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Al igual que otros textos clásicos de la antigua India como el
Ramayana o el Samarangana Sutradhara, el Mahabharata nos introduce en el
mundo de los dioses (los míticos Visnú, Siva, Rama, Sita, Kali, etc.) y sus
amores y guerras.Cuando en el siglo XIX empezó a ser traducido por los
colonizadores ingleses, éstos se toparon con una serie de referencias
incomprensibles para la época, que hacian continuas alusiones a naves
voladoras y poderosos cohetes y armas destructivas. Estas naves voladores o
"Vimanas" como son denominadas, y que merecerán un capítulo aparte en este
mismo recopilatorio de Mundo Oculto, podían surcar los mares y los cielos e
incluso volar por el espacio exterior. Los detalles técnicos y las
descripciones de los aparatos son continuos, así como sus capacidades de
maniobrabilidad, tipos de combustible y materiales utilizados para su
construcción.No menos sorprendentes son los capítulos dedicados a las armas
de los dioses, terribles cohetes o "Astras", cada una de ellas con sus
propias características técnicas y destructivas. El "Agniastra", capaz de
carbonizar ejércitos enteros, el "Narayanastra", un cohete que provocaba
cambios climatológicos y activaba poderosas tormentas, el "Mohanastra" o
flecha del inconsciente que hacía que ejércitos enteros se desplomasen
asfixiados sin poder respirar, el "Tashtra" capaz de matar a un gran número
de enemigos al mismo tiempo a gran distancia, el "Agneyastra", un cañón
cilíndrico que hacía un ruido como el de un trueno y lanzaba balas de
hierro, o toda una colección de los más terribles cohetes capaces de hacer
caer el pelo y las uñas al enemigo.Todos estos detalles fueron
"redescubiertos" durante la I Guerra Mundial por militares británicos, que
creyeron identificar algunas de las modernas armas empleadas durante la
contienda, tal como los gases venenosos o los más modernos explosivos. Y más
tarde, después de la II Guerra Mundial, nuevas armas aparecen identificadas
en los textos del Mahabharata, en esta ocasión la bomba atómica.
Un solo proyectil, cargado con toda la
potencia del universo. Era un arma desconocida, un rayo de hierro, un
gigantesco mensajero de la muerte que redujo a cenizas las razas de los
Vrishnis y Andakas, los enemigos contra quienes se utilizó. Los cadáveres
estaban tan quemados que resultaban irreconocibles. Sus cabellos y uñas
desaparecieron; jarros y objetos de greda quedaron destrozados, sin motivo
aparente, y los pájaros se volvieron blancos.
¿Qué dice la ciencia
oficial de todo esto?. Sencillamente que es una fantasía producto del exceso
de imaginación de los antiguos autores de estos textos.
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