Este
extraño caso ocurrió en Filadelfia (EEUU), la noche del 26 de septiembre
de 1950 y tuvo como testigos a cuatro policías de intachable reputación.
Esa
noche, que se presentaba tranquila y sin sobresaltos, en un patrullero los
policías Keenan y Collins recorrían la ciudad que descansaba.
Pero
sorpresivamente vieron caer frente a ellos, a escasos 50 mts. de
distancia, un objeto luminoso que descendía lentamente del cielo.
Fue
así que descendieron del vehículo y se acercaron a ver de que se trataba
ese extraño cuerpo que habían visto caer.
Cuando
se acercaron y enfocaron sus linternas, no lo podían creer: en un terreno
baldío, una gran mancha roja se extendía en el suelo y al ser iluminada
brilló con una coloración púrpura fosforescente.
Pero
lo más impactante fue que se trataba de una masa gelatinosa, dotada de
movimientos, que palpitaba y se estremecía como un ser vivo; poseía una
forma circular que uno de los policías calculó en dos metros de diámetro,
con unos treinta centímetros de espesor, y lo más inquietante, un par de
ojos que fijamente miraban a los uniformados..
Los
dos policías, desconcertados ante este extraño ser, deciden llamar por
el radio del patrullero, pidiendo que un superior llegue al lugar.
A
los pocos minutos, un segundo patrullero se hizo presente en el lugar,
ocupado por el sargento Cook y el agente Cooper.
El
sargento Cook, poniéndose al mando del grupo, ordeno a Cooper que
intentara levantar a esta criatura luminosa por los bordes; pero apenas
las manos del policía tuvieron contacto con el extraño ser, éste comenzó
a desintegrarse.
La
sustancia viviente parecía estar compuesta por una gelatina muy pegajosa.
El resplandor púrpura aumentaba con las convulsiones propias de la dramática
agonía y cuando los inquietantes ojos dejaron de percibirse,
comprendieron que el monstruo había acabado su existencia.
En
las manos del agente Cooper habían quedado restos de la masa, que se
volatilizaron al cabo de quince minutos y a la media hora, ya no quedaban
rastros de la horrible criatura, en el lugar.
Del
hecho, solo queda el informe de cuatro policías con intachables fojas de
servicios, que fueron los únicos testigos de este extraño suceso, el
cual les acarreó, no solo la burla de sus compañeros, sino también
problemas emocionales, que fueron superando con el tiempo.
¿Qué
era la criatura? ¿De que estaba compuesta? ¿Era un ser vivo o solamente
un experimento de alguna civilización estelar? ¿Caerán a la Tierra más
seres fosforescentes?
Por
ahora son demasiadas preguntas y ninguna respuesta.
Tal
vez, en el futuro podamos develar el enigma del ser gelatinoso que cayó
en Filadelfia, la noche del 26 de septiembre de 1950.-
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