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ISLA DEL TESORO

 

  Este grabado del siglo XIX, vendido por la tienda Poliock’s Toy Theatre de Londres, representa a un Kidd muy idealizado en acción. Robert Louis Stevenson (1850-1894), cuya famosa novela La isla del tesoro se basa en la vida real de Kidd, pasó mucho tiempo hurgando en dicho establecimiento. Dos versiones del mapa del tesoro encontrado a principios del siglo XX, atribuido a Kidd. El de abajo, más detallado, sitúa la isla en el mar de la China, pero las letras del sombreado a la izquierda forman la palabra oak, refiriéndose quizás a la isla de Oak, frente a Nueva Escocia. Se cree que las crípticas «20 tortugas» podrían indicar que el mapa está al revés. Dos versiones del mapa del tesoro encontrado a principios del siglo XX, atribuido a Kidd. El de abajo, más detallado, sitúa la isla en el mar de la China, pero las letras del sombreado a la izquierda forman la palabra oak, refiriéndose quizás a la isla de Oak, frente a Nueva Escocia. Se cree que las crípticas «20 tortugas» podrían indicar que el mapa está al revés. Otro retrato idealizado de Kidd vigilando el enterramiento del tesoro en la isla de Gardiner, frente a las costas de Nueva York. Kidd dejó su botín en este lugar en 1699, pero se cree que las autoridades lo recuperaron poco después.  
  La leyenda de la «isla del tesoro» del capitán Kidd se difundió rápidamente tras su muerte y el valor del tesoro se multiplicó, transformándose en millones, aunque no existe ninguna prueba concluyente de que Kidd se apoderase de algo más que el oro, la plata, las joyas y las sedas del Quedah y el Doncella durante la breve temporada en que se dedicó a la piratería. Una parte de las ganancias se repartió entre los miembros de la tripulación que se quedaron en Madagascar cuando Kidd atracó allí en 1698, y otra parte fue a parar a manos de los marineros que abandonaron la corbeta Antonio en Lewes, en la bahía de Delaware, antes de que Kidd llegara a Boston en julio de 1699. También sabemos que, antes de que Kidd atracara en esta ciudad, se detuvo en la isla de Gardiner, frente a las costas de la isla de Long, para dejar fardos y cofres, y que al menos uno de ellos contenía oro. Pero lord Bellomont encontró rápidamente esos objetos y se los llevó consigo sin dejar rastro.
Los escépticos mantienen que los relatos originales sobre el tesoro de Kidd se basan en sus actividades en la isla de Gardiner y que la carta que escribió en la víspera de su ejecución sirvió para echar más leña al fuego. Dicha carta sigue siendo la única prueba concluyente de la existencia del tesoro. Palmer encontró todos los mapas en cofres marinos auténticos de la época de Kidd, con el nombre del capitán, y la caligrafía parece coincidir con la escritura de Kidd. Pero, siempre según los escépticos, que un solo hombre encuentre nada menos que cuatro mapas piratas al cabo de más de doscientos años resulta demasiada coincidencia.
El mapa más explícito apareció en 1934, en el interior de un cofre con la siguiente leyenda: «William y Sarah Kidd, Su cofre.» Indica la latitud y longitud de la isla, así como instrucciones en código sobre el lugar en que está escondido el tesoro. Pero en aquellos días, la latitud no se calculaba en todo el mundo a partir del meridiano de Greenwich, de modo que los datos del mapa no son muy útiles. Además, el código no ha acabado de descifrarse y otro factor que complica aún más las cosas es que la isla está situada, sin lugar a dudas, en el mar de la China. Que se sepa, Kidd no llegó a esa zona en el transcurso del viaje que realizó entre 1696 y 1699.
Un descubrimiento japonés
Según cierta teoría, podría tratarse de la isla de Yokoate, que forma parte de un archipiélago que se extiende desde el sur del Japón hasta Taiwan. En 1952, unos pescadores japQneses se refugiaron en una cala de aquella zona. Explorando en tierra, encontraron grabados de un animal con cuernos en la superficie de una roca. El descubrimiento llegó a oídos de un erudito japonés, Nagashima, que recordó que Kidd a veces firmaba con el dibujo estilizado de un cabrito, una broma que hacía con su apellido. (En inglés, Kid significa cabrito.)
Nagashima inspeccionó el lugar, donde se rumorea que encontró la entrada de una cueva casi cubierta por completo de maleza. Según cuentan, en su interior había un montón de viejas cajas de hierro con unos cincuenta millones de dólares en monedas de oro y plata, que Nagashima envió a Tokio en el más absoluto secreto. Más adelante, la prensa japonesa dio la noticia de que Nagashirna había desaparecido, al parecer llevándose el tesoro, y de que la policía lo perseguía.
Tanto si es cierto que Nagashima encontró el tesoro de Kidd como si no, mu chas personas sostienen que la referencia al mar de la China que aparece en los mapas es correcta. Aseguran que los mapas, o el original del que fueron copiados y que se ha perdido, no señalan el escondite de las riquezas de Kidd, sino que éste los adquirió en una época concreta mientras actuaba como corsario. Esta teoría explica un misterio: por qué un comerciante próspero aceptó la arriesgada misión de combatir contra los piratas. Se dice que el objetivo de Kidd consistió siempre en aprovechar la ocasión del viaje del Adventure para encontrar la isla del mar de la China y que confeccionó varias copias del mapa por si uno se perdía o lo robaban.
Los que comparten esta opinión añaden que esto explica por qué Kidd, en su última carta, no especificaba el lugar en que se encontraba el tesoro: porque él mismo no lo sabía con exactitud. Por otra parte, como lo que intentaba era comprar su vida y no era precisamente estúpido, ¿por qué habría tenido que dar todos los detalles a sus carceleros hasta que le prometieran el perdón?
Otras islas
Otros piensan que el mapa que sitúa el tesoro en el mar de la China no es más que una treta, ideada para despistar a quien por casualidad se tope con el mapa, y que en realidad Kidd enterró el tesoro mucho más cerca de su país.
El Caribe es un posible escondite, pues fue allí donde Kidd cambió el Quedah por el Antonio. Esto último no parece muy probable, porque para entonces ya habían reducido el barco a chatarra y, casi con toda seguridad, lo habían saqueado. Sin embargo, si Kidd hubiera escondido el cargamento en algún lugar de las islas y hubiera utilizado el nombre del barco como una especie de taquigrafía para comunicarse con Bellomont, la historia tendría más sentido, pero no se ha encontrado ninguna prueba de que esto sucediese, por lo que resulta difícil apoyar esta teoría.
La teoría más interesante sitúa la isla de Kidd mucho más al norte, frente a las costas de Nueva Escocia. Se trata de la isla de Oak, que es objeto de las investigaciones de muchos buscadores de tesoros desde 1804, pero aún no se han desentrañado todos sus secretos.
En los tratos que tuvo posteriormente con Bellomont, Kidd debió hacerse con gran parte de las fabulosas riquezas que, según aseguraba, había dejado en las bodegas del Quedah.