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PARA LA
IMAGINACION EUROPEA EL NUEVO MUNDO RESULTO UNA INAGOTABLE FUENTE DE RIQUEZAS
Y SORPRESAS. AMERICA ERA EL ESPACIO EN EL QUE CABIAN TODAS LAS FANTASIAS,
DONDE LA IMAGINACION SUPLANTABA A LA REALIDAD, Y LOS SUEÑOS MAS FEBRILES, AL
CONOCIMIENTO. ANIMALES Y SERES HUMANOS CONFORMABAN UNA GALERIA DE MONSTRUOS.
LOS GIGANTES PATAGONICOS FUERON UNA CREACION DE ESOS DELIRIOS. UN METRO DE
CARPINTERO, TRAIDO AQUI POR EL AFAN CIENTIFICO DEL SIGLO XVIII, REDUJO LA
TALLA DE LOS PATAGONES A SU EXACTA MEDIDA. AL HACERLO, SEPULTO PARA SIEMPRE
LA LEYENDA DE SU GIGANTISMO.
MONIKA SCH1LLAT
La
descripción que de un
tehuelche hizo Antonio
Pignfetta en 1 519 echó
a. rodal Ja
leyenda de los gigantes
patagónicos. «En tan airo
él, que no le pasábamos de la cintura»,
apunto.
Grabado
anónimo en madera
de 1603. en el que aparece un gigante
patagón con problemas de estómago,
introduciéndose una flecha en la garganta.
Para
ilustrarla medida
del titán se ¡e agregó
un buey, que lleva
en su mano izquierda. En la derecha se
observan boleadoras. Andró
Thevet, Cosmographie
Universelle, Pans, 1575.
imagenes
de seres imaginarios. Entre ellos se destacaron ¡os gigantes,
que alcanzaron gran fama en el mundo medieval.
Grabado en madera aparecido en la versión
alemana de los viajes de Mandeville en 1482.
Historia de una leyenda:
La conquista de América sedujo a los contemporáneos
europeos por la posibilidad de enriquecerse de manera fácil. El oro fue, sin
duda, lo más obvio para los soldados comunes y lo más importante para los
caballeros endeudados. Sin embargo, no fue lo único que empujó la conquista.
La codicia de oro jamás hubiera podido provocar un movimiento tan colosal.
Lo decisivo, lo que hizo perdurar la conquista,
fue el impulso hacia la lejanía. La energía que la Edad Media había
vivido hacia adentro tomó rumbo hacia afuera. Curiosidad,
codicia de oro, fanatismo religioso y, sobre todo, la ansiedad de vivir
aventuras, fueron las fuerzas que impulsaron hacia ultramara los europeos de
todos los estratos sociales. Con ideas fantásticas y cartas poco exactas, se
iniciaron grandes empresas. Los cronistas de la época, nutridos por los
cuentos de los navegantes, divulgaron pronto noticias increíbles sobre sus
protagonistas y lo hallado en el Nuevo Mundo. Los viajeros del siglo
xvi, fuertemente influidos por la época del
Renacimiento, iniciaron sus expediciones a la espera de encontrar cosas
maravillosas. Antonio Pigafetta, joven
aristócrata italiano, quien acompañó a Fernando Magallanes en su viaje de
relevamiento al Atlántico Sur, declaró con
franqueza: «Supe que navegando por el Océano se veían
cosas maravillosas y me determiné a asegurarme por mis propios ojos de la
veracidad de todo lo que se contaba, para a mi vez, contar a otros mi viaje,
tanto para entretenerlos como para serles útil y lograr al mismo tiempo
hacerme un nombre que llegase a la posteridad».'Entre
las cosas milagrosas ansiadas por los contemporáneos, se hallaron animales
míticos, medicinas prodigiosas como el elixir de la vida eterna,
plantas pórtenlas
y otras maravillas que durante siglos los habían preocupado en tradiciones y
leyendas. También creían en la existencia de seres monstruosos. Aparte de
los A/íonoco/i y los
Monopodos. que contaban solamente con un
ojo y con un pie, respectivamente, se encontraban los
Astomi. que no tenían boca alguna y que,
consecuentemente, debían alimentarse del aroma de ciertas frutas. Los
Acefali no poseían cabeza, y llevaban su
rostro en el pecho. Seres con cabezas de perro, los Cynocefa¡i,
Skiapodos. y finalmente
los pigmeos y gigantes.2 La colección antigua
de seres fabulosos de Gajus
Julius Solenus.
De mirabUus
mundi, sirvió como fuente de
inspiración durante toda la Edad Media a los enciclopedistas cosmógrafos y
cronistas. Entre todos estos seres imaginados se destacaron los gigantes,
que lograron una fama extraordinaria en el mundo medieval. No sólo que
fueron conocidos por la leyenda, sino también
a través de la misma Biblia. No nos tiene por qué sorprender entonces que
los navegantes de aquella época, llenos de expectativas, enfrentando un
mundo nuevo y chocante, finalmente encontraran gigantes en las Indias, sólo
porque los querían encontrar. Es el joven
Pigafetta quien describió el primer encuentro
de europeos con los supuestos colosos de la ribera norte del estrecho de
Magallanes, que luego ganarían fama como
patagones. Este aristócrata italiano describió los
tehuelches de la
bahía de San Julián en el año 1519 sin imaginarse jamás que sus
observaciones serian luego comparadas con las de viajeros posteriores a él.
Solamente asi se explica su desmesurada exageración al describir la estatura
de los autóctonos: «Un dia, de pronto
descubrimos a un hombre de gigantesca estatura el cual desnudo, sobre la
ribera del puerto, bailaba, cantaba y vertía
polvo sobre su cabeza. Era tan alto él, que no le pasábamos de la cintura».'
Sucesores de Pigafetta, que viajaron por la misma ruta que éste,
divulgaron testimonios llenos de
contradicciones en favor y en contra acerca de la
existencia de titanes en el sur de América. García de
Loaysa encontró solamente algunas pisadas
grandes sobre la costa patagónica.4 En el
estrecho mismo fueron avistados indios canoeros y, no sabiendo que se
trataba de otra etnia. se supuso que ellos también
eran patagones. Esta confusión llevó a que los cronistas en Europa
describieran a estos autóctonos, supuestamente
alacaluf con un talle medio de 1.60
metros . erróneamente como gigantes.'
Simón de Alcazova fue quien observó en el
año 1534 autóctonos cerca del río Gallegos,
pero no logró acercarse lo suficiente como
para poder juzgar la altura de los mismos.'
Luego, su expedición también se encontró en el
estrecho de Magallanes con los indios canoeros. En su relato no encontramos,
sin embargo, ninguna mención sobre una posible
esta tura extraordinaria de los aborígenes. Recién en el año 1559 un
navegante francés confirmó las observaciones
de Pigafetta. .lean
Alfonse declaró haber visto en la Patagonia
huellas de hombres gigantescos que medían el doble de un europeo grande.'
Thomas Cavendish, en el año 1588.
solamente había visto pisadas grandes. Sin
embargo, Jacob le
Maire y Wilhelm
Schouten encontraron en el año 1615 por lo menos un esqueleto
extraordinariamente largo. Tres años más tarde.
García de Nodal" impugnó enérgicamente la
existencia de gigantes en esa región, explicando que los patagones median solamente
una cabeza más que los españoles. Esta opinión fue compartida por
sir John
Narborough, quien viajó en
1670 por aquel meridiano.9
Narborough, que había buscado amparo en la bahía
de San Julián, hizo una minuciosa descripción de los aborígenes. Sometido a
un clima cada vez más riguroso, permaneció con su tripulación bajo la mirada
de los indígenas que, recelosos y distantes,
contemplaban sus miserias. En su deseo de ganarse la voluntad de los
tehuelches. llegó a improvisar inclusive un baile con su segundo,
al que se agregaron los demás. Sólo obtuvo
como resultado la mirada indiferente de los patagones, que quizás pensaban
que ellos lo hacían mejor. Sus
compatriotas, John Bulkley y John
Cummins, describieron correctamente el talle
de los autóctonos entre 5 y 6 pies."Comparando las distintas medidas de la
estatura de los patagones durante tres siglos, se puede observar que
habia enormes diferencias entre las
descripciones de los distintos viajeros. Entre 5 y 11.5 pies se halla
cualquier medida posible. Si bien esto nos demuestra que las observaciones
etnográ ticas
eran de un carácter subjetivo, igualmente debe aclararse que el valor
documental de dichas medidas es limitado. dado que antes de la introducción
del sistema métrico en Europa existían,
por ejemplo en Alemania, más de cien distintas medidas del pie. variando
entre 25 centímetros y 35 centímetros de
largo. Lo mismo sucedió en Francia e Inglaterra. El
tbot inglés sólo desde hace muy poco
fue fijado en un valor de 30,48 centímetros.
Agravante es no sólo que no se pueda saber con qué tipo de pie realizaron
las mediciones, sino que tampoco existiera control sobre la exactitud de las
traducciones de los relatos de los viajeros. Sin embargo, prueban las
medidas que la imagen de los tehuelches siguió acercándose más y más a
la realidad con el transcurso de los siglos.
Mientras que los primeros relatos de viajes nos proporcionan más información
sobre los europeos mismos, sus sueños, miedos
y expectativas, que sobre los autóctonos americanos,
el empirismo del Barroco llevó a mediciones
más realistas. Las Américas ya no se percibían
solamente con los ojos. El capitán Wallis
llevó un metro de carpintero a la Patagonia para poder verificar el talle de
los supuestos gigantes, y llegó a la
conclusión de que median 1,82 metros promedio."
Interes por lo exotico y apetito por la riqueza
Con la más fuerte expansión de los europeos hasta ese
momento, en regiones desconocidas e inaccesibles, comenzó una actividad de
recolección que se extendió a los más diversos territorios. En apoyo a las
ideas de la analogía del
macro y del
microconsumo, tanto principes como sabios realizaron colecciones. Estas
se colocaban en un espacio que representaba el «Gran Mundo». Pertenecían
a ellos «Colecciones» que representaban etnias
no europeas. La curiosidad europea no tenia limites, abarcaba de la misma
manera a todo lo raro o lo extravagante, fuera humano o animal: los objetos
expuestos fueron todo tipo de monstruosidades.En el transcurso del siglo
xvni se comenzó con la búsqueda de esqueletos
exóticos. El anatomista Peter Camper fue uno
de los primeros que realizó un estudio sistemático de la anatomía
comparada de la fisonomía
de razas. Anatomía y estética, como también la
historia del origen de la humanidad, iban de la mano.12Pero
aunque mediciones exactas probaron que los
tehuelches no eran nada más que hombres grandes, experimentó la leyenda
de los gigantes patagones un nuevo esplendor en el siglo
xviu. El interés prolongado por los colosos de
América del Sur habia
traido consigo expediciones europeas a la
Patagonia y a la Tierra del Fuego, que a su vez aumentaron los conocimientos
generales sobre esta remota región, despertando asi el interés internacional
en la explotación de mamíferos marinos. Al
mismo tiempo, se inició la búsqueda francesa e inglesa de puntos de apoyo en
esta zona. Después de la guerra de los Siete Anos, cambió el panorama de las
Américas. Inglaterra habia triunfado
sobre España en los últimos meses de la guerra. En Canadá habia derrotado
definitivamente a los franceses, aliados de España, ocupó la
Luisiana Oriental, la Florida y las islas de
Tobago, Granada y Granadina, entregadas a su
soberanía, atacó y rindió a La Habana, que
luego devolvió, simbolizando este hecho la debilidad del poder español en el
Caribe. La seguridad de sus triunfos indicó nuevos rumbos, que apuntaban al
Atlántico Sur y al Pacifico, a las costas de Buenos Aires, la Patagonia y el
litoral chileno y peruano. comenzando a eslabonarse desde entonces una serie
de empresas amenazadoras para la corona española.La campaña de lord
Anson en el Pacifico habia sido ya una
advertencia. Las posteriores expediciones de Byron,
Wallis y Carteret y
Cook, acentuaron el interés británico por las costas australes y la ruta
hacia el Pacifico, que finalmente llevó a la
ocupación transitoria de las islas Malvinas y a continuas incursiones de
balleneros ingleses en los mares patagónicos. Paralelamente al avance
británico, los franceses buscaron en el Atlántico Sur una recompensa para
suspérdidas en América del Norte.
Antoine de
Bougainville tomó las islas Malvinas en 1765 para el gobierno francés, y
empezó a poblarlas con colonos franceses que
habian sido expulsados del Canadá. En el mismo año, el navegante inglés
John Byron también tomé posesión del
archipiélago para la corona inglesa, ignorando la
ocupación francesa de la isla Soledad. Solamente en este contexto se
entiende por qué John Byron hizo revivir la
vieja leyenda de los gigantes patagones pese a
que sus compatriotas Bulkley y
Cummins en 1741 ya habían
divulgado que no había gigantes en el estrecho
de Magallanes. Byron pretendió lo contrario, y eclipsó a sus predecesores
con una descripción espantosa. En una carta al conde
Egmont. comentó su encuentro con los
tehuelches al norte del cabo Vírgenes;
«El más corpulento de mis granaderos no parecía nada al lado de ellos (...)
nuestros hombres a bordo, los cuales nos estaban vigilando con sus
catalejos, dijeron luego que nosotros parecíamos
enanos entre esa gente (los tehuelches), creo que esa gente, se
asemeja a gigantes más que cualquier otro pueblo del mundo»."Como
el gobierno inglés no podía' saber que
Bougainvi lie ya
había tomado las islas Malvinas para Francia,
trató de ocultar a sus vecinos sus verdaderas intenciones
en-el Atlántico Sur. No solamente guardaron
silencio sobre sus propósitos durante el viaje de Byron,14
sino también lo ocultaron cuando ya había
regresado con la noticiado la ocupación
exitosa de las islas para la corona inglesa,
el público no recibió ninguna información. Esta retención de datos y el
largo silencio que guardó la tripulación en conjunto con la forma abrupta en
que se produjo, recién un año después, la divulgación de las noticias
excitantes sobre la existencia de los colosos en la
Patagonia, fecha que coincide con la próxima
expedición inglesa al Atlántico Sur (Wallis y
Carteret 1766-1769) coincide con esa
suposición. Cuando la tripulación de Byron finalmente
rompió su silencio lo hizo en forma escrita, mandando una carta dirigida a
la Royal Society.15
La academia científica real los hizo publicar sin comentario alguno."
Esa publicación sensacional causó una ola de
discu-sióncientifica a lo largo de toda
Europa. Nuevamente aparecieron los grabados en madera de los gigantes
patagones. En esa época ya quedaban solamente unos pocos defensores de la
leyenda. De ellos, los más destacados y
reconocidos no se encontraban en Inglaterra, sino justo en Francia.'7
Lo cual prueba una vez más que el intento de dejar revivir ese viejo mito se
dirigía a los franceses con el fin
de engañarlos sobre las intenciones verdaderas de los viajes que iban a
seguir al de Byron.De hecho,
era muy corriente en el año 1767 suponer que el
almirantazgo inglés mandara las siguientes expediciones para poder seguir
observando a los gigantes. Empero, no se halló
ninguna orden al respecto en las instrucciones que
Wallis y Carteret recibieron del primer
torddel almirantazgo, conde de
Egmont.en 1766.'"En
efecto, trajeron datos bastante pobres y desilusionantes sobre los aborígenes
de la Patagonia que acabaron de una vez y para
siempre con la vieja leyenda: «Gente muy corpulenta, pocos de ellos medían
menos que seis pies siete pulgadas (...) porque llevé un metro de carpintero
conmigo y medi más que veinte de ellos».'9Mientras
tanto, el barco de suministro de esa expedición, el
Prince Frederik,
tenia la orden de anclar en Port
Egmont y permanecer allí
esperando nuevas órdenes.20.Los viajes de
James Cook entre los años 1768 y 1779
terminaron ese primer ciclo de misiones científicas
inglesas en el hemisferio sur. Cook había
recibido órdenes adicionales secretas que lo obligaban a buscar el
continente, hasta entonces desconocido, la Térra
Ausfralis. En el caso de no poder encontrarla,
su misión consistía en explorar la costa de
Nueva Zelandia y ocupar cada isla que todavía
no fuese poblada por europeos.2' El segundo
viaje del capitán Cook diocomo resultado que
la Térra Ausfralis
de las leyendas no existia. Siguiendo las órdenes del almirantazgo de
circunnavegar las latitudes extremas del hemisferio sur, Cook había
incursionado ya varias veces en el círculo antartico.
Su viaje de 1774 llegó hasta los 71°10'
de latitud sur. Su búsqueda, tan metódica como decepcionante, comprobó que
no había ningún subcontinente habitable en
esas latitudes.Dadas estas circunstancias, el interés británico se concentró
otra vez en la posible ocupación de Tierra del Fuego y la fortificación
de las islas Malvinas, ya ocupadas. Al mismo tiempo se hicieron obsoletas
las observaciones sobre la talla de los autóctonos patagónicos, dado que
la discusión sobre si eran o no gigantes de
verdad ya no brindaba ninguna ventaja. Asi entonces el mundo se olvidó de
los tehuelches.
ilustración
de un marinero inglés ofreciéndole
a la mujer gigante patagón una galleta
para su pequeño hijo. Portada
del relato del viaje de
Jolin Byron, Londres,
Representación
de un indio canoero (supuestamente
alacaluf) como artético
gigante de Tierra del Fuego con rasgos holandeses.
Grabado en madera de un holandés anónimo, alrededor de 1600.
NOTAS
1. antonio piuafetta,
Primer via;e en romo del globo, Buenos Aires,
1954: tomado de la introducción de Pigafetta.
2. fraijre gewecke,
Wie die
neue Weolt
ín die alte
kani, Stuttgart,
1986, p. 63.
3. antonio
PhiAFETTA. Op.
CÍt., p. 26.
4. john
callender, térra
Austraíis cognita
or voyages tothe
Térra Australis.
tomo i, Amsterdam,
1967,p. 113.
5. Idem, ibídem.
6. Idem, ¿bidem.p. 125.
7. jean altonse,
Les voyages
aventurcux du
capitaine íanAlfonceSainctongeois, París, 1559, p. 60: «Les
gens son grans
comme géants
et y a été
vu un honime
plus grand deux
dois que le
plus grand de
toute 1'Ewope. et a été
trowé en teñe
son pas, et étaif
plus grand que deux
pieds des notres
et eut bien
chaussé souJiers de
vingt-quatrepoints».
8. bartolomé y gonzalo garcia nodal,
Reíactón de) viaje,
quepororden
desuMagd. y acuerdo del Real
Consejo de Indias,
hizieron Jos
capitanes Bartolomé
García Nodaí y
Goncalo de Nodal
normanos, naturales de Pontevedra,
al descubrimiento del Estrecho de Magallanes,
Madrid, 1621.
9. G. corizza
de k.emper /
A. doval, «La fracasada ocupación de Puerto
Deseado en 1670», en Conflictos en el A
tlantico Sur - siglos
XVH-XX, Buenos Aires, 1988. p. 33.
helen wallis, «The
Patagonian Giants», en
R.E. Gallagher
(ed.), Byron 's
Joumal of
his
circumnavigation 1764-J766,
Cambndge. 1964,
pp. 185 y 186
10.JUAN PaulDUVIOLS. L'Amerique
españole vue
et révée - les
li\ res de voyages
de Chnstophe
Colomb a Bougainville 1492-1768.
París, 1985. p. 32.
11.Urs Bitterli
Die «Wilden»
unddie «Zivilisierten». Munich.
1976, p. 32.
12. stefan
goldmann, «Wilde
in Europa -
Aspekte und Orte
ihrer
Zurschaustellung», en Thomas
Theye (ed.),
Wirunddie Wilden.
Hamburgo, 198'),
p. 247 y 248.
13. Traducción de la
autora. La carta de .lohn
Byron al conde
Egmont fue mandada con el barco de suministro
Florida e)
24 de febrero de 1765. Editada en
R.E.Gallagher(ed.),op.
cit..p. l55:«Thestoutest
ofour Grenadiera
wouid appear
nothing to
them (...)
OurPeople on
Board. who
were looking
at us t¡m'
theirgiasses. said
we ¡ooked
like meer
Dwarfs to the
Peopie we were
gone amongst
(...i People, who
in size come
thenearest to
Giíiiits ofany
People I believe in
tbe Worid».
14. El relato de un oficial, participante
del viaje de Byron 1764-65, muestra claramente que éste ignoraba por
completo la orden de ocupar las Malvinas
«Hasta el 13 de Enero no había nada
especial. Ese día descubrimos tierra, y nos
parecía que se trataba de un grupo de i si
as, una cerca de la otra [El oficial
habla de las Islas Malvinas.]»,
traducción de la autora, según
Johann B. Mezler(ed.),
Jolm Byrons
Reise wn die
We¡t in den Jahren 1764-I76S,
Frankfurt/Leipzig, 1768, p. 52. Texto en
el original: «Bis den 13.
Januaríus hatten
wir nichts
veranderliches. An
diesein Tage
aber entdeckten
wir Land, und
es schien uns,
ais wenn
solches aus
verschiedenen nabe
beyeinanderinsein
bestünde».
15. Charles
Clerke mandó su relato del viaje
sobre el encuentro con los gigantes el 3 de noviembre de
] 766 al doctor
Maty, director de la Academia de Ciencias, la
Royal Sociefy.
16. La Royal Society
publicó el relato pocos meses después en
Philosopilicai Transactions. tomo
57, Londres, 1767, pp. 75-79.
17. Asi lo demuestran las obras de
GeorgeLouis
Leclerc Buffon, Fierre
Louis Moreaude
Maupertuis y Charles de
Brosses.
18. Public Record
Office, Almirantazgo
2/¡332,
pp. 146-152. según
H. wei,us,
Carteret's
Voyageroimd the Worid
¡766-1769.
Cambridge. 1965, p. 302-306.
19. Ibidem, p.
193. Traducción de la autora. Original:
«A very
stout People,
fewofthemifanyundersix feet seven incites
- fori took a
measure i n
shoar with me.
and measured
more than thenty».
20. PubIicRecordOffice.Almirantazgo2/¡332,p.
152, según H. wali.is,
Carterefs
Voyage. p. 306.
21. JohnCawteBeaglehole(ed).,
TheJoumalsofCaptain James
Cook on his
Voyages
ofDiscovery, tomo i, «The Voyages
of de Endeavour
1768-1771», Cambridge.
1955, pp. 279-281.
origen de datos:TODO ES HISTORIA |
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