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La tradición cultural
en el Africa negra
Memoria, ritmo y recitado
"Cuentos, leyendas, aforismos son las principales
manifestaciones orales de la cultura del Africa negra."
Mientras en el
pasado, destacados pensadores europeos negaban
la existencia de una cultura africana, en el
seno de primitivas aldeas existían ricas y variadas expresiones artísticas.
La Unesco revalorizó
y rescató esas raíces, declarándolas patrimonio de la humanidad.
"Se trabaja la voz para expresarse
con belleza y se hace alarde de responder con prestancia y soltura."
POR:NINATHÜRLER
£1 Africa negra es la tierra al sur del Sahara donde
algunos ríos aislados -el Senegal, el NÍger y
3pio Nilo-
rompen con sus cursos las orillas verdes de un paisaje monótono y
adormecedor. Alguno que otro monte rocoso permite abarcar ese inmenso
escenario y descubrir algún valle fértil, con sus aldeas y ciudades
caldeadas al sol. Formas claras de dunas, animales y árboles solitarios se
recortan en el espacio transparente y hasta la noche puede recibir con
alivio una antigua canción: El cielo se oscurece con el azul
intenso/de las telas de algodón teñidas con
añil./ La niebla se convierte en rocío / de
leche fresca./ Ríe la hiena;
y el señor de la selva/
le responde.,, (Senegal, siglo XVIII). De tal
modo, pese a las sucesivas presencias e imposiciones culturales y
religiosas, el Africa ha logrado salvaguardar las raíces más profundas de su
espiritualidad. El mundo de los ritos, que nacen a partir de la actitud mística
ante la vida y la muerte, la familia y los
antepasados, como protección frente a los espíritus malignos, la magia, la
brujería, así como los métodos curativos y protectores, permiten
introducirnos en lo más oculto del sentimiento africano. Como se juzgaba, de
manera ignorante, que "Africa no tenía
historia, e incluso apenas civilización"
exceptuando unas cuantas costumbres interesantes, durante mucho tiempo se
dio por sentado que también carecía de manifestaciones culturales. Y son
varias las controversias planteadas al respecto. Por ejemplo, David Hume
(1711-1766) en su libro Historia de Inglaterra nos presenta a las
comunidades africanas como "una raza
empobrecida de artes y ciencias", exagerando la influencia europea en el
desarrollo de aquella civilización y dejando de lado totalmente la riqueza
de las tradiciones orales en el continente. Otros interpretaron que las
comunidades africanas
carecían de arte debido a la heterogeneidad de su territorio, la diversidad
de sus grupos étnicos y sus grandes distancias. Además, la falta de
escritura y la existencia de tantos y tan distintos dialectos e idiomas,
también impedían esa comunicación. Por otra
parte Aldous Huxiey
(1894-1963), en un informe a las Naciones
Unidas publicado por la Unesco bajo el título
de La doble crisis, desarrolló una
extraña teoría: "Si existen dos mil doscientos
cincuenta millones de seres humanos y alrededor de mil seiscientos veinte
millones de hectáreas cultivables de productos alimenticios, se
requieren ochenta áreas de tierra para asegurar a cada persona una ración
suficiente. Luego no es posible nutrir convenientemente a todos los
hombres." Añade que la fertilidad del suelo disminuye gradualmente por una
erosión universal. En Africa, Huxiey hace
responsable de la erosión a las poblaciones indígenas,
"que se obstinan en tener demasiadas vacas"
¡Qué lejos está la comprensión científica de Huxiey
de la realidad, y cuan limitada aparece su
imaginación a través de un enfoque verdadero! Hoy en día, el llamado
Continente negro, gracias al impetuoso proceso descolonizador de los
'60(en el que cincuenta naciones recuperaron
su soberanía), la creatividad y antigua
cultura de aquellos pueblos ocupan un indiscutido
lugar.
La ira del baobab
El hombre africano vivió alrededor de dos millones y
medio de años con un sistema que se podría denominar
"de la mano a la boca",
es decir recolectaba o cazaba lo que la naturaleza le ofrecía en forma de
plantas, frutos y
animales. De hecho la naturaleza vivía con el hombre.
"Los árboles de crecimiento lento, viejos y
grandes, como el baobab,
poseen un alma, sienten la alegría y la
pena, y cuando el hombre les da motivos desatan su ira",
afirman, coincidentemente, en muchas de sus
etnias. El entorno inmediato es humanizado: la
luna creciente, el rayo, los objetos alargados, delgados, puntiagudos y todo
lo que corresponde al lado derecho es considerado
masculino; las cosas cortas, redondas y romas, la luna menguante, la
llovizna y los breves aguaceros de dirección sur,
son considerados femeninos. El cielo y la tierra constituyen un
"matrimonio". En
una ceremonia ritual la abuela africana introduce su lengua en la boca del
recién nacido, a fin de insuflarle a través de la saliva el don de la
palabra, cuyo poder es decisivo ya que ella está considerada como "fuerza
generadora del movimiento y del ritmo" y por
lo tanto de la vida y la acción. Y es necesario intercambiarla,
"que vaya y venga porque es bueno dar y
recibir las fuerzas de la vida", se afirma. Y esa fuerza permitirá tener una
existencia larga y exitosa para sus descendientes. Aquel que ha llevado una
vida plena "revive" en el mundo de los muertos. Este representa un "mundo
invertido": cuando en la tierra es de día allí
es de noche; los muertos están despiertos cuando los vivos duermen.
Los rigurosos aforismos
morales dan cuenta de la singularidad de ese pensamiento:
"Muchacho, te aconsejo que seas observador;
deja que escape el mundo, rehusa
abrirte a él... Este mundo, bien lo sabéis, es un mercado: todos vienen y
van, lo
mismo
ciudadanos que extranjeros... El tonto dirá:
'Este mundo es una virginal
doncella', el sabio conoce que este mundo es
viejo". Otros versos nos remontan a la
profundidad de la selva para dejarnos otra enseñanza:
"Mi marido ha leí-;
do
mucho, con los blancos.^ Es tan sabio como los
blancos./ Pero la lectura lo ha matado/. Lo ha
cortado de su pueblo/...La casa
de mi marido/yes
una selva de libros!/ Hay algunos
inmensos,tan
grandes como los árboles tido/.
, La lengua ya no puede apreciar/
el e olor refrescante del aceite de ajonjolí.
Ni el sabor del malakwang/.
El arte de la palabra
Leo Frobenius
(1872-1938), famoso etnólogo e investigador alemán, de quien es imposible
apartarse si se intenta estudiar la africanidad,
creó los principales archivos que se encuentran en el Instituto de
Morfología de las Civilizaciones, en Francfort del Meno. Realizó doce viajes
al Continente negro y quedó sorprendido por s
la riqueza de sus tradiciones, de sus i pinturas y de sus mitos. Cuenta
Frobenius, en su obra Y Africa
habló, que en 1906
encontró en el territorio de Kassai-Sankurru "ciudades
muy bellas con diseños arquitectónicos correspondientes a una cultura antiquísima,
aristocrática y de un nivel superior". Se sabe por ejemplo que la capital de
Benm en el siglo XVIII, tenía palacios
inmensos y lujosos. Los ingleses la arrasaron en 1897 y muchos de sus
bronces artísticamente trabajados pasaron a
colecciones privadas y otros al comercio de antigüedades.Dahomey,
vecina al Benín, exhibía también esta riqueza
creativa que constituía la esencia de la espiritualidad de estos pueblos.
Jean Laude, en su libro Las artes del
Africa negra, sostiene que
"al africano le gusta su propio pasado y
siente la necesidad de arraigarse en él y sentirse sostenido por él. El
artista africano mira su pasado y lo recrea en el presente".
Se considera normal el desarrollo del arte de la palabra, ya que en las
aldeas primitivas, con una economía de subsistencia, el individuo debía
producir su indispensable complemento cultural. El aislamiento que estos
pueblos han sufrido, con su consiguiente retardo técnico, ha servido para
desarrollar una "producción viviente"
sumamente valiosa y de gran variedad, transmitida de boca a oído y
enriqueciendo la memoria colectiva de cada generación.Cuentos, leyendas,
aforismos, fábulas son las principales manifestaciones orales de la cultura
del Africa negra.La adivinanza, por ejemplo, pone a prueba la memoria que
combina el lenguaje con el poder de expresión, dándole valor a la palabra
literaria. Los temas recurrentes -a partir del siglo XVII y el dominio
colonial- son la esclavitud, el exilio, la relación
Africa-Europa y en algunas regiones, la
división en "negro y blanco".
Algunos poemas son denominados "tantanes^porque
toman el ritmo de los tamborileros nocturnos, un ritmo a veces seco y
regular, otras convulsivo y torrentoso. El arte poético se transfigura en
éxtasis. El poeta negro baila hasta desvanecerse: se instala en el tiempo de
sus antepasados y los retrotrae al presente, haciéndose poseer por la
negritud ancestral de su pueblo. Espera que los ecos de su
tan-tan despierten sus instintos inmemoriales.
La fórmula mágica inicial fue la plegaria, transmitida rítmicamente al
verso, que más tarde se hizo prosa. El griot,
poeta de las sociedades africanas y artesano de la palabra, es un
especialista cuya formación comienza en la infancia y se traspasa de padres
a hijos. La epopeya declamada con canto y música tiene un valor literario
oral excepcional. Mamadou-Kouyati, según
cuenta Mario Corcuera
Ibañez en su libro Palabra y realidad,
hace una encendida defensa de su posición
diciendo: "Nosotros, los
griots, somos los depositarios del
conocimiento del pasado, pero quien conoce la historia de un país puede leer
en su futuro. Otros pueblos se sirven de la escritura, pero la escritura no
tiene el calor de la voz humana. Nosotros somos las copas de las palabras,
somos los recipientes que guardan secretos seculares. Somos la memoria de
los hombres. Sin nosotros los nombres de los reyes caerían en el olvido. Yo
sé cómo los hombres negros se han dividido en tribus porque mi padre me ha
legado su saber. Yo sé por qué aquél se llama Kame-ra,
aquel otro Keita o
Sidibé. Todo nombre tiene un significado oculto".
Entre los narradores profesionales también los
mbom mvet del sur de
Camerúm y de Gabón,
ocupan en la sociedad Bantú una diferente
posición a la de los griots. Tocan una
cítara de cuatro cuerdas y acompañan el ritmo con campanillas en los pies y
son los encargados de transmitir noticias de aldea en aldea.
El saber no se escribe
El ritmo y la palabra son manifestaciones esenciales de diversas
comunidades africanas, donde el saber no tiene por qué estar unido a la
escritura. Por ejemplo, la literatura oral es una constituyente fundamental
de la vida del continente y está asociada a su cotidianidad. En las aldeas,
es frecuente que al anochecer los ancianos se congreguen en las plazas
públicas y al amparo de algún árbol -al que denominan
"árbol de las palabras"-
convocan a los jóvenes para intercambiar historias y fábulas. Se juega con
la palabra y se realizan torneos poéticos. Se trabaja la voz para
manifestarse con belleza y se hace alarde de responder con prestancia y
soltura. Los griots de hoy, trovadores
y poetas ambulantes, han llegado en el presente hasta los medios de
comunicación masiva (radio y TV), pudiendo de
esta manera acercarse a una gran audiencia. Probablemente el Continente
negro constituya "el abanico humano más rico
de todo el globo", como señala la
Unesco y a pesar de las consideraciones
despectivas de los pensadores Hume y Huxiey. Y
lo que sí queda demostrado, es que esas milenarias culturas -tan
genuinas como originales- en realidad han sido
dañadas y deformadas, cuando no exterminadas, por la presencia de tantos
contingentes colonizadores que llegaron para traer su "auténtica cultura"^ |
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