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LA PIRAMIDE DE KEOPS

una obra formidable

el misrerio de los numeros

la admirable orientacion de la piramide

la funcion de la piramide

Los secretos de la gran piramide

la exploracion de la piramide de keops no ha terminado con los misterios

piramide de keops

la gran piramide

La más gigantesca construcción de la Antigüedad, clasificada por los griegos entre las Siete Maravillas del mundo, ¿es acaso la simple sepultura de un faraón imbuido de grandeza o se debe ver en ella la obra hermética de los astrónomos y matemáticos egipcios? Desde su ascensi6n al trono, el fara6n Kéops (o Khufu) lanza la más colosal empresa de construcción de todos los tiempos: su tumba tendrá la forma de una gigantesca pirámide. Escoge la meseta de Gizeh, al abrigo de las crecidas del Nilo, pero lo suficientemente cerca del río para que los bloques de piedra puedan ser transportados en balsas, y confía la obra a los arquitectos reales: el príncipe Hemiunu y el príncipe Wepemnofret.

Una obra formidable

 

«Más de cien mil hombres trabajaron durante veinte años~, nos dice el historiador griego Herodoto. Seguramente exagera. En realidad, cinco mil hombres trabajan permarientemente en la cantera: se trata de trabajadores especializados, arquitectos, contramaestres y talladores de piedra, profesionales de la construcción y de la decoración. Durante el período de las crecidas del Nilo, es decir alrededor de tres a cuatro meses, el rey recluta campesinos por míles. Estos, obligados por el río a abandonar las tareas agrícolas, van a realizar el trabajo más pesado, particularmente el transporte de las piedras. Contrariamente a lo que muy a menudo se cree, no se trata de esclavos, puesto que se les remunera por su trabajo. La mayoría de las piedras necesarias para la construcción de la pirámide son extraídas de afloramientos sobre la propia meseta. La técnica es simple: se insertan cuñas de madera en las fallas de las vetas calcárcas y se empapan de agua. Al hincharse la madera, hace estallar 12 piedra. Los bloques son tallados y después llevados en trineos hasta los pies del monumento. Los obreros disponen de herramientas de cobre y piedra dura. Utilizan grandes cantidades de palancas, de cuerdas de caña trenzada y rampas de tierra que permiten llevar las piedras a la altura deseada. Según las pinturas de la tumba de Dehutibotep, se sabe que de esta manera bastan 172 hombres para transportar una estatua de sesenta toneladas y ocho hombres solamente son necesarios para un bloque normal de dos toneladas y media. Para el revestimiento final, Kéops hace traer por barco piedra calcárea blanca, brillante y fina de Troyu y granito de Assuán. Las piedras son perfectamente calzadas, no se puede insertar entre dos bloques ni la hoja de un cuchillo. La pirámide, blanca y lisa, es finalmente recubíerta en la cima por láminas de oro que reflejan los rayos del Sol. Lamentablemente, este revestimiento no consiguió llegar hasta nuestros tiempos: en 1400, un sultán ,guiado por el profeta» destruyó esta obra maestra, ¡reliquia de los ,tiempos de ignorancia,,! Para el Islam, este monumento dedicado a «dioses falsos~ no merece más que desprecio. La pirámide es profanada, la momia de Kéops es despedazada para despojarla de su oro y los últimos tesoros saqueados,

 El misterio de los números

  El primer occidental en penetrar en la gran pirámide es el coronel inglés Howard Vyse, quien, en 1830, despeja los pasillos obstruidos a golpes de dinamita, Sus apuntes ínteresan a un editor londinense, John Taylor, Este, a partir de las cifras entregadas por el oficial (¡y sin nunca haber visto la pirámide!), elabora extrañas teorías sobre la simbologia matemática contenida en el monumento. Primero, utiliza como unidad de medida el codo real vigente en los tiempos de Kéops. junto a su amigo, el astrónomo Charles Piazzi Smylh, establece que, dividiendo la suma de los cuatro lados por el doble de la altura de la pirámide, se obtiene 3,14, o sea el número n, Por otra parte, dividiendo la superficie de la base por la superficie lateral y la superficie lateral por la superficie total, se obtiene 1,618, es decir, el número áureo evocado por el filósofo griego Pitágoras. Estos datos incontestables no tienen nada de sorprendente. Los egipcios, desde el Antiguo Imperio, poseen conocimientos matemáticos elementales, que aplican manifiestamente a la gran pirámide. Las deducciones anteriores son el simple resultado de sus admirables cualidades estéticas y del equilibrio buscado por sus arquitectos. Los trabajos de Taylor y Smyth se vuelven más confusos cuando, cansados de no establecer descubrimientos extraordinarios, inventan el «codo piramidal.. Logran entonces una serie de conclusiones asombrosas: el perímetro de base es cien veces el número de días del año, la altura de la pirámide es una milmillonésima de la distancia de la Tierra al Sol. A pesar del aspecto estrafalario de sus cálculos, Taylor y Smyth suman adeptos: a finales del siglo M, la meseta de Gizeh es invadida de fluminados que, regla en mano, toman toda suerte de medidas. El reconocido arqueólogo sir Flinders Petrie sorprende en el vestibulo de la cámara mortuoria, a un individuo rebajando un bloque de granito para darle una dimensión conforme a su teoría. Para algunos, la pirárrúcle es el evidente sostén de profecías. Anuncian, «gracias a la sabiduría de los sabios antiguos., una gran guerra para 1928, la segunda venida de Cristo en 1936 y el fin del mundo en 1953...

La admirable orientación de la pirámide

  La orientación de la pirámide es igualmente adirlirable, pero sin que sea necesario explicarlo con hipótesis fantasiosas. Las cuatro fachadas están orientadas hacia los cuatro puntos cardinales con una precisión sorprendente: la distorsión es sólo de Y6 . La civilización de Egipto antiguo desarro o numerosos conocimientos precisos, especialmente en matemáticas y astronomía. Los egipcios, acostumbrados a observar las estrellas para determinar el ritmo de las crecidas del Nflo, utilizaron un método simple pero efectivo: marcaban sobre un muro la ubicación de la salida y puesta de una estrella situada al norte y la bisectriz de la proyección de estas marcas sobre el suelo les indicaba el norte exacto. Además, el pasillo descendiente de la pirámide se inscribe en el ángulo exacto que hace la Tierra con la estrella polar. ¿Habría que deducir que la pirárráde no es sino un observatorio? Ciertamente no. Notemos solamente que con ocasión de la edificación de una tumba real ' los arquitectos, así como se pinta un fresco 0 una decoración, adoman el monumento con todos sus conocin‑rientos. Así, el faraón que pasa a la otra vida con todos sus bienes, se lleva además la sabiduna de su época.

La función de la pirámide
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 Desde la Antigüedad, la gran pirámide sorprende y los autores se suceden para tratar de explicar la razón de ser del impresionante monumento. l patriarca Jaboc y ministro del faraón Kéops) mandó construir para conservar el trigo para los siete años de vacas flacas. l Universo». El sarcófago de granito rojo encontrado al interior de la cámara real no sería sino el Arca de la Alianza de Moisés. En cuanto a los partidarios de la teoría de la Tierra hueca, ven en la gran pirámide una puerta de acceso a un universo interior... En nuestros días. Médiums pretenden que la gran pirámide emite una fuerza magnética intensa: concluyen, con una aparente lógica, que los bloques de piedra fueron trasladados por extraterrestres gracias a una poderosa fuerza antigravitacional. El objetivo de estos seres sería esconder un reactor nuclear. El escéptico no tendría más que buscar bajo la arena de la meseta de Gizeh: encontraría los restos de una nave espacial... Finalmente, la esfinge, símbolo de una raza superior venida de¡ espacio, habría sido construida al mismo tiempo que la gran pirámide por unos atlantes descendientes de extraterrestres que habrían escapado de la desaparición de su continente,  

La más gigantesca construcción de la Antigüedad, clasificada por los griegos entre las Siete Maravillas del mundo, ¿es acaso la simple sepultura de un faraón imbuido de grandeza o se debe ver en ella la obra hermética de los astrónomos y matemáticos egipcios?.

 Desde su ascención al trono, el faraón Kéops (o Khufu) lanza la más colosal empresa de construcción de todos los tiempos: su tumba tendrá la forma de una gigantesca pirámide. Escoge la meseta de Gizeh, al abrigo de las crecidas del Nilo, pero lo suficientemente cerca del río para que los bloques de piedra puedan ser transportados en balsas, y confía la obra a los arquitectos reales: el príncipe Hemiunu y el príncipe Wepemnofret.

 

UNA OBRA FORMIDABLE

   "Más de cien mil hombres trabajaron durante 20 años", nos dice el historiador griego Herodoto. Seguramente exagera. En realidad, cinco mil hombres trabajan permanentemente en la cantera: se trata de trabajadores especializados, arquitectos, contramaestres y talladores de piedra, profesionales de la construcción y decoración. Durante el período de las crecidas del Nilo, es decir al rededor de tres o cuatro meses, el rey recluta campesinos por miles. Estos, obligados por el río a abandonar las tareas agrícolas, van a realizar el trabajo más pesado, particularmente el transporte de las piedras. Contrariamente a lo que muy a menudo se cree, no se trata de esclavos, puesto que se les remunera por su trabajo.  La mayoría de las piedras necesarias para la construcción de la pirámide son extraídas de afloramientos sobre la propia meseta. La técnica es simple: se insertan cuñas de madera en las fallas de las vetas calcáreas y se empapan en agua. Al hincharse la madera, hace estallar la piedra. Los bloques son tallados y después llevados en trineos hasta los pies del monumento. Los obreros disponene de herramientas de cobre y piedra dura. Utilizan grandes cantidades de palancas, de cuerdas de caña trenzada y rampas de tierra que permiten llevar las piedras a la altura deseada. Según las pinturas de la tumba de Dehutihotep, se sabe que de esta manera bastan 172 hombres para transportar una estatua de setenta toneladas y ocho hombres solamente son necesarios para un bloque normal de dos toneladas y media.   Para el revestimiento final, Kéops hace traer por barco piedra calcárea blanca, brillante y fina de Troyu y granito de Assuán. Las piedras son perfectamente calzadas, no se puede insertar entre los bloques ni la hoja de un cuchillo.La pirámide, blanca y lisa, es finalmente recubierta en la cima por láminas de oro que reflejan los rayos del Sol. Lamentablemente, este revestimiento no consiguió llegar hasta nuestros tiempos: en 1400, un sultán "guiado por el profeta" destruyó esta obra maestra, ¡reliquia de los "tiempos de ignorancia"! Para el Islam, este monumento dedicado a "dioses falsos" no merece más que desprecio. La pirámide es profanada, la momia de Kéops es despedazada para despojarla de su oro y los últimos tesoros saqueados.  Había muerto Dorcas Chase, hermano de Mary Ann, quien tuvo siempre fama de excéntrico. Lo demostró al dejarse morir de hambre en su cuarto, encerrado con llave. Dos esclavos de color cargaron el ataúd de plomo hasta la puerta de hierro de la tumba y esperaron a que otros dos abriesen y entrasen en primer lugar, provistos de antorchas. Se disponían los cuatro a descender por la escalera de piedra. Pero no llegaron a penetrar en la cripta. Lanzaron un grito de terror y abandonaron el lugar corriendo.

 EL MISTERIO DE LOS NÚMEROS

   El primer occidental en penetrar en la gran pirámide es el coronel inglés Howard Vyse, quien, en 1830, despeja los pasillos obstruidos a golpes de dinamita. Sus apuntes interesan a un editor londinense, Jhon Taylos. Este, a partir de las cifras entregadas por el oficial (y sin nunca haber visto la pirámide), elabora extrañas teorías sobre la simbología matemática contenida en el monumento. Primero, utiliza como unidad de medida el codo real vigente en los tiempos de Kéops. Junto a su amigo, el astrónomo Charles Piazzi Smyth, establece que, dividiendo la suma de los cuatro lados por el doble de la altura de la pirámide, se obtiene 3,14, o sea el número Pi. Por otra parte, dividiendo la superficie de la base por la superficie lateral y la superficie lateral por la superficie total, se obtiene 1,618, es decir, el número áureo evocado por el filósofo griego Pitágoras. Estos datos incontestables no tienen nada de sorprendente. Los egipcios, desde el Antiguo Imperio, poseen conocimientos matemáticos elementales, que aplican manifiestamente a la gran pirámide. Las deducciones anteriores son el simple resultado de sus admirables cualidades estéticas y del equilibrio buscado por sus arquitectos. Los trabajos de Taylos y Smyth se vuelven más confusos cuando, cansados de no establecer descubrimientos extraordinarios, inventan el "codo piramidal". Logran entonces una serie de conclusiones asombrosas: el perímetro dce base es cien veces el número de días del año, la altura de la pirámide es una milmillonésima de la distancia de la Tierra al Sol. A pesar del aspecto estrafalario de sus cálculos, Taylor y Smyth sumana adeptos: a finales del siglo XIX, la meseta de Gizeh es inavadida de iluminados que, regla en mano, toman toda suerte de medidas. El reconocido arqueólogo sir Flinders Petrie sorprende en el vestíbulo de la cámara mortuoria, a un individuo rebajando un bloque de granito para darle una dimensión conforme a su teoría. Para algunos, la pirámide es el evidente sostén de profecías. Anuncian, "gracias a la sabiduría de los sabios antiguos", una gran guerra para 1928, la segunda venida de Cristo para 1936 y el fin del mundo en 1953...

 LA ADMIRABLE ORIENTACIÓN DE LA PIRÁMIDE

   La orientación de la pirámide es igualmente admirable, pero sin que sea necesario explicarlo con hipótesis fantasiosas. Las cuatro fachadas están orientadas hacia los cuatro puntos cardinales con una precisión sorprendente: la distorsión es de sólo 3'6. La civilización de Egipto antiguo desarrolló numerosos conocimientos precisos, especialmente en matemáticas y astronomía. Los egipcios, acostumbrados a observar las estrellas para determinar el ritmo de las crecidas del Nilo, utilizaron un método simple pero efectivo: marcaban sobre un muro la ubicación de la salida y puesta de una estrella situada al norte y la bisectriz de la proyección de estas marcas sobre el suelo les indicaba el norte exacto. Además, el pasillo descendiente de la pirámide se inscribe en el ángulo exacto que hace la Tierra con la estrella polar. ¿Habría que deducir que la pirámide no es sino un observatorio? Ciertamente no. Notemos solamente que con ocasión de la edificación de una tumba real, los arquitectos, así como se pinta un fresco o una decoración, adornan el monumento con todos sus conocimientos. Así, el faraón que pasa a la otra vida con todos sus bienes, se lleva además la sabiduría de su época.

La Función de la Pirámide

Desde la Antigüedad, la gran pirámide sorprende y los autores se suceden para tratar de explicar la razón de ser del impresionante monumento.
Interpretaciones antiguas y medievales.- Según Aristóteles, fue erigida para manifestar el poderío real. Para el historiador latino Ammiano Marcelino era una enorme biblioteca: sus cámaras estaban destinadas a conservar los archivos de los sabios. Según el cronista viajero del siglo XII Benjamín de Tudela, era un silo gigantesco que José (hijo del patriarca Jacob y ministro del faráon Kéops mandó construir para conservar el trigo para los siete años de vacas flacas.
Desde el siglo XIX.- Esotéricos y excéntricos se oponen a las explicaciones, demasiado prosaicas para ellos, de los arqueólogos: la gran pirámide no podría ser otra cosa que un hito para que el arca de Noe reencontrara su camino, o un observatorio donde se conservarían las "grandes ecuaciones del Universo". El sarcófago de granito rojo encontrado al interior de la cámara real no sería sino el Arca de la Alianza de Moisés. En cuanto a los partidarios de la teoría de la Tierra hueca, ven en la gran pirámide una puerta de acceso a un universo interior...
En nuestros días.- Médiums pretenden que la gran pirámide emite una fuerza magnética intensa: concluyen, con una aparente lógica, que los bloques de piedra fueron trasladados por extraterrestres gracias a una poderosa fuerza antigravitacional. El objetivo de estos seres sería esconder un reactor nuclear. El escéptico no tendría  más que buscar bajo la arena de la meseta de Gizeh: encontraría los restos de una nave espacial... Finalmente, la esfinge, símbolo de una raza superios venida del espacio, habría sido construida al mismo tiempo que la gran pirámide por unos atlantes descendientes de extraterrestres que habrían escapado de la desaparición de su continente.

LOS SECRETOS DE LA GRAN PIRÁMIDE

Si usted visitara Egipto y recorriera los trece kilómetros por el sudoeste de El Cairo hacia Gizeh para ver la estructura pétrea más famosa del mundo, es probable que le dijeran, que la gran pirámide fue construida como tumba fortaleza para proteger el cuerpo del faraón Khufu. Los griegos lo llamaban Keops. Cien mil hombres, según Herodoto, trabajaron durante veinte años para asegurar la resurrección física de Khufu, su seguridad de vida después de la muerte. Los antiguos ladrones de sepulcros saquearon su tumba y 'expoliaron su momia, así como profanaron las de otros faraones, salvo la de Tutankamón.  Estas son, verdades fundamentales de la egiptología, su credo aceptado. Son tan válidas como los dogmas religiosos o la creencia en la vida extraterrestre. No hay prueba de que la pirámide fuera diseñada como tumba, antes bien hay evidencias en el sentido contrario. Ningún texto egipcio describe la construcción de la pirámide o se refiere a ella. Herodoto es nuestra más antigua fuente de información. En su visita a Egipto en 440 a.C., le informaron que se suponía que el lado norte de la pirámide contenía una puerta engoznada secreta y su interior una cámara subterránea. Un visitante posterior, el geógrafo romana Estrabón, quien recorriera el Nilo en el año 24 a.C., dice que la entrada daba a un angosto pasaje que llevaba a un foso húmedo y plagado de gusanos. Aparentemente, la puerta fue encontrada y el foso inspeccionado en época de los romanos, porque luego se observó en las paredes marcas de antorchas. La ubicación de la puerta secreta se perdió.  En el año 820 de nuestra era se penetró por primera vez en la pirámide. El joven califa Abdullah Al Mamun, un entusiasta de las matemáticas y de la navegación, creía que la pirámide contenía una cámara secreta en la que se habían depositado mapas y tablas astronómicos y otros vastos tesoros. Reunió un grupo de ingenieros, arquitectos y albañiles y una cuadrilla de obreros y exploró el lado norte en busca de la puerta secreta. Como no pudo hallarla, hizo que sus hombres excavaran en la caliza, con la esperanza de dar con el pasaje interno. Los trabajadores excavaron un angosto túnel hasta una profundidad de 30 metros. Ya estaban perdiendo toda esperanza cuando oyeron un gran ruido sordo dentro de la pirámide.  Continuaron trabajando y dieron con un angosto pasaje en declive. Sobre el suelo yacía la pesada piedra que había caído del techo. Los árabes ascendieron por el pasaje y hallaron la piedra engoznada del lado norte, 15 metros más arriba de la base de la pirámide y diez bloques más alta de lo que habían calculado. Ellos habían dado con el Pasaje Descendente. Se deslizaron hacia abajo y llegaron a un pozo rudimentariamente labrado en la profundidad de la roca natural. Un pasaje horizontal se extendía otros 15 metros y terminaba en una pared. Un angosto conducto descendía por 9 metros. El pozo y sus extensiones estaban vacíos.  Volviendo al punto donde habían dado con el Pasaje Descendente, los árabes notaron que la piedra caída había ocultado el extremo de lo que parecía ser un bloque de granito. ¿Ocultaría esa cuña la entrada a otro pasaje, uno que llevara hacía arriba, al centro de la pirámide? La cuña, que parecía pesar varias toneladas, estaba firmemente calzada entre los bloques de caliza que la rodeaban. Al desesperar en su intento de removerla, Mamun ordenó a sus albañiles que abrieran un camino alrededor de ella.  Esa tediosa excavación reveló que la cuña de granito tenía una longitud de 1,8 metros y era la primera de una serie de cuñas de igual longitud, todas ajustadamente calzadas dentro del angosto Pasaje Ascendente. Cuando con sus picos consiguieron superar esas obstrucciones, los albañiles se encontraron en un pasaje horizontal bajo. Conducía a un cuarto pequeño, cuadrado y vacío, que pasó a llamarse "Cámara de la reina". Volvieron al punto de unión con el Pasaje Ascendente y notaron un hueco arriba. Treparon unos sobre los hombros de otros y entraran en una galería (la Gran Galería) de 8,5 metros de altura y que llevaba hacia arriba. Ascendieron el declive de 45 metros y llegaron a otro pasaje horizontal, en parte bloqueado por una piedra que reducía su altura a 81 centímetros. Agachándose mucho penetraron en otra cámara, más grande que la primera, de paredes y techo formados por bloques cuadrados muy juntos entre sí. (Esta "Cámara del rey" tiene 10,5 metros de largo por 5 de ancho y 6 de altura). En el centro se hallaba un gran sarcófago de granito. No tenía tapa y estaba vacío. La historia de la primera entrada, que narran varios historiadores árabes, establece hechos de importancia fundamental. El Pasaje Ascendente estaba completamente sellado y las cuñas de granito no habían sido tocadas. Sin embargo, las cámaras estaban vacías. ¿Cómo habían escapado los anderos que habían transportado al faraón a su último lugar de descanso? Algunos habrían debido quedarse atrás para retirar las cuñas. ¿Qué había ocurrido con el cuerpo del faraón? Los ladrones de tumbas no habían superado las cuñas graníticas. Ninguno de los antiguos investigadores europeos se planteó estas preguntas. Ellos aceptaron la teoría de que la pirámide había sido construida tema tumba.  Decepcionados. en sus esfuerzos por descubrir los secretos de la pirámide, los árabes quitaron la parte exterior de su cubierta de caliza, utilizándola para construís mezquitas y palacios en El Cairo y dejando pilas de escombros alrededor de la base de la pirámide, que ahora aparecía como una serie de cursos ascendentes de piedra que alcanzaban una altura de 145 metros. La base de la pirámide cubre unas 5 hectáreas. Recibió la visita de una sucesión de curiosos europeos. Las cuñas de granito que bloqueaban el Pasaje Ascendente fueron retiradas en 1817.  John Greaves fue a Egipto en 1638. Matemático de Oxford, esperaba encontrar dentro de 1a estructura los datos que le permitieran establecer las dimensiones de la tierra y proporcionas una pauta imperecedera de medición lineal. Buscó la unidad básica de medición empleada en la construcción de la pirámide. Se vio frustrado por las masas de escombros que rodeaban la base de la pirámide, que impidieron su medición. Greaves realizó un descubrimiento notable. En la pared, al comienzo de la Gran Galería, donde esta se encuentra con el Pasaje Ascendente, advirtió un bloque de piedra rodeado de argamasa que parecía ligeramente mal colocado. Consiguió retirarlo y descubrió un angosto pasadizo que descendía. Lo siguió hasta una profundidad de 18 metros. El conducto se perdía en una lóbrega oscuridad. Ese "fuste de pozo" fue investigado muy bien en 1840, cuando se descubrió que sus 15 metros finales estaban bloqueados por cascotes y arena y su salida cuidadosamente camuflada. Llega al Pasaje Descendente.  De las mediciones obtenidas por Greaves dentro de la pirámide, sir Isaac Newton dedujo que se la había construido según dos diferentes unidades de medida, el más largo "codo sagrado", como él lo denominó, de aproximadamente 25 pulgadas británicas y el más corto "codo profano" de 20,63 pulgadas británicas (o alrededor de 63 y 52 centímetros respectivamente). Por lo cual, el descubridor de la gravedad creó un fantasma que con el tiempo se convirtió en la teoría de que la pirámide se había construido para representar una profecía en piedra.  Una sucesión de estudiosos siguieron a Greaves en la búsqueda de la verdad eterna. Se pueden resumir brevemente sus descubrimientos, suposiciones y frustraciones. En 1765, David Davidson halló tres pequeñas habitaciones sobre la Cámara del rey, las paredes de una de ellas adornadas con la cartela del faraón Khufu. Más tarde se comprendió que esas cámaras se habían construido para aliviar la presión del techo plano de la Cámara del rey. Davidson también encontró canales de aire que llegaban a la cámara desde el exterior de la pirámide, a 60 metros de distancia.  El matemática francés Edmé Francois Jomard (uno de los sabios que Napoleón llevara a Egipto en 1798) concluyó, después de una cuidadosa investigación, que la pirámide estaba exactamente orientada según los cuatro puntos cardinales y que había sido construida sobre el meridiano que bisecaba con exactitud el delta de Egipto, formando así un perfecto hito geodésico. Dedujo que un antiguo astrónoma, de pie en la base del Pasaje Descendente y mirando a través de la entrada, pudo haber observado el tránsito de alguna estrella circumpolar.  Jomard rechazó la teoría de que la pirámide había sido construida coma tumba. Creía que se la había realizado para perpetuar un. antiguo sistema de medidas y concluyó que sus diseñadores habían poseído un avanbreve pasaje horizontal que lleva al pie de la Gran Galería representaba el Pasaje del Mesías, marcado por la crucifixión.  Cuando llegó a la parte superior de la Gran Galería, Davidson midió la longitud del pasaje que conducía a la Cámara del rey. Calculada según la pulgada piramidal, correspondía exactamente al período del 4 de agosto de 1914 al 11 de noviembre de 1918, la duración de la Primera Guerra Mundial. Acicateado por su estupendo descubrimiento, Davidson procedió a denominar la Cámara del rey como "Cámara de la tumba abierta" y a definir otras fechas proféticas. Uno de los discípulos de Taylor, el coronel Garnier, ya había indicado en 1882 como el año del Segundo Advenimiento. Davidson la postergó hasta 1913, para que tuviera mayores probabilidades de verificarse. Utilizó la longitud de la Cámara del rey para simbolizar los años entre 1936 y el 20 de agosto de 1953. Por lo que sabemos, nada importante ocurrió ese día. Según Davidson, los días de la tribulación final comenzarían en e1 2001 y 3/4 y terminarían en el 2045 y 1/2. Pero la teoría de Davidson de que la pirámide había sido construida como una cápsula de tiempo ya había sido demolida por el descubrimiento de sir Flinders Petrie, en 1880, de que sus constructores no habían trabajado según el codo sacro sino según el coda real, que representaba unos 52 centímetros.  Volviendo a un argumento más sobrio, debemos notar la visita a Egipto en 1864 de Charles Piazzi Smyth, el astrónomo real de Escocia quien, tamo John Taylor, trató de conciliar la ciencia con la religión. En el caso de Smyth triunfó la ciencia. Sus esmeradas mediciones descubrieran que los constructores de la pirámide habían conocido la relación del radio de un círculo con su circunferencia, conocimiento que hasta ese momento se creía exclusiva prerrogativa de los sabios griegos. El área de la base de la pirámide dividida por el doble de su altura da la famosa cifra ? = 3,14159.  A su regreso a Escocia, Smyth dio su enfática opinión de que la pirámide revelaba conocimientos exactos muy sorprendentes de alta física astronómica y geográfica casi 1500 años antes de los infantiles comienzos de esas disciplinas entre los antiguos griegos. De esa manera ofendió profundamente la opinión erudita, que le atribuía a los griegos el descubrimiento de todos los conocimientos matemáticos. A Smyth se lo hizo víctima del escarnio y se lo llamó "piramidiota".  Las exactas mediciones de Petrie y luego las de J. H. Cole permitieron que los teóricas de pensamiento racional expresaran ideas más revolucionarias. Moses Cotesworth concluyó que la pirámide había sido ideada como un exacto calendario para registrar el movimiento de las estrellas alrededor del cielo. Richard Proctor efectuó un notable descubrimiento. Erudito además de astrónomo, observó la afirmación del autor romano Proclo en el sentido de que la pirámide habla sido utilizada como observatorio antes de que se la completara. A partir de ese dato Proctor desarrolló una teoría tan sorprendentemente simple que fue ignorada par los académicos.  La Gran Pirámide había sido diseñada como observatorio astronómico, el instrumento más avanzada y perfecto con excepción del moderno telescopio. Sus diseñadores habían incorporada en su centra una gran ranura graduada, perfectamente alineada sobre el meridiano a través de la bóveda celeste. Mirando a través del Pasaje Descendente, los antiguas astrónomos habían podido observar la panoplia de estrellas y el tránsito de estas. Vista desde el extremo del pasaje, la estrella Alfa Draconis había estado, en el 2160 o el 3440 a.C., a 3° 43' del Polo Norte. Para que se la pudiera observar, el pasaje debía estar inclinado según un ángulo de 26°~ 17', exactamente el declive logrado por los antiguos astrónomas.  Una vez construida esa ranura gigante, ese antiguo telescopio, ¿por qué sus diseñadores siguieron construyendo? Necesitaban asegurarse información adicional, creía Proctor. Cuando la pirámide creció, ellos crearon el Pasaje Ascendente, también según un ángulo de 26° 17', para controlar la alineación con el meridiano, adoptando el ingenioso recurso de llenar el espacio en la unión con el Pasaje Descendente con un receptáculo de agua, para reflejar hacia arriba la luz de la estrella elegida. ¿Para qué, se preguntó Proctor, se habría necesitado la Gran Galería? Analizando el problema desde el punto de vista del astrónomo, antes que del arquitecto, comprendió que el astrónomo antiguo había necesitado una hendedura muy alta con paredes verticales para poder trazar mapas del cielo. Esto le permitía observar el segundo exacto del tránsito de una estrella. De esa manera habría podido establecer su declinación, su distancia angular al norte o el sur del ecuador celeste. En esa etapa la Gran Galería estaba abierta hacia el cielo.  Hasta ese momento, estimó Proctor, la pirámide había sido construida hasta su quincuagésimo curso de piedra, precisamente el nivel de la Gran Galería. La pirámide estaba en su forma truncada, con su parte superior cuadrada que servía como plano para trazar mapas del cielo, exactamente como Kepler y Galileo habían utilizado cartas cuadradas. Desde su plano, los antiguos egipcios habían podido dividir la tierra en zonas por grados. Proclo había afirmado correctamente que la pirámide había sido utilizada como observatorio astronómico antes de que se la completara.  La sorprendente sofisticación de los astrónomos egipcios se ha revelado aun más por el examen de los templos de Karnak y Luxor y por el estudio de los textos antiguos. De estos, el profesor Livio Stecchini (profesor de Historia Antigua en el William Paterson College, Nueva Jersey), quien ha dedicado su carrera al estudio de las medidas antiguas, dedujo que los antiguos egipcios habían determinado la forma de la tierra, de la que sabían que era un verdadero círculo, su tamaño (redescubierto sólo en el siglo XVIII de nuestra era), su precisa circunferencia, la distancia geográfica del ecuador a los polos, el hecho de que la tierra se aplana en los polos, los grados de la latitud y la longitud hasta la distancia de unas pocas decenas de metros y el hecho de que eran más cortas en el ecuador y más largas en los polos, y las dimensiones exactas del antiguo Egipto. Podían medir con precisión la extensión del año. Entendían el sistema de la proyección de mapas por el que las superficies esféricas se reducen a planos. Habían diseñado la base de la pirámide para que correspondiera a la distancia que la tierra rota en medio segundo. Habían estado 2000 años más adelantados que los sabios griegos, quienes derivaron sus conocimientos de ellos.  Entre sus muchos logros matemáticos, los egipcios habían computado lo que se conoce como la serie Fibonacci (en la que cada nuevo número es la suma de los dos precedentes) con la que, de haberlo deseado, podrían haber predicho con exactitud el número de conejos que podrían nacer en un año a partir de un par de conejos, que es de 377 pares.  Sin embargo, en dos milenios casi todo ese conocimiento cuidadosamente compilado se había perdido. Los griegos lo recibieron sólo de manera imperfecta. ¿Cómo adquirieron ese conocimiento los antiguos egipcios? Pueden haberlo desarrollado en varios siglos, o pudo haber sido descubierto por un único genio, un antiguo Einstein. Andrew Thomas pretende que creamos que fue llevado a Egipto por los sobrevivientes de la Atlántida perdida. (A. Thomas, Atlantis: From Legend to Discovery, Hale, 1972).  Se cree que la Gran Pirámide fue construida hacia 2500 a.C., durante el reinado de Khufu, un faraón de la cuarta dinastía. En el comienzo de la operación los ingenieros limpiaron y nivelaron la planicie y fijaron los bloques de las esquinas para delinear la base de la pirárnide. Según los cálculos de sir Flinders Petrie, está formada por 2.300.000 piedras que pesan 2 y 1/2 toneladas cada una y miden 127 por 127 por 71 centímetros. Cómo fueron levantadas, es asunto que ha intrigado a muchos investigadores. Algunos piensan que la pirámide estaba rodeada por una rampa de tierra por la que se izaban las piedras. Otros creen que se las elevaba con máquinas de balanceo. A Herodoto se le informó que fueron necesarios veinte años, con cien mil hombres que trabajaban durante tres meses cada año en la época de la inundación del Nilo. La pirámide puede haber sido un proyecto de obra pública para dar alimento al pueblo durante el período de ociosidad forzosa.  Los astrónomos sacerdotes también pudieron haber persuadido al faraón Khufu de que el edificio serviría como su tumba, promesa que tal vez no tuvieran intenciones de cumplir.  Peter Tompkins (en su libro Secrets of the Great Pyramíd, Allen Lane, 1971) sugiere que los diseñadores de la pirámide, una vez que aprendieron todo lo que deseaban saber con su observatorio astronómico, después de crear toda su ciencia astronómica, geográfica y geodésica mediante la observación astral, tapiaron su instrumento para impedir que se descubrieran sus secretos.  Para Tompkins, el enigma más intrigante eran las cuñas de granito que se habían utilizado para bloquear el Pasaje Ascendente. Ellas impedían que se volviera a entrar en las cámaras. La tumba de Khufu estaba vacía y sin embargo no pudo haber sido saqueada. Los ladrones de tumbas no habrían podido llegar a su interior y los anderos no habrían podido escapar de ella.  La teoría de que los ladrones de tumbas treparon por el conducto del pozo y de que por este escaparon los anderos, parece contradictoria con los hechos. Cuando se lo encontró, la piedra que ocultaba su parte superior estaba ajustadamente sellada, su salida inferior camuflada con cuidado, su parte inferior rellena con escombros. Un hombre de cada grupo habría debido permanecer en la galería para volver a sellar la piedra después que los otros hubieran descendido. Su esqueleto habría sido encontrado por los exploradores árabes. Se cree que ese fuste de pozo fue un canal de aire para ventilar el Pasaje Descendente.  Entonces, ¿cómo se hizo descender las cuñas al Pasaje Descendente? Este parece ser el quid de la cuestión, la posible respuesta al misterio de la Gran Pirámide.  Los egiptólogos que creen que fue construida como tumba suponen que después de que la momia del faraón fuera llevada a la cámara, los anderos hicieron deslizar las tres enormes cuñas de granito desde arriba, hasta su posición. Ellos escaparon descendiendo por el fuste del pozo, llevándose consigo la maciza tapa del sarcófago. La improbabilidad de este procedimiento condujo a la sugerencia de que las cuñas habían sido liberadas por control remoto, con ingenieros que disponían su descenso desde la parte inferior. Ninguna de las teorías parece factible. David Davidson hizo una contribución a la ciencia. Como ingeniero que era, señaló que el espacio de media pulgada en la parte superior del Pasaje Ascendente habría sido insuficiente como para permitir que se hiciera resbalar las cuñas hacia abajo sin que se trabaran. Ello habría requerido paredes tan suaves como el cristal, mientras que las del Pasaje Ascendente eran muy ásperas.  ¿Pudieron colocarse las cuñas en posición durante el curso de la construcción de la pirámide, para la época en que esta había cumplido su fin como observatorio? Los arquitectos sacerdotes completaron la estructura para proporcionar un ápice, con las pirámides adyacentes menores, que sirviera como hito para sus estudias de triangulación y posiblemente para satisfacer al faraón, en el sentido de que aún estaban construyendo su tumba.  ¿Posee aún otros secretos la pirámide? Algunos egiptólogos creen que contiene cuartos secretos no descubiertos, en los que se guardan los avíos funerarios del faraón, todo lo necesario para la vida futura. En la década de 1960, Luis Álvarez, el ganador del Premio Nóbel de física de 1968, creó una máquina para detectar el pasaje de rayos cósmicos, que él esperaba que revelaría la cámara oculta. La probó en la pirámide de Kefrén, el hijo de Khufu. Las cintas magnéticas que obtuvo fueron analizadas con computadora en Berkeley, California, sin resultados notables hasta el presente (Álvarez, L. W., "Search for Hidden Chambers in the Pyramids", Science 167, 1970, págs. 832/9).  En 1974 el profesor danés Hubert Paulsen, un arquitecto retirado de la profesión, después de una investigación extensiva dentro de la Pirámide anunció su teoría de que probablemente exista una cámara no descubierta debajo de sus cimientos. Basa su teoría en los principios geométricos sobre los que se construyó la pirámide. Esa cámara puede haber sido la tumba del faraón y tal vez contenga tesoros aun más notables que los hallados en la tumba de Tutankamón.  Kurt Mendelssohn ha sugerido otra explicación para las pirámides, tanto las de Egipto como las construidas por mayas y aztecas. Eran tareas comunitarias ideadas para unir a tribus separadas en una sociedad, mediante un gran trabajo común. De esa manera, los constructores crearon e1 estado nacional (K. Mendelssohn, The Riddle of the Pyramids, Praeger, 1974).  La pirámide puede haber descubierto otro secreto. El científico francés Bovis notó algo extraño. En la Cámara del rey había cubos de residuos que contenían los cuerpos de varios animales pequeños, que habían trepado y muerto allí. Fueron. deshidratados y momificados. Después de leer el informe de Bovis, el ingeniero checo Karen Drbal experimentó con modelos en forma de pirámide. En ellos colocó leche y yogurt, que se conservaron frescos y no se echaron a perder. Una hoja de afeitar se conservó afilada después de 200 afeitadas. ¿Acumula ondas electromagnéticas o rayos cósmicos un recipiente en forma de pirámide? Nadie conoce la respuesta, pero varios fabricantes han adoptado pirámides como contenedores para mercaderías perecederas. Ese puede ser el único secreto que los antiguos sacerdotes no consiguieron descubrir.