Hay
un hecho que en su momento conmocionó no solo a los investigadores de lo
paranormal, sino que fue una noticia que recorrió el mundo. Este hecho
ocurrió en el poblado conocido como Amityville, el lugar donde se filmó
la famosa película “Tiburón” y fue tan significativo que dio origen
a un libro del periodista Jay Anson, quien lo tituló “Horror en
Amityville”.El punto de partida de este relato lo podemos situar en la
madrugada del 13 de noviembre de 1974, cuando a las 3,15 de la
madrugada ocurría un cruento crimen con características sádicas en
una antigua y enorme mansión de la Avenida Oceánica Nº 112 de esta
pequeña localidad llamada Amityville en Long Island en el estado de Nueva
York.
A
esa hora un joven de 23 años, Roland De-Feo masacró a toda su familia
(compuesta por su padre, su madre, dos hermanos y dos hermanas).
Para
llevar a cabo su macabra tarea, los narcotizó durante la cena, lo que le
permitió trabajar tranquilo en la preparación de su obra.
A
todas sus víctimas las acostó boca abajo , con la cabeza apoyada en los
brazos cruzados;
luego con un arma de grueso calibre los fusiló uno por uno.
A la mañana siguiente fue al bar y contó a los lugareños el hecho con
lujo de detalles, por lo que fue encarcelado, luego juzgado y condenado a
la pena máxima por lo que Ronald De-Feo fue a la cárcel con cadena
perpetua.
Pero
lo más increíble fue que a modo de explicación del aberrante hecho, el
asesino contó que tanto la hora del hecho (3,l5 de la madrugada) como el
crimen en sí le fue indicado por una entidad que lo dominaba y lo
obligaba a actuar; él solo era un instrumento de quien llamaba “el
verdadero amo de la mansión”. Hasta aquí el primer capítulo del
horror.
La
historia continúa un año después cuando el matrimonio de George y Kathy
Lutz compra la mansión en apenas u$s 80.000, una cifra irrisoria teniendo
en cuenta que la mansión consta de tres pisos, un gran balcón, un
extenso parque y con fondos al río con un excelente muelle propio para
embarcaciones, todo enclavado en un terreno de más de 1.100 m2.
El
18 de diciembre de 1975 el matrimonio, junto a sus tres hijos y su perro
se mudan al nuevo hogar, ignorantes de los terribles hechos sucedidos allí.
A
poco de llegar recibieron la visita de un sacerdote amigo, el padre
Mancuso, quien llegó para bendecir la casa de los Lutz.
Cuando
el sacerdote se aprestaba a rociar con agua bendita el living, escuchó
una potente voz que claramente le dijo ¡¡¡ salga !!! y recibió un
fuerte empujón.
A
pesar de todo culminó su tarea y se fue, no comentando nada a sus amigos
para no alarmarlos, pero lo que lo hizo cambiar de parecer fue el
incidente que sufrió mientras manejaba rumbo a su parroquia.
En
una pendiente el auto fue “empujado” por algo no visible, le era
imposible frenarlo, el capot se levantó golpeando contra el parabrisas y
la puerta se le abrió violentamente, el vehículo sin control, se detuvo
solo, también en forma inexplicable. Al llegar a la iglesia, el padre
Mancuso quiso llama a George pero era imposible acercarse al teléfono,
como si una mano invisible lo detuviera.
Un
repentino ataque de fiebre lo llevó a la cama, donde estuvo delirando por
varias horas.
En
los días sucesivos la familia cambió radicalmente su forma de ser: Los
chicos peleaban constantemente, George dejó de afeitarse y bañarse, dejó
de ir a la oficina y adquirió una obsesión que fue alimentar
permanentemente la estufa a leña, hecho que lo tenía prácticamente todo
el día cortando leña y arrojándola en el hogar, aún cuando de día la
temperatura alcanzaba los 25º.
Por
su parte la mujer castigaba duramente a los chicos con un cinturón y
hasta con una madera, cosa que nunca había ocurrido.
Los
hechos extraños fueron muchos, pero para resumirlos, les diré que
tuvieron una invasión de moscas (en pleno invierno); los inodoros de los
tres baños aparecieron cubiertos de una sustancia negra, desde abajo
hacia el exterior, se sucedían los ruidos y golpes y la antigua puerta de
entrada (de más de cien kilos de peso) fue arrancada una noche, quedando
sostenida solamente por una bisagra. También percibían un extraño
perfume en toda la casa y Kathy encontró un crucifijo que había colgado
al llegar en posición invertida.
Uno
de los hechos más sorprendentes que le ocurrió a George fue una noche en
que a las 3,l5 sintió la necesidad de recorrer el muelle y mientras
caminaba por la costa vio a su hija más pequeña (Myssy de solo cinco años)
asomada a su ventana y detrás de ella la cabeza de un cerdo con los ojos
inquietantemente rojos. George subió corriendo, pero encontró a sus tres
hijos durmiendo, los tres en la misma posición: boca abajo y con la
cabeza apoyada en los brazos cruzados. Al llegar a su habitación encontró
que su mujer dormía de la misma forma (esta posición concuerda con la de
las víctimas de De-Feo, al igual que la hora del suceso).
Al
día siguiente Kathy encontró a su hija hablando con alguien invisible
que era -según la niña- un cerdo llamado Jodie, al que solo ella veía y
que le había enseñado una antigua canción de la región que la madre
hasta ese momento no conocía y que supuestamente la pequeña nunca había
escuchado. George nada había comentado a su esposa de su visión del
cerdo en la noche anterior.
Otro
día, a las 3,15 de la madrugada, el padre de la familia sintió extraños
golpes en la pared de su habitación que parecían provenir de adentro de
los mismos ladrillos; entretanto, el perro ladraba enloquecido en el
muelle. Al asomarse a la ventana para saber que inquietaba tanto al
animal, vio una entidad humanoide flotando en el lugar y al perro que
-pese a sus bravos ladridos- no se acercaba a esa figura espectral.
Pero
hubo un momento en que todo se magnifico, se tornó más agresivo y fue
tomando cuerpo en los esposos la idea de vender la casa e irse lejos del
horror.
El
hecho que desencadeno el desenfreno fue abrir una pequeña habitación que
descubrieron al final de un oscuro pasadizo. Esa pieza estaba pintada toda
de rojo (incluso el techo) y del lugar se desprendía un olor nauseabundo.
De
allí en más se incrementaron sensiblemente los hechos extraños, se
intensificaron los ruidos, los golpes, las puertas y ventanas se habrían
violentamente a pesar de estar cerradas con trabas y el olor se hizo más
fuerte e intolerante en toda la casa.
Una
noche Kathy estuvo en serio riesgo de muerte cuando levitó (siempre boca
abajo y con los brazos cruzados) dirigiéndose a la ventana, salvándose
de caer al vacío gracias a que su esposo corrió rápidamente para evitar
la caída.
La
noche de Navidad encontró a la familia reunida, con mucho miedo y con la
decisión tomada de irse; cuando salieron para ir a misa, por más que lo
intentaron su camioneta no arrancó pese a que no sufría desperfecto
alguno.
Llamaron
a una médium, quien les aconsejó alejarse inmediatamente del lugar, ya
que -según su opinión- las fuerzas malignas que habitaban la casa eran
muy fuertes y no podían ser combatidas.
Así
llegaron a las 3,15 de la madrugada del 14 de enero de 1976. George se
despertó sobresaltado al sentir que “algo” o “alguien” estaba
parado sobre su estómago, los chicos asustados gritaban enloquecidos, los
muebles y las cosas de la casa se movían en frenética danza, el olor
nauseabundo inundaba toda la casa, las ventanas se trabaron todas y el
aire parecia faltar. En toda esa locura una vez más, la pesada puerta de
entrada fue arrancada, lo que permitió que toda la familia, en loca
carrera, escapara hacia su automóvil.
Como
había ocurrido anteriormente, la camioneta se negaba a arrancar. En ese
momento Kathy comenzó a rezar una plegaria, seguida por sus hijos y
entonces sucedió el milagro: cuando toda la familia rezaba en voz alta,
la camioneta se puso en marcha y pudieron escapar del lugar; huir para
nunca más volver, ni siquiera para buscar sus pertenencias; empezando una
nueva vida sin nada, pero con la convicción de haber vivido veintiocho días
en el infierno y haber podido escapar de él.
Nunca
se pudo conocer que terrible hecho había ocurrido en el pasado.
Si
tiene la oportunidad de visitar Amityville, no deje de caminar por la
Avenida Oceánica, allí en el número 112 verá una antigua mansión que
el tiempo va destruyendo, ya que quedo abandonada y nunca más nadie volvió
a vivir en ella, salvo esa fuerza incontrolable y misteriosa que alguna
vez definieron como “el verdadero amo de la mansión”
EL
CINE Y LO DIABÓLICO
Históricamente,
se repiten los casos en los cuales las películas que incursionan en
mundos desconocidos, en temas diabólicos y en hechos fantasmales,
terminan con desgracias, accidentes y hasta con la locura o muerte de sus
participantes, ya sean actores, directores o personal del equipo de
filmación. Tal vez, el caso más conocido de injerencia de otros planos
de existencia sea el de la película “Tres hombres y un bebé”
con el protagónico de Tom Selleck, en la que aparece un chico asomándose
en una escena. Se pudo comprobar que no había ningún niño en el set de
filmación y que en el lugar había fallecido una criatura con las
características físicas de esa extraña aparición. Y aunque los
productores dijeron que era una foto en tamaño natural de alguno de los
protagonistas, usada para promoción, que alguien descuidadamente había
dejado allí; nadie creyó esa pueril explicación y el caso quedó
registrado como uno más de los increíbles sucesos que rodean a ciertas
películas, sobre todo a aquellas que osan penetrar en temas satánicos o
sobrenaturales.
A
lo largo de la historia del cine hay películas que pueden considerarse
“malditas”, ya que se han producido en la filmación casos de
poltergeist, objetos que se rompen o caen inexplicablemente, decorados que
cambian de lugar o aparecen alterados al momento de compaginar las escenas
y otros hechos aún más graves, como las que afectan a las personas.
Uno
de los casos más famosos es el del actor Bela Lugosi, quien fue el que más
veces interpretó a Drácula y cuyo trabajo se recuerda por muchos como el
mejor en la gran cantidad de representaciones que se han hecho de este
personaje sanguinario, diabólico e inmortal creado por Brack Stoker.
Lugosi fue tan influenciado por su personaje de vampiro humano que terminó
siendo una ruina. Dormía en un ataúd y no salía nunca a la luz del día;
incluso hay quienes afirman que pagaba fortunas a quienes le conseguían
sangre humana para beber.
La
película “El bebé de Rosemary”
que tuvo como protagonista a Mia Farrow y fue dirigida por Roman
Polanski en 1968, cuenta la historia de una mujer embarazada acosada por
una secta diabólica de la que forma parte su propio esposo. La joven da a
luz a un hijo del diablo.
Uno
de los actores de esta película, Anton La Vey fundó lo que llamó “La
iglesia de Satán” en la cual participaron con el tiempo muchas personas
vinculadas con el mundo del cine. La actriz Jayne Mansfield murió después
de ser maldecida por practicar incorrectamente un ritual dentro de una
iglesia. Pero el hecho más notorio y sangriento relacionado con este film
fue el que le ocurrió a la mismísima esposa del director Polansky. La
actriz Sharon Tate estaba embarazada cuando fue atacada en su residencia
por el llamado “Clan Mason” y asesinada en un ritual, donde con la
sangre de las víctimas se escribieron en las paredes consignas satánicas.
Tanto Mason, como sus seguidores dijeron recibir órdenes de su dios diabólico,
para ejecutar a la mujer del director que de allí en más declinó
notoriamente.
Para
completar la relación con lo diabólico, recordemos que algunas escenas
del film “El bebé de Rosemary” se realizaron en el edifico Dakota, en
el centro de Nueva York; donde años antes había vivido el genio del cine
de terror, el actor Boris Karloff, de quien se dice que en su departamento
del edificio Dakota hacía pactos con el diablo. Este edifico siempre fue
considerado maldito y por eso fue recomendado a Polansky para lograr un
clima satánico en su rodaje.
Por
último, recordemos que a las puertas del edificio Dakota fue asesinado
uno de los grandes defensores de la paz, uno de los cuatro genios de
Liverpool, el beatle John Lennon, y que su asesino dijo haber recibido “órdenes
mentales” del mismísimo demonio.
Otro
de los films que incursionó en el tema satánico y que aún hoy es
considerado un clásico del género es “El exorcista”
dirigido por William Friedkin.
Una
parte de la película cuenta como en una excavación arqueológica en un
desierto indeterminado de oriente, se desentierra una imagen del demonio
Pazuzu, el que al ser llevado a occidente desencadena la tragedia.
La
escena se rodó en unos parajes desérticos de Oriente Medio y allí
murieron inexplicablemente cuatro trabajadores contratados para la filmación,
además de contratiempos y extrañas situaciones que obligaron a reducir
el tiempo de filmación en el lugar y regresar antes de lo previsto. Pero
los hechos siguieron ocurriendo a lo largo de toda la filmación y aún
persistieron en las películas siguientes: “El exorcista II” y
“El exorcista III”. Durante la
filmación el director recibió amenazas de distintos grupos de adoradores
de Satán y la protagonista Linda Blair sufrió un intento de asesinado
que se trató de ocultar.
La
película española “El día de la bestia”
cuenta la historia de un sacerdote, que acompañado por un conductor
televisivo y un heavy metal; buscan al Anticristo que ha nacido en Madrid,
abordando el tema con cierto humor y con escenas de terror. La dirección
estuvo a cargo de Álex de la Iglesia.
En
esta película, como en todas las que se sumergen en el mundo satánico,
no han faltado los detalles escalofriantes: Los vidrios explotaban
inexplicablemente, uno de los técnicos sufrió un accidente automovilístico
durante el rodaje, uno de los encargados del doblaje quedó atrapado abajo
de una enorme cruz ubicada en el interior de una iglesia, las máscaras
africanas que servían de decorado en algunas tomas, se caían
inexplicablemente y en algunas escenas aparecieron torcidas. Una cama que
se uso en el film fue adquirida por una las mujeres de la producción,
quien se tuvo que deshacer de ella rápidamente, debido a las continuas y
diabólicas pesadillas que sufría.
Pero
el desafío más grande hacía el infra-mundo fue cuando se realizó en la
película la invocación al demonio, utilizando paso a paso el ritual auténtico,
utilizando el Pentáculo y los signos grabados con un cuchillo.
El
director, dice que casi esperaban que apareciera Satanás y agrega: ”Tal
vez efectivamente apareció entre nosotros y no nos dimos cuenta”.
La
serie de películas llamadas “Poltergeits”
nos habla de la comunicación con el más allá, la abertura de una
puerta entre los dos mundos y las fuerzas desencadenadas que se llevan
incluso a los seres humanos; destruyendo y creando el pánico. Poltergeist
fue rodada por Tobe Hopper en 1982 y cuenta en su haber muchísimos hechos
trágicos.
El
mismo año de su realización Dominique Dunne fue asesinada por su novio y
en 1988 Heather O’Rourke murió de una larga enfermedad que los médicos
no pudieron diagnosticar y que lo llevó a sufrimientos extremos y a
afirmar en muchas ocasiones que “los del más allá” lo acosaban.
Otra
película que camina por los senderos de la muerte es el film dirigido por
Wes Craven en 1987, “La serpiente y el arco iris”
basado en el libro del mismo título de Wade Davis, un especialista en
etnobotánica de la Universidad de Harvard, que viaja a Haití para
investigar dos casos certificados de zombies que han sido enterrados
vivos. En su investigación y después de muchos peligros y situaciones límites
vividas, regresa a Estados Unidos con la fórmula de la droga zombie para
su experimentación en laboratorio.
La
película reproduce la experiencia de Wade Davis, agregando al documental
algunos toques de ficción. Se trató de dar el mayor realismo posible a
esta película, por lo que se realizó gran parte de ella en Haití,
realizando incluso auténticas ceremonias de vudú.
Varios
miembros del equipo de filmación se hicieron adeptos a la práctica del
vudú y se quedaron en Haití radicados, mientras otros fundaron templos
vuduistas a su regreso a Estados Unidos. Por su parte el director Wes
Craven sufrió inexplicables apariciones y trastornos, hasta que regresó
a Haití para someterse a una “limpieza” en manos de un bokor vudú.
Por
último, recordemos el caso de Brandon Lee, la última (hasta ahora) de
las víctimas de estas extrañas maldiciones que tienen como protagonistas
a quienes en el cine se internan en otros mundos dimensionales.
Brandon
Lee, era hijo del célebre y recordado Bruce Lee, el pionero de las películas
de artes marciales, creador de un estilo propio de lucha y aceptable actor
de la famosa serie “El avispón verde”, como también protagonista de
éxitos como “Operación Dragón” y tantos más, que compartió
incluso con figuras hoy conocidas como Chuck Norris, que en ese momento
recién empezaban a recorrer el camino del cine.
Ya
de por sí la muerte de Bruce Lee sigue teniendo aristas inexplicables y a
eso se agrega ahora la muerte de su hijo. Brandon Lee se encontraba
filmando “El
cuervo”, una película que cuenta la historia de un justiciero que
regresa de la muerte para vengarse de sus asesinos. En una de las escenas
el joven actor es apuntado con una pistola y se le dispara. La pistola que
-por supuesto- debía estar cargada con balas de fogueo, inexplicablemente
fue cargada con balas verdaderas, lo que llevó a Lee a una muerte casi
instantánea.
Las
investigaciones no dieron ninguna pista que llevara a determinar quien
cargó con balas de verdad la pistola y no faltan los que le atribuyen al
mismísimo Satanás el hecho.
También
están los que aseguran haber visto el espíritu de Brandon Lee rondando
los lugares de filmación; tal vez, como en la ficción de la película
“El cuervo”; a decidido volver de la muerte para vengarse de su
asesino.
Evidentemente,
a los seres del más allá, a los muertos, a los espíritus y a las
criaturas satánicos no les agrada que el mundo del cine se interne en sus
dominios, los invoquen y los perturben.
Hacerlo
es desencadenar fuerzas incontrolables, producir situaciones inmanejables
y correr un riesgo que puede llevar, incluso a la muerte.-
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