor, director del Museo Real Ty-rrell en Drumheller, Alberta, donde Currie trabaja como paleontólogo. Su esposa, Eva Kop-pelhus, especialista en paleobotánica, lo define con una palabra: resuelto."Me fascina el aspecto detectivesco en tratar de comprender algo que ya no existe", agrega él. "Y cuando se sufre esta penuria (sol, calor, lluvia, insectos, frío) uno aprende a apreciar más la vida". Particularmente formas de ella que se extinguieron hace millones de años.Atraído desde siempre por los dinosaurios, "tan dinámicos y variados", Currie está en el lugar perfecto en este relieve erosionado que corre hacia el sur desde Alberta hasta Montana y Wyoming. El área es una tierra prometida para los cazadores de fósiles en busca de tiranosaurios, incluyendo al T. Rex, de más de 12 metros y siete toneladas, y al Albertosaurus, de talla un poco menor. La región fue también el habitat del Velociraptor de afiladas garras y fisonomía de ave; de un antecesor del avestruz llamado Omithomimus, y del herbívoro con pico de pato conocido como hadrosaurio.La mayoría de las osamentas de tiranosaurio recobradas a través de los años en esta región estaban aisladas, lo que reforzaba el criterio tradicional de que eran cazadores o rapiñadores solitarios. Para demostrar lo contrario, Currie necesitaba encontrar algún yacimiento que le brindara pistas sobre la interacción entre los tiranosaurios, razón por la cual intentaba dar con aquel escurridizo risco donde anduvo merodeando en 1910 el paleontólogo Bamum Brown.Brown, a quien la prensa de principios de siglo llamaba "Mr. Bones" ("Señor Huesos"), descubrió en 1902 el primer Tyrannosaurus rex. En una de las expediciones patrocinadas por el Museo de Historia Natural de Nueva York siguió el cauce del río Red Deer a través de los badianas de Alberta y excavó una pequeña cantera en la falda de una colina. Allí recolectó huesos de lo que describió como tira-nosaurios jóvenes y un posible ancestro del avestruz. Quería regresar a la cantera, pero corriente abajo tropezó con un área tan densamente sembrada de huesos de dinosaurio que quedó ocupado varios años. Ese campo de búsqueda de fósiles, ahora conocido como Parque Provincial de los Dinosaurios, fue la fuente de muchos esqueletos que actualmente se exhiben en los museos del mundo.Durante una visita en 1996 a las colecciones del museo de Nueva York, Currie estuvo revisando el sótano en busca de los huesos que Brown recogió en la cantera. "Brown decía haber recolectado restos de tiranosaurios jóvenes y de ornitomímidos", señala. Tenemos escaso material de especímenes jóvenes, así que aquello me interesó". No esperaba una sorpresa. "Abrí una de las gavetas del tiranosaurio y me dije: '¡Hey, éstos no son de tiranosaurio! ¡Son ornitomímidos!' Entonces los comparé con los de otra gaveta y comprendí, No, éstos son de crías de tiranosaurio!' ".Aunque los dos grupos de animales están emparentados, los huesos de los ornitomímidos son más pequeños, y los maxilares no tienen dientes, característica que no es exactamente típica de los tiranosaurios.Más interesante aún: había tiranosaurios jóvenes y también adultos. Esa mezcla abría nuevas posibilidades. Se podía aprender de un grupo de bestias algo que para los paleontólogos siempre había sido elusivo: su vida social. La actividad, a diferencia de los huesos, no se fosiliza, pero si aquellas criaturas perecieron juntas, quizás también vivían juntas y Currie vio la oportunidad de conseguir pistas sobre la interacción de grupos."Sólo sabía que Brown no había podido desenterrar todos los restos y que debía haber más", recuerda. "Así que me dije que tendríamos que hallar el sitio".
Desafortunadamente, el "Señor Huesos" no le dejó a Currie muchos datos para continuar su obra. "Brown no era muy bueno tomando notas de campo y aquel año fue muy malo. Había perdido a su esposa, que contrajo escarlatina justo antes de que él iniciara su expedición, por lo que no estuvo demasiado concentrado".Pero Gurrie contaba al menos con dos fotos. Una era del campamento y la otra, del sitio. También, algunas vagas descripciones que Brown había hecho en cartas a Henry Fair-fíeld Osborn, su superior en el museo."Mi querido profesor Osborn", había garabateado en unas notas con el membrete de la institución, "por fin acampamos durante una semana 40 millas [65 km] más arriba de Fox Coulee... Recolectamos cuatro notables extremidades posteriores y un montón de vértebras caudales [huesos de la cola] de un Albertosaurus, así como algún material de los maxilares...".Para mediados de 1997, Gurrie y Koppelhus estaban listos para partir. Con la Dinamation International Society (sociedad no lucrativa dedicada a exposiciones, investigaciones y la educación) organizaron su expedición a lo largo del cauce del Red Deer. La compañía aportó una docena de voluntarios, así como balsas de goma, carpas y alimentos. El 1ro. de agosto partieron de un lugar llamado Contení Bridge, 100 km al noroeste de Drumhcller, y flotaron corriente abajo, escudriñando ambos lados del río.Al cuarto día hallaron los restos del campamento donde Brown había anclado su barcaza con techo de lona. Cerca de un lugar llamado Dry Island Buffalo Jump, donde los indios despeñaban bisontes un siglo antes, los expedicionarios divisaron un área semejante a la que mostraba la vieja foto. Una arboleda de álamos se veía más crecida, pero el contorno de las colinas coincidía. Con sólo agregarle la barca de Brown, la escena podía ser la captada en 1910.El hallazgo robusteció sus esperanzas de descubrir el monte a cuyo pie se hallaba el sitio abandonado. Durante años en los badlands, Currie y Koppelhus se han hecho peritos en identificar excavaciones antiguas. "Uno busca ángulos agudos", dice ella. "La mayor parte del terreno se ve redondeada por la erosión. Pero donde los paleontólogos han hurgado casi siempre hay un ángulo recto cortado a pico en la falda de una elevación, con la superficie llana debajo. Cuando uno ve esa figura trata de hallar restos de yeso y arpillera, que se usaban para envolver y proteger los fósiles. A veces encuentras hasta pe-dacitos de periódicos de la época".Al mediodía, los colegas de Gurrie estaban tan deshidratados por el calor que suspendieron la búsqueda. "Era el último día del programa en el área", recuerda él. "Habíamos salido al amanecer y nadie previo qué cantidad de agua debíamos llevar". Pero aunque los demás retornaron al campamento, él no se rindió: "No podía irme sin saber". Por último, llegó solo a la cima del monte más distante. Desde allí, mirando hacia abajo, pudo distinguir el revelador corte en ángulo. Había hallado el cofre del tesoro del "Señor Huesos". "De no ser porque estaba tan agotado por el calor, hubiera comenzado a saltar de alegría", recuerda.Pero todavía tenía que regresar al campamento, acosado por más calor y pérdida de líquido. Por el camino se detuvo en el río. Quiso inclinarse para sacarse las botas y meter los pies en el agua, pero apenas podía doblar las piernas. Tuvo que sentarse en la orilla y acercarlas a su cuerpo centímetro a centímetro, hasta que pudo desatarse los cordones. La frescura del agua le reanimó. Llegó al campamento sin que nadie lo notara y lo primero que hizo fue ponerse un traje de baño y regresar a la corriente para refrescar el cuerpo. De vuelta, encontró a los demás reunidos alrededor de Koppelhus, que releía las cartas de Brown por si alguien había visto algo similar a lo allí descrito. "Dije: 'Lo encontré', y a partir de ahí todo fue una algazara".A principios del año pasado, Currie y su equipo regresaron al sitio para una excavación preliminar, buscando respuesta a una importante pregunta: ¿Eran éstos los despojos de una horda de tiranosaurios, o se trataba de una
colección fortuita de restos óseos, arrastrados allí por la corriente del río? Muy pronto llegó a la conclusión de que las osamentas pertenecían en un 95 por ciento a albertosaurios."El Albenosaunis representa un cinco por ciento de la fauna en esta área", observa. "Una proporción de un 95 por ciento, todos en igual estado de conservación, nos da mayor seguridad de que andaban juntos". Había en total 10; su tamaño oscilaba desde cinco metros los más jóvenes hasta 10 metros los adultos más corpulentos.La clave para entender la interacción entre los tirano-saurios jóvenes y los adultos radica, según el científico, en las diferentes proporciones de los huesos de las patas. "Las patas de los crios de tiranosaurio tienen las proporciones de las de un avestruz y se parecen a las de los veloces omi-tomímidos. Así que debieron ser rápidos", comenta. Guando un animal es joven y de talla menuda puede tener las patas largas como zancos. Pero señala que "cuando crecen, los zancos tienden a fracturarse. Uno envejece y de pronto tiene que preocuparse por lo que pesa. Al agregar tanto peso y músculo, se necesita más hueso en los muslos para sos-tenerlo. Y eso es lo que ocurre con el tiranosaurio adulto y con nosotros los seres humanos. Nuestras proporciones cambian drásticamente de la infancia a la adultez y, claro, nos volvemos más lentos".Un grupo mixto de carnívoros lentos y veloces pudo haberse repartido tareas en la caza de presas como el hadrosaurio, que andaba siempre en manadas."Uno se ve tentado a imaginar a estos tiranosaurios jóvenes apartando a un hadrosaurio del grupo y empujándole hacia las fauces de los mayores", dice Currie. Eso ayudaría a resolver algo que le ha intrigado por largo tiempo, al reflexionar sobre las diferentes especies de dinosaurio presentes en Alberta y sobre cuál se haba comido a cuál.Un hadrosaurio adulto mide 12 metros de largo, lo que le aproxima al tamaño de un Albertosaurus grande. "Es probable que un tiranosaurio solo no intentara cazar a un hadrosaurio, y menos a muchos. Pero, organizados en partidas de caza, estos animales quizás tenían estrategias para atacar a las manadas. Tal vez trataban de confundir a los hadrosaurios, o de separar a algunos del resto. Estos tiranosaurios jóvenes eran ligeros y malvados".Mientras se desvanece en su mente la escena de la cacería, Currie hace una pausa. "Esto, claro, es especulación. Hay otra razón para juntarse, que es criar a los pequeños. Hay ideas interesantes que podrían desarrollarse sobre esto". Un colega, Rodolfo Coria, descubrió recientemente en Argentina un yacimiento de huesos de una nueva especie, un gran carnívoro emparentado con el Giganotosaurus. Currie y Coria esperan que la comparación de ambos sitios arroje nueva información sobre la interacción social de estas bestias.Currie también espera descifrar qué fue lo que mató a los tiranosaurios cerca del río. Es difícil imaginar qué catástrofe pudo haber barrido de un golpe a una horda de bestias como éstas, poderosas y dominantes. No hay indicios de una gran inundación, ni cenizas volcánicas que revelen una erupción. De manera que él piensa volver al sitio a mediados de este año, aunque espera que el viaje sea menos penoso. Alguien acostumbrado a dividir el tiempo en fragmentos de millones de años bien puede suscribir que: "Hay que asumir una perspectiva a largo plazo: las incomodidades acabarán. Pero el reto y el misterio siempre nos acompañarán". [B


Los ásperos y áridos badlands del Canadá sur-central no parecerían un lugar atractivo a hordas de dinosaurios, ni a ninguna otra forma de vida 

Caza al por mayor

excepto moscas y cactos, pero eso se debe a que el escenario ha cambiado en los últimos 75 millones de años en Alberta. "Era exuberante, con incontables ríos, lagunas y un mar interior". Esas tierras abundantes en agua atraían a grandes dinosaurios como el Albertosaurus y el Daspletosaurus, así como a los más pequeños ornitomímidos y a mortíferos miembros de la familia Dromaeosaurus, los Velociraptor de garras como hoces afiladas. Huyendo de esta pandilla de carnívoros había enormes manadas de hadrosaurios, herbívoros de pico de pato; Triceratops de tres cuernos; y anquilosaurios, blindados como tanques de guerra. Las condiciones Para Preservar los restos eran óptimas. Poco después de muerto el animal, los sedimentos finos y fangosos arrastrados por los ríos cubrían el cadáver, protegiéndolo de los animales de rapiña y la erosión. 


de años antes que los T. rex. De modo que si los primeros tenían plumas (y las aves modernas las tienen) es posible que también las de años antes que los T. rex. De modo que si los primeros tenían plumas (y las aves modernas las tienen) es posible que también las  aves moderna. Phil Currie y el geólogo Ji Qiang, del Museo Nacional Geológico de China, redactaron un informe acerca de dos pequeños dinosaurios —el Caudipteiyxy el Protar-chaeopterix— que presentaban lo que parece ser plumas. "Estos dos nuevos animales son parte de un grupo de dinosaurios llamados coelurosaurios", apunta Currie. "El Velociraptor es uno de ellos, como los ornitomímidos, que siempre se confunden con las crías de tiranosaurio. Lo interesante es que los tiranosaurios están más estrechamente relacionados con estas especies que con otros grandes carnívoros como el Allosaurus". Se solía clasificar a los tiranosaurios con otros gigantes en un grupo llamado carnosaurios, añade. "Pero investigaciones recientes han demostrado que los tiranosaurios son versiones a gran escala de los coelurosaurios". A pesar de su gran tamaño, comparten con las especies mencionadas numerosas características de las aves. Estos diminutos dinosaurios chinos existieron 50 millones tuvieran los tiranosaurios, que pertenecen a una rama del  árbol familiar equidistante de los otros dos grupos.los tiranosaurios andaban en hordas, agrega, esas probabilidades aumentarían. "El andar en grupos determina una conducta social de la que se derivan cosas como el cortejo, las amenazas y el uso de estructuras de despliegue, como las plumas", observa. Está bien claro que eso es lo que hacía el Caudipteryx  "Hay muchas posibilidades de que estas criaturas, al menos en algunas etapas de sus vidas, tuvieran plumas en el cuerpo", señala Currie. Y si cuando desplegaba su cola como un pavo real. Mi la forma de esas plumas, ni su posición, tienen nada que ver con el vuelo. —J.F.
 


 La identificación de huesos de dinosaurio extraídos al azar de la tierra es tanto un arte como una ciencia. Disponer de un esqueleto íntegro, especialmente de un cráneo, simplifica las cosas. Pero eso no es frecuente, ya que las partes de un cadáver suelen quedar diseminadas antes de fosilizarse. Cuando Barnum Brown se aventuró en 1910 en los badlands de Alberta y descubrió huesos de las patas, vértebras y dientes (ningún cráneo completo) concluyó que los restos pertenecieron a tiranosaurios y ornitomímidos. Brown despachó los fósiles a Nueva York y no los reexaminó. Phil Currie reabrió las gavetas donde reposaron esos huesos durante 86 años y alineó sobre una mesa todos los de las patas derechas. En otro osario halló huesos que se sabía pertenecían a ornitomímidos. La pata de una cría de tiranosaurio es idéntica a la de un ornitomímido adulto; tiene más o menos el mismo tamaño, y, como estaban estrechamente relacionados, los ángulos y posiciones de los huesos son también similares. Cuando Currie los examinó, comprendió que aunque los huesos encontrados por Brown tenían las dimensiones de un ornitomímido, eran demasiado anchos para ser otra cosa que huesos de tiranosaurio joven. "Los hijos de los animales grandes anticipan la masa que tendrán que soportar cuando crezcan", explica. "Un hueso de un bebé elefante puede tener la misma longitud que otro de un ciervo adulto, pero será más voluminoso".Advirtió que las paredes de un hueso incompleto eran muy gruesas para corresponder a un ornitomímido, que se caracteriza por sus paredes óseas delgadas,.como las de las aves actuales. Además, todos los animales presentan un patrón distinto de unión entre los huesos y los músculos. Al comparar las marcas de los hallazgos de Brown con las que dejaron en fósiles de ornitomímido, verificó suficientes diferencias para confirmar que todos los restos que estaba examinando correspondían a tiranosaurios. —Fenella Saunder

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un Albertosaurus de siete metros de alto impresiona a los visitantes del Museo Real Tyrrell en Alberta, Canadá.

 

 

 

 

 

"Al final del Período Cretáceo este lugar debió tener un aspecto más parecido a lo que es hoy la costa del Golfo de México", dice Bruce Naylor, director del Museo Real Tyrrell,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Caudipteryx, recientemente des y emparentado con el tiranosaurio, presentaba plumas un la cola.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acompañado por su leal perro Seven, Currie examina una foto aérea durante una nueva visita al sitio de los badtands, donde desenterró 10 albertosaurios de diferentes edades.