En el año 1949 un tribunal
francés condenaba a muerte a Micheline Carré, una mujer de gran belleza que con
el nombre de guerra de "La Chatte" -la Gata- se había distinguido, al comenzar
la Segunda Guerra Mundial, como uno de los mejores elementos de la red de
espionaje inglesa en Francia. Sin embargo, a partir de la detención de que fue
objeto por parte de contraespionaje alemán, una serie de acontecimientos
hicieron sospechar al Intelligence Service de que se hallaba ante un caso de
doble juego. Pero, como el tiempo demostraría, no todo estaba tan claro.
Son muchos los franceses que todavía
recuerdan haber leído en los tableros de información oficial, en Paris. el aviso
que el 8 de enero de 1949. enunciaba que Micheline Carré había sido condenada a
muerte por el XIV Tribunal de lo criminal.Como se reveló en el transcurso de su
proceso, esta mujer ya cuarentona era conocida con el apodo de "La Chatte", (La
Gata), Era una mujer de singular belleza, de facciones correctas, cabellos
castaños, dientes blancos y regulares y ojos de mirada
profunda.La Gata fue una de las grandes espías
europeas. El teniente coronel Marcel Achard, un militar que desempeñó un papel
preponderante en los servicios secretos franceses durante la Segunda Guerra
Mundial (era miembro del Deuxieme Bureau y jefe de los servicios de información
del general Juin), declaró en el proceso:-Madame Carré prestó servicios notables al
Ejército francés. Durante los años en los que trabajó para nosotros, pudo
revelarnos varios planes de campaña del ejército alemán.¿Por qué, pues, fue condenada a muerte por
un tribunal francés? ¿Era un agente doble? y en este caso, ¿por qué trabajaba a
la vez para su país y para el enemigo? Mucho antes de que el doctor Klaus Fuchs
revelara los secretos de la bomba atómica a la URSS, Micheline Carré presentó un
ejemplo típico de doble personalidad como espía. Su historia deja muy atrás a la de Dalila y
a la de Mata Hari
UNA INSTITUTRIZ
ARGELINA
En un pueblecito del sur de Argelia, vivía,
en 1939, una joven llamada
Micheline Carré, nacida. Belard, Se había casado con un oficial del ejército
francés y los magros ingresos de éste la obligaban a trabajar como institutriz.
Madame Carré llevaba los cabellos en bucle sobre la frente, Las cejas bien
dibujadas enmarcaban sus grandes ojos pardos. Sus labios gordezuelos se abrían
sobre una hilera de dientes blanquísimos, Su silueta era
perfecta. Inspiraba una cierta desconfianza a sus
vecinos, pertenecientes a la pequeña burguesía argelina, a los que les parecía
demasiado bien educada para trabajar en tan modesto empleo, Su sueldo de
institutriz no le permitía vestirse con rebuscamiento, pero, aunque sencillas,
sus ropas nunca carecían de elegancia,Cuando pasaba un forastero por el pueblo
lejano en el que vivía Micheline Carré, ésta podía estar segura de llamarle la
atención, si bien jamás se apartó de una conducta ejemplar. No se sabe si
Micheline Carré era feliz en Argelia, pero es comprensible que, apenas estalló
la guerra, decidiera ir a vivir a Paris.Las circunstancias facilitaron la
realización de su deseo. La Francia en pie de guerra necesitaba enfermeras y Micheline se enroló inmediatamente. Cuando tuvo por fin su billete y su
compromiso firmado, lanzó un suspiro de alivio y se dijo que, a partir de
entonces, iba a empezar a vivir.Sabemos que tales fueron sus reacciones
porque Micheline Carré llevaba un diario que posteriormente completarla para
convertirlo en "confesión" un notable documento humano que citaremos varias
veces.Antes de abandonar África, volvió a ver a
su esposo en Argel. Este se disponía a partir para el frente y este encuentro
entre los dos seria el último, pues poco después él cayó en el campo de batalla.Argelia pareció una ciudad triste. En su
diario escribió: "Argel es gris. Yo estaba enervada. Confié mi maleta a dos
árabes y éstos me condujeron al hotel Terminus, donde tomé una habitación, quise
bañarme, pero había una cucaracha que corría por la bañera",Mientras esperaba su barco, se dedicó a
pasear por los arrabales, que le parecieron el único lugar interesante de la
ciudad, Una noche, se habla sentado en un banco del barrio árabe cuando un
hombre muy joven y con el uniforme de los paracaidistas se instaló a su lado. En
la oscuridad, la confundió con una árabe, "Era verdaderamente encantador
-escribió ella en su diario-, un auténtico titi parisiense. Estaba muy
contento porque regresaba a Francia. Yo no le dije quién era y le hablé en la
jerga de las chicas árabes de los arrabales. De este modo, no le
decepcioné."¡Cuán agradables las frases que murmuró
junto a mí en el banco! Me invitó a tomar una copa en un café. Cuando me vio a
la luz y se dio cuenta de a quién habla contado todas aquellas cosas simpáticas
dirigidas al corazón de una joven árabe, se sintió extraordinariamente
confundido. Yo traté de disipar su confusión y le invité a almorzar al día
siguiente. Mis relaciones con él fueron un idilio sencillo y
encantador."
El amor de un paracaidista
Los paracaidistas embarcaron en el mismo
buque de Micheline para volver a Francia. "Mi paracaidista ha hecho el viaje
conmigo en el barco", escribió ella en su diario.Una vez en Paris, se instaló en un hotel
del centro. "¡Qué país y qué ciudad!” -anotó-. Es inimaginable que los boches puedan conquistar Paris. Los antiguos edificios históricos, el Sena y sus
muelles, Notre-Dame y la Cúpula de los Inválidos, somos y soy todas estas cosas.
Los bulevares son la vida. Camino por las calles, me siento en cualquier café.
¡Cuántas sensaciones me asaltan! Soy feliz, me encuentro como en el cielo. Y
también yo velaré, cumpliendo mi misión como los demás, para que este cielo no
sea vencido por el infierno."Al día siguiente, se presentó en su centro de
movilización. En el hospital en el que siguió un cursillo de enfermera fue
considerada como persona de toda confianza, Infatigable y dedicada por completo
al cuidado de los demás.Quedó muy quebrantada por la derrota de
1940 y tomó el camino del exilio. Organizó un centro de socorro en Beauvais, y
después se trasladó al sur del país y se detuvo en Toulouse. De nuevo, y por su propia iniciativa,
organizó un centro de socorro para heridos y además sugirió a los oficiales
franceses la creación de un campo de reunión para los soldados que no pudieran
volver a incorporarse a sus unidades. Mientras se afanaba en estas actitudes,
conoció a un hombre que parecía tener especial necesidad de su ayuda. Era un
oficial del Estado Mayor polaco, agregado a los servicios de enlace del Ejército
francés. Había combatido contra los ale- manes, éstos lo hablan hecho prisionero
y se habla evadido. Agotado, hambriento y enfermo, compareció ante Micheline
Carré y ésta lo alentó, lo alimentó, vistió y cuidó.
Cómo se crea una red de espionaje
Se llamaba Roman Czerniawski, un apellido
que ella no podía pronunciar, por lo que optó por Ilamarle simplemente Armand, y
él le dio el apodo de "mi gata" debido a su gracia felina. Armand confió a
Micheline su idea de montar una red de resistencia y de información en Francia,
para espiar a los alemanes y combatirlos allí donde fuese posible. La Gata
aceptó, entusiasmada. Se trataba, ante todo, de ponerse en contacto con ciertos
oficiales. Algunos de ellos se encontraban en la zona libre, pero otros vivían
secretamente en la zona ocupada. La Gata puso manos a la obra con toda su
energía. Francia se hallaba todavía en pleno caos. Millones de personas sin
hogar IIenaban las carreteras y en la frontera española la situación era
terrible.
El coronel polaco no podrá desplazarse
libremente y no se atreverá a trasladarse a la zona ocupada, por lo que
Micheline tuvo que ocuparse del trabajo de enlazar con los demás. Era ella la
que entraba en contacto con los nuevos miembros del grupo y la que organizaba
citas entre ellos. La red habrá tomado el nombre de 'Interallié” y no tardarla
en ser la más activa de la resistencia francesa.
El coronel Marcel Achard, que se habla
unido al movimiento, se convirtió en su personaje más Importante. Los demás
miembros, con la excepción de! coronel polaco, eran todos ellos simples
aficionados en las tareas de espionaje, Achard, en cambio, era un hombre lleno
de recursos y, a través de España y Portugal, comunicaba con los Ingleses. Para
Micheline, era como un dios. Achard se dio cuenta de que la situación, tal como
se presentaba entonces, planteaba un problema Importante: ¿se quedarían los
alemanes en la frontera española, o habían llegado con Franco a un acuerdo que
les permitiese atravesar España y atacar Gibraltar?
Armand confió a la Gata la misión de
descubrir los proyectos alemanes y ella se desplazó a Burdeos, y después a
Bayona y Biarritz. En esta última ciudad se habla establecido una unidad de
tanques que parecía prepararse con vistas a entrar en campaña, En Burdeos se
habían concentrado fuerzas aéreas. Unos oficiales de estas unidades aparecieron
un día en el Café de Paris, en Biarritz. En su diario, Micheline narró cómo
llegó a trabar conocimiento con ellos:
"Un oficial boche se acercó a mí y me
dijo:
-¿Puedo sentarme a su mesa, Madame?
Desearía preguntarle algunos datos sobre la ciudad.
-SI -contesté-. Además, también yo quisiera
hacerle una pregunta.
-La que desee.
-Lleva usted el uniforme de la Luftwaffe,
pero no parece ser un piloto, No luce la insignia.
-Soy lo que ustedes Ilamarían en Francia un
coronel de Intendencia y presto mis servicios en la aviación. Soy yo quien se
encarga de todo el aprovisionamiento de la Luftwaffe en
Burdeos."
Bebieron champaña en el restaurante y
después siguieron tomándolo en otros lugares.
"Tuve buen cuidado en conservar toda la
claridad de mi mente -escribió ella en su diario-, Aparte de esto, no me Impuse
restricción alguna,"
Los alemanes planean la invasión de España
Cuando vio a Armand pudo revelarle que los
alemanes se dlsponían a atravesar España. No obstante, Micheline siguió en la
región y continuó Informándose acerca de los preparativos alemanes, Cuando
advirtió que éstos actuaban a ritmo muy displicente, fue la primera en
transmitir la importante noticia de que los alemanes habían renunciado a su
proyecto de atacar Gibraltar.
Al reunirse con Armand, no disimuló su
dicha.
"En aquella época nos parecía tener entre
las manos todo el mundo y la victoria sobre éste. Vivir con él era un poco como
robar. Yo no sabia lo que haría un día bajo sus órdenes, pero tenía una
confianza ilimitada en él" .
Las actividades del grupo del coronel
Achard se extendían a toda Francia, y lo mismo cabe decir de la Gata. Como
declararla más tarde el coronel Achard ante el tribunal, en aquel periodo su red
obtuvo unos éxltos extraordinarios.
En el cuartel general del Intelligence
Service, donde el grupo era conocido con el nombre de "Valenty", los agentes de
Achard gozaban de una estima extraordinaria.
Los nombres y apellidos de los miembros más
importantes del grupo hablan sido inscritos en los expedientes de los servicios
secretos británicos, detalle que más tarde desempeñaría un papel importante. Los
británicos estaban perfectamente informados acerca del coronel Roman
Czerniawski, alias Armand, sobre Micheline Carré, alias "La Chatte", y sobre
otros agentes clandestinos, en especial el aristócrata Pierre de
Vomecourt.
Durante este período el grupo organizó con
los británicos lanzamientos en paracaídas de armas para la Resistencia y
entregas de suministros mediante desembarcos en ciertos puntos de la costa
vasca, El grupo Achard hizo pasar clandestina- mente a diversas personas a
España y Suiza, ocultó prisioneros evadidos de los campos alemanes y se entregó
en general a las actividades patrióticas más diversas.
Un día, Armand y Micheline constataron que
necesitaban a alguien que les ayudara a efectuar tareas secundarias, como por
ejemplo espiar en cafés y restaurantes, hacer auto-stop con los alemanes y
obtener toda la Información posible gracias a estos diversos
métodos.
La Sak se enfrenta con Violette
La Gata encontró la persona apropiada en
Luneville. Se llamaba Renée Borni y, puesto que habla de trabajar en estrecha
colaboración con Armand, Micheline tuvo la precaución de elegir como ayudante a
una mujer de tipo opuesto de las que gustaban al polaco.
Renée -que adoptó el nombre de Violette en
la Resistencia- demostró ser también una mujer totalmente dedicada a su jefe y
no fue pequeño el pesar de la Gata al descubrir, algún tiempo después, que
Armand se habla enamorado de su nueva ayudante.
En presencia de su rival, Micheline no
podía evitar a veces una visible desazón. Puesto que se hallaban
provisionalmente en Paris, un día pidió a Armand que enviase a Violette a
provincias para una misión de escasa importancia. Armand sonrió y dijo a la
Gata:
-Estás celosa.
-¡No se trata de eso!
-protestó Micheline-. Tengo el presentimiento de que nos amenaza un
peligro.
-Di mejor que tienes el presentimiento de
que van a comerte los celos- replicó Armand, riéndose.
Pero seria, efectivamente, René Borni,
alias Violette, quien causara la pérdida de aquel grupo bien
organizado.
La misión confiada a Violette consistió en
reunir algunas informaciones carentes de importancia; se trataba, en realidad,
de saber adónde habla de trasladarse cierto regimiento.
Un oficial alemán la abordó cerca de la
Gare du Nord, y ella se dedicó a sonsacarle con prudencia. Un hombre situado
cerca del militar siguió atentamente la conversación, mientras fingía estar
sumido en la lectura de un periódico francés.
Violette no le prestó atención ni tampoco
se fijó en que el hombre les seguía cuando ella y el oficial salieron de un
café. Esta vigilancia duró varios días, sin que Violette se apercibiese de ella.
Seguida por policías de paisano que se relevaban, Violette fue vista con Armand
y la Gata.
Fue así como el servicio de contraespionaje
alemán del almirante Canaris descubrió su cuartel general y su apartamento, y el
18 de noviembre de 1941, a las cinco y media de la mañana, Armand y Violette
fueron detenidos.
Unas horas más tarde, Micheline fue
arrestada a su vez y encerrada en una prisión militar. La calma que reinaba en
su celda no hizo sino acrecentar sus temores. No sabia que había sido de los
demás. ¿Habla sido capturado Armand? ¿Alguien más? ¿O era ella la única? Con un
estremecimiento, pensó en las torturas que tal vez le serían
infligidas.
La Gata en la cárcel
Cayó la noche. En la oscuridad de su celda,
la Gata reflexionó sobre su situación y se dijo que no tenia ninguna esperanza
para escapar de ella. Pero, ¿de qué forma espantosa iba a sobrevenirle la
muerte?
De pronto, se encendió la luz en su celda,
se abrió la puerta y entró un hombre con uniforme alemán.
Sentada en su catre, Micheline le miró
atemorizada.
Sabia ya reconocer al primer vistazo la
graduación y el arma de los militares alemanes. Aquél era, un sargento. De haber
vestido de paisano, nadie le hubiese tomado por un alemán. No tenia de alemán ni
la actitud ni el físico.
No quedó menos sorprendida la Gata por el
modo de comportarse aquel hombre. Se había quedado cerca de la puerta, apoyado
en la pared, y la miraba en silencio. Durante un largo rato; sus ojos no la
abandonaron. Mlcheline empezó a impacientarse y se levantó.
-Señor -le dijo-, ¿por qué he sido
detenida?
El hombre no contestó y su mutismo asustó a
Micheline. Pasaron unos minutos y por fin el recién llegado se decidió a
dirigirle la palabra.
-¿Ha vivido usted en
Argelia?
-En Argelia, sí.
-¿No es cierto que Paris es una ciudad
maravillosa?
Ella le miró,
aterrorizada.
-¿Tiene miedo? -le preguntó el militar-.
¿De qué? Yo no voy a hacerle ningún daño. Sé que es usted una mujer inteligente.
¿Sabe que con este peinado se parece a Juana de Arco?
Más tarde, Micheline anotaría en su diario:
"Nada podía ser más atemorizador: el hombre que entró en mi celda era
'humano":.
Aquel ser "humano" la interrogó sobre sus
actividades en la Resistencia. Le habló de Argelia, de Francia, de Paris. Se
expresaba en francés y su voz era cariñosa.
Al cabo de unos momentos, la Gata notó, no
con alarma, que sostenía con él una conversación agradable, lo que no impidió,
sin embargo, que él le gastase una broma cruel:
-Esto es muy poco confortable. ¿Quiere que
vayamos a otro lugar?
Entonces Micheline volvió a darse cuenta,
repentinamente, de donde estaba. Desesperada, se encogió de hombros y después
clavó la mirada en el suelo. Cuando alzó de nuevo los ojos, el sargento había
desaparecido.
La luz de su celda se apagó de nuevo. "Como
si procediera de una distancia infinita -escribió más tarde en su diario-, llegó
claramente a mis oídos la música del Requiem de Mozart. Parecía como si,
realmente, la estuviese interpretando una orquesta" .
Después se oyó un rumor ante la puerta. La
luz volvió a encenderse. Se abrió la puerta y Micheline distinguió unos
guardianes armados. Un cabo le indicó con una seña que les
siguiese.
Recorrió varios pasillos, cruzó puertas
enrejadas y atravesó un oficina. El cabo firmó un papel. Se abrió una puerta y
después otra. Por último una postrera puerta enrejada y
seguidamente...
¿Quién estaba fuera?
Era el sargento que la habla visitado en su
celda. Le costó reconocerlo. Vestía de paisano, cor una corbata elegante,
guantes y una boina. Un cigarrillo en los labios... En una palabra, tenia todo
el aspecto de un francés elegante.
Como un perfecto hombre de mundo, el
caballero de la boina indicó a Micheline un automóvil grande y lujoso y la
invitó a subir.
-Le ruego que se siente detrás -le dijo-. Y
no retire las cortinillas.
El se instaló despreocupadamente ante el
volante. La Gata no dejó de observar que el espejo retrovisor era de gran tamaño
y permitía al conductor observarlo todo a su sabor. El coche se puso en marcha,
se abrió una verja y Micheline se encontró de nuevo en París.
¿Adónde la llevaba aquel hombre? Observó
que salían de París y que después atravesaban Maisons-Laffite. Pero, ¿qué era
aquel jardin grandioso? ¿Y aquella villa?
El temor volvió a asaltar a la Gata, pues
aquella mansión enorme y refinada pertenecía al célebre actor Harry Baur y ella
sabía que el Ejército alemán la había requisado para convertirla en cuartel
general de sus servicios de contraespionaje.
Para Ilevarla a aquella casa, forzosamente
tenían que considerarla como una presa importante. La inscripción que Dante
coloca en la puerta del infierno -"Abandonad toda esperanza los que aquí
entráis"- hubiese estado en su lugar sobre la verja de aquella
finca.
Pero, ¿era aquello, en realidad, el cuartel
general del contraespionaje alemán? Nada en su aspecto parecía indicarlo, muy al
contrario. La Gata vio unos servidores corteses y fue introducida en un salón,
donde la dejaron sola.
Se sentó en una butaca confortable. Desde
la ventana se vera el parque, sobre el que caían las sombras del crepúsculo. En
la lejanía se oran los rumores de la gran ciudad. Parecía como si todos hubiesen
olvidado a la visitante.
Pero de pronto se abrió la puerta. El
hombre que la habla acompañado venia a buscarla. La condujo, a través del
vestíbulo, a otro gran aposento, amueblado con rebuscamiento. Por una puerta
entreabierta, distinguió un espejo ante el cual habla una lámpara encendida.
Entró en esta última habitación. Era una dormitorio.
¿ Qué ocurrió?
"Por lo tanto, me mostré razonable"
Micheline no habla de ello en su diario.
Más tarde, el presidente del tribunal, M. Drapier, trató de saber la
verdad.
-Diga exactamente lo que sucedió -exigió-.
¿ Fue usted a la villa de Harry Baur?
-Ya he contado exactamente lo que sucedió,
pero voy a repetirlo. Después de catorce meses y de trabajo incesante para la
Resistencia fui detenida y conducida a la villa de Harry Baur, en
Maisons-Laffite. Estaba en poder de los alemanes. El sargento Hugo Bleicher no
me dejaba sola ni un instante.
-¿Averiguó, por tanto, el nombre de aquel
sargento?
-Me dijo que se llamaba Hugo
Bleicher.
-¿Era la graduación de sargento su
verdadero rango en el Ejército?
-Lo ignoro.
-¿Se llamaba en realidad Hugo
Bleicher?
-¿ Cómó podría saberlo yo, señor
presidente?
-Está bien, Era usted la prisionera de
Bleicher. ¿Se convirtió en su amante?
-¿ No puede usted ponerse en mi lugar,
señor presidente?
-Responda a mi pregunta,
-Bleicher me dijo: "Si es usted razonable,
estará en libertad esta noche", Por lo tanto, me mostré
razonable.
-¿ Qué más ocurrió aquella
noche?
Silencio,
-Quiero saber qué más ocurrió aquella
noche.
Silencio.
-Todos deseamos saber qué más ocurrió
aquella noche. Es esto lo que debe explicarnos. Ha reconocido que, durante
catorce meses, se ha expuesta a los peores peligros mientras trabajaba para la
Resistencia. Y en una sola noche, olvidó todo su pasado, 0lvidó a Francia y se
olvidó incluso de si misma. A la mañana siguiente, puso en manos de aquel
sargento Hugo Bleicher a los treinta y cinco miembros más Importantes de la
Resistencia francesa. Vamos, diga Qué ocurrió aquella noche..
El presidente del tribunal clavó su mirada
en la acusada y la mantuvo en ella durante un largo minuto.
"No lo conocéis, pero es de los nuestros”
Al día siguiente por la mañana, después de
aquella famosa noche, la Gata y Hugo Bleicher, que vestía de nuevo ropa civil,
subieron a un automóvil pequeño con matricula francesa. Se dirigieron a Paris y
se detuvieron delante de la casa en la que se ocultaba M.
Rocchini.
Otros coches pararon también delante de
esta casa, pero nadie les prestó atención, ya que sus ocupantes eran paisanos de
aspecto inofensivo. Un hombre se apeó de un automóvil y fue a comprar un
periódico. Otro entró en el estanco.
La Gata subió por la escalera y IIamó a una
puerta, con una señal convenida. La puerta se abrió en seguida. Rocchini estaba
con Frank, otro miembro importante del grupo de resistentes.
Los dos tuvieron un momento de vacilación
al ver que un hombre acompañaba a Micheline. Era un hombre al que nunca hablan
visto.
-Es preciso hacer algo -murmuró le Gata-.
Armand ha sido detenido.
El terror se reflejó en los rostros de los
dos hombres.
-No temáis -añadió ella, con un gesto hacia
Bleicher-. No lo conocéis. pero es de los nuestros.
Hablaron con animación durante cinco
minutos y, seguidamente, la Gata le dijo a Bleicher:
-Empieza a poner el coche en marcha para no
perder tiempo.
Micheline se quedó todavía dos o tres
minutos. Entonces llamaron a la puerta y ella fue a abrirla. Varios alemanes
Irrumpieron en el apartamento, pistola en mano. y gritaron:
-¡Arriba las manos!
Durante las ocho horas siguientes, el mismo
procedimiento, cuidadosamente programado, fue puesto en práctica hasta que los
treinta y cinco miembros de la Resistencia fueron capturados en su
totalidad.
Al coronel Acha no le caza nadie
Durante un par de meses. la Gata siguió
actuando bajo las órdenes de Bleicher. Contó todo lo que ella sabia, que no era
poco. Hizo que fuesen encarcelados todos sus antiguos compañeros de la
Resistencia, por lo menos aquellos que estaban a su alcance. Sin embargo. lo que
Bleicher no pudo conseguir fue echar el guante al hombre al que buscaba más
activamente que a todos los demás: el coronel Achard.
Por extraño que ello pueda parecer,
Micheline no traicionó a Achard. En el curso del testimonio que prestó ante el
tribunal, el coronel declaró:
-Ella sabia perfectamente donde me ocultaba
yo, pero no me traicionó.
La Gata consiguió, en este aspecto, engañar
a Bleicher. Afirmó que ignoraba donde se hallaba Achard. Lo juró y dio tantas
muestras, al parecer sinceras, de su ignorancia, que él la creyó. En cambio, se
ofreció para hallar el paradero de otro personaje Importante: Pierre de
Vomecourt.
Este nombre despertó la atención de
Bleicher, quien, instantáneamente, se quedó pensativo. Se le acababa de ocurrir
una explotación todavía más eficaz de los servicios de la
Gata...
Micheline regresó a su antiguo cuartel
general clandestino. Las intervenciones de Bleicher habían sido realizadas
magistralmente y los hombres detenidos no habían tenido tiempo para poner sobre
aviso a sus compañeros. Nadie, en la Resistencia, sospechaba todavía de la
Gata.
Durante los dos meses siguientes ésta
siguió desempeñando su papel de patriota como antes. Ninguno de sus compañeros
de la red clandestina podía Imaginar que la valerosa camarada Micheline Carré
era el temible traidor cuya existencia pocos de ellos empezaban a
recelar.
y pocos motivos tenían para desconfiar de
ella, dado que Micheline se prodigaba sin restricción alguna para reorganizar el
grupo e insuflar a cada uno de sus miembros una nueva dosis de
ánimos.
Sin embargo, todas las noches la Gata era
conducida secretamente a la villa de Harry Baur, donde revelaba los planes que
habían sido trazados durante la jornada. Un día, explicó que la principal
preocupación de la Resistencia era la de hallar un medio para reanudar las
comunicaciones con Gran Bretaña, ya que todos los enlaces habían sido
capturados.
Bleicher tuvo una idea. Ordenó a la Gata
qua hiciera venir a Pierre de Vomecourt a Paris y le dijo que éste había de ser
enviado a Inglaterra en nombre de la Resistencia. Micheline debía persuadir a
sus camaradas de que Vomecourt era el hombre más indicado pera este
misión.
Sorpresa para la Gata
La noche siguiente, Bleicher anunció a la
Gata que tenía una sorpresa para ella.
-Cuando regreses a tu casa encontrarás en
ella a Violette. En realidad, nunca ha estado detenida, puesto que trabaja para
nosotros. Violette guardará silencio, puedes estar segura de ello. Ocúpate de
ella; debe permanecer en la Resistencia.
La Gata cumplió las órdenes que acababa de
recibir. Se reunió con Pierre de Vomecourt y otros resistentes en el bar
"Pam-Pam" de los Champs-Elysées e hizo su propuesta, la cual fue aceptada. AIII
se decidió que Pierre de Vomecourt tratarla de llegar a Inglaterra para informar
a sus amigos de Francia acerca de qué habla ocurrido en aquel intervalo y
obtener nuevas instrucciones.
No era una empresa fácil, pues los alemanes
habían descubierto los senderos que permitían atravesar clandestinamente la
frontera española y conocían también los puntos de la costa en los que los
resistentes se hacia n a la mar para trasladarse a Inglaterra.
Unos días después de la conversación en el
"Pam-Pam", la Gata volvió a ver a sus amigos y les dijo que habla descubierto un
medio para llegar a Inglaterra. Pero añadió que seria preferible que ella
acompañase al elegante Pierre de Vomecourt, ya que era bien conocida y su
presencia inspirarla confianza a los ingleses.
Los otros aprobaron en seguida esta
decisión y la aplaudieron. Era, desde luego, una empresa digna de la Gata, de
aquella a la que todos consideraban como una heroína. Bien merecía su renombre,
pues era la más hábil, la más valerosa, la mejor...
Bleicher se ocupó, desde luego, de que
Micheline saliera de Francia sin obstáculos y una vez fuera de sus fronteras no
hubo dificultad alguna en llegar a Inglaterra. Con ello, Bleicher logró el golpe
maestro de instalar a su gente, la Gata, y a Pierre de Vomecourt, que no
sospechaba nada, en el Ministerio de la Guerra, en pleno
Londres.
La Gata trabajó allí durante nueve meses.
Todo lo que ella sabia lo transmitía a Francia por el nuevo canal que había
establecido la Resistencia. Todas las informaciones eran registradas por
Violette y ésta las pasaba a Bleicher.
Sin embargo, el servicio de contraespionaje
británico se mostró, con respecto a la Gata, menos confiado que los compañeros
franceses de ésta.
Un cerebro sin corazón
Los ingleses acabaron por ver claramente
cuál era su juego y la detuvieron en julio de 1942. Los británicos mantendrían
encarcelada a Micheline Carré hasta el final de la guerra.
En la celda de su prisión inglesa, la Gata
escribió en su diario una página dirigida a sus antiguos camaradas de la
Resistencia:
"¿Cómo explicar todo lo que he tenido que
soportar? Jamás podría hallar las palabras para expresar mi tristeza profunda,
infinita, o para describir mis temores. Pero no estoy sola. Tampoco vosotros,
aquellos que todavía seguís con vida, dormiréis esta noche; estaréis conmigo, Y
en cuanto a vosotros, los que estáis muertos, viviréis conmigo, según nuestras
propias leyes, en un mundo que yo he creado para mí."
Cuando se presentó ante sus jueces
franceses, en enero de 1949, Micheline estaba tranquila. Su mirada recorría,
soñadora, las molduras doradas del techo barroco de Ia sala del
tribunal.
El procurador tomó la palabra: "Durante dos
meses practicó Ia más vil de las traiciones. Su malevolencia, su doblez, su
perseverancia en el mal, su diario del que acabo de leer algunos extractos y que
Ia describe tal como es -un cerebro sin corazón- son hechos que ustedes podrán
juzgar en su totalidad. Y reconocerán que, en este asunto, hay una sola sanción
posible: la muerte",
-Admito su culpabilidad -declaró el abogado
defensor-, pero es preciso tener en cuenta que esta mujer fue colocada en una
situación en la que sólo le cabía elegir entre Ia vida y Ia
muerte,
Nadie puede olvidar que fue una heroína
desde los primeros momentos de la Resistencia. ¡Condenaríais a muerte a aquellos
que fueron los primeros en esparcir las semillas de la fe y que, más tarde,
sobrevaloraron sus propias fuerzas?
Sin embargo, el fiscal se salió con la suya
y Michelina Carré fue condenada a muerte.
No obstante, antes de ser pronunciada la
sentencia, la Gata perdió, por primera y última vez, el dominio sobre sí
misma.
-Espero el veredicto sin temor -les dijo a
los jueces-. Pero lo que no puedo olvidar es el que, mientras a mí se me pide la
pena de muerte en este tribunal, ¡Hugo Bleicher vive en libertad en
Hamburgo!
Unos meses más tarde, el Presidente de la
República conmutó la pena de muerte impuesta a Michelina Carré, la Gata, por la
de prisión perpetua.
KURT
SINGER.
Título original: ¿Un
caso de doble juego? La Gata.
Extraído de “Historia y Vida”
. Extra Nº 10. 1977.
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