Abominable
hombre de las nieves
Abominable
hombre de las nieves, legendario hombre salvaje del Himalaya,
también
conocido como Yeti.
Los
testimonios de las personas que los han podido observar proceden de Nepal
(donde es conocido como Yeti) y de algunas zonas de China, Siberia y otras
regiones de Asia. Existen también testimonios en Norteamérica, donde se
le conoce como Bigfoot en Estados Unidos y Sasquatch en Canadá. Todos
ellos afirman que estas criaturas son evasivas, de fuerte constitución,
semejantes a los monos, peludos y malolientes, y que se comunican por gruñidos,
gritos o silbidos. El abominable hombre de las nieves es semejante al
hombre salvaje de los bosques, figura del folclore muy popular. Este
personaje es conocido como Enkidu en el Poema
de Gilgamesh, como Sileno en la mitología griega, y como Grendel en
el poema anglosajón Beowulf.
Los
expertos no se ponen de acuerdo a la hora de verificar si los testimonios
modernos sobre el abominable hombre de las nieves son consecuencia de
tradiciones legendarias, o si los informes antiguos demuestran que tales
criaturas han existido durante generaciones y que es posible que aún
vivan en regiones remotas. Las supuestas pruebas físicas encontradas
—huellas, partes del cuerpo, pelos y fotografías dudosas— resultan
controvertidas, y el resultado de las investigaciones demuestra que se
trata de interpretaciones inciertas (como huellas borrosas de un animal
conocido) o simples fraudes. En 1960, el explorador Edmund Hillary se
propuso investigar a los yetis, incluyendo el que había sido visto por el
padre de su guía sherpa, Tenzing Norkay, pero no encontró ninguna prueba
para demostrar su existencia.
Algunos
autores creen que una especie de simio aún por descubrir o un último
sobreviviente del hombre de Neandertal podría explicar su presencia. Otros
van más lejos, y los relacionan con seres extraterrestres. Los más
escépticos sostienen que, sin evidencias físicas, el peso de las pruebas
aportadas no tiene ningún valor. Por otro lado, como las noticias que
llegan sobre estos seres proceden de áreas remotas, y casi siempre se han
visto desde una considerable distancia, se piensa que las posibilidades de
confusión con cualquier criatura son muchas, e interpretan que es más
fuerte el deseo de querer creer en ellos que su existencia misma, esos
avistamientos como reflejo de la fascinación que persiste en el mundo
moderno por lo salvaje y lo desconocido, con todo el misterio que ello
implica.
origen de datos: enciclopedia encarta 2001
Yeti: mito o
realidad
Humanoide de considerables proporciones,
el Yeti
o «abominable hombre de las nieves» |
constituye una de las mayores incógnitas
para la ciencia actual
LOS HOMBRES DE
LA MONTAÑA
Eric
Shipton fotografió estas huellas en el
glaciar Menlung en 1951.
Shipton amaba la montaña. Nadie como él
la conocía. La montaña ejercía sobre él una extraña fascinación: lo atraía
e intimidaba almismo tiempo. Quizá pensaba que se parecía a una mujer fría
y hermosa, coqueta y distante. No era fácil
abordarla, menos cuando esta montaña se llama
Himalaya. Ya había intentado el ascenso
en varias ocasiones. Esta vez lo acompañaba su amigo
Mile Ward y un
sherpa que
les servía de guía. Pese a los
gruesos trajes el frío se hacía sentir. Los hombres caminaban a paso
regular, absorto cada uno en sus propios pensamientos.
No se sabe quien vio primero la huella, pero el descubrimiento les
hizo detenerse. Lo primero que pensaron era que no estaban solos en
aquellas latitudes. ¿Algún escalador? En seguida se dieron cuenta de su
error: la huella representaba un pie desnudo. ¿Un animal? Sí,
posiblemente. Pero ¿qué animal tenía una huella semejante? Por el punto
en que se hallaban era necesario pensar o bien en un mono o bien en un
oso. El oso quedaba descartado, pues lo que allí se veía no eran las
huellas de unas garras sino que se distinguían perfectamente las huellas
de cinco dedos y un ancho talón. Ward y
Shipton sabían también que en general el
talón de los monos es más estrecho.
Esta parecía la huella de un hombre o con más exactitud la de un
inmenso gorila. A juzgar por la huella (32 centímetros
de extensión y 19 de anchoT*que
se encontraba hundida en la nieve su poseedor debía por lo menos medir
dos metros y pesar entre 200 y 300 kilos. Los hombres estaban atónitos.
Sabían que habían descubierto algo colosal y se apresuraron a
fotografiar y medir las huellas. El único que permaneció inmutable fue
el sherpa. El sabía bien de qué se
trataba. No sólo había visto sus huellas en incontables ocasiones sino
que también conocía a su dueño: el Yeti.
Estas
misteriosas huellas se han encontrado también, con variaciones, en
diversos puntos de otros continentes.
¿QUIEN ES EL YETI?
Desde el momento en que Shipton y Ward fotografiaron las extrañas
huellas (1951) hasta la actualidad, numerosas expediciones han partido
en busca de este singular ser.
Numerosos son los testimonios
•que se tienen de su existencia. Tan
numerosos que es imposible dudar de ella. Como ya hemos dicho aquello
que todavía constituye un misterio para el hombre y la ciencia
occidental
Una de las huellas de 1951 comparada con
el pico de hielo del doctor
Michael Ward. dentales no lo es en modo
alguno para numerosos hombres de este planeta como los
sherpas, que están acostumbrados a ver
frecuentemente a estos ejemplares.Al Yeti se le conoce también con el
nombre de «abominable hombre de las nieves», pero el apelativo de
abominable no nos parece que concuerde
con la natural actitud de estos seres. Quienes los conocen afirman
que se trata de seres que, si bien prefieren aislarse (viven
generalmente en lugares desolados), no son de naturaleza hostil. Se los
define por el contrario como curiosos, observadores y poseedores de una
notable inteligencia. En China los yetis
son bien conocidos, y según cuentan los pobladores de algunas aldeas son
vistos en muchas ocasiones espiando por las ventanas o curioseando en
los poblados. Pareciera como si sintieran admiración por los hombres y
trataran de aprender de ellos, pero a la vez son tímidos y escapan
cuando son descubiertos.¿Qué son los yetis?, ¿hombres o monos?... No
estamos en condiciones de afirmar ni lo uno ni lo otro. Su aspecto es
más bien simiesco, aunque no poseen cola. Tienen el cuerpo, menos los
pies y la cara, cubierto de vellosidad, que en algunos casos es grisácea
y en otros rojiza. Llevan el cabello largo y van desnudos.
Su cara es similar a la de los monos, pero
con características más humanas. Caminan erguidos y de lejos podrían
confundirse con hombres. No sólo su aspecto recuerda a la raza humana
sino, y esto es lo más curioso, sus actitudes podrían compararse con las
del hombre primitivo. Se han visto yetis llevando instrumentos parecidos
al arco y la flecha y en algunas cuevas
han sido encontrados vasijas y utensilios que emplean para comer. Hay
quienes afirman que poseen incluso un rudimentario lenguaje, aunque la
mayoría de los observadores coincide en
afirmar que se valen de gruñidos para comunicarse. Se dice de él que es
el «eslabón perdido». Pero ¿es realmente un ser intermedio entre el
hombre y el mono o se trata de una raza de
humanoi-des que se ha desarrollado paralelamente a la humana?
El profesor
Porsner sostiene que se trata de una
prolongación de los hombres de Neanderthal, que lejos de desaparecer
cuando el hombre actual apareció bajo la faz de la tierra han continuado
desarrollándose en esa forma. Pero antes de continuar debemos
aclarar que no puede hablarse de una sola especie de hombre de las
nieves. Además de la especie gigante, a la que los lamas
tibetanos denominan
«Kangmi», existen otras de menores
proporciones. Estas especies han sido identificadas
en di-versos puntos del globo y han recibido también distintos nombres.
En la India se los conoce con el nombre de
Dzón Glai
Edmai. En Canadá habitan los llamados
Sasquatch, que tienen una altura aproximada de tres metros. Los
mongoles lo denominaban Almus y'en
su tradición figuran numerosas leyendas referidas a estos «hombres
salvajes». Entre ellas hay una que cuenta que un cazador fue sorprendido
y raptado por un Almus y que debió convivir en una cueva con éste y su
familia. El cazador logró enseñar a esta familia de
humanoides los rudimentos del lenguaje y
estos seres aprendieron a repetir algunas sílabas y palabras.El doctor
francés BERNARD HEUVELMANS sostiene que la
especie gigante es un descendiente directo del
gigantopiteco. El GIGAN-TOPITECO es
una especie de mono gigante que habitó en China hace 500 años. Este
mono, hoy desaparecido totalmente, medía unos cuatro metros de altura.El
carácter huidizo de los yetis y lo inhóspito de las zonas en que vive
hacen difícil su estudio a los antropólogos. Por otra parte, hemos visto
que bajo este nombre genérico se ocultan seres con notables diferencias.
Sin embargo, la probada existencia de estos humanoides nos confirma dos
cosas fundamentales:En primer lugar que la vida inteligente no es
propiedad exclusiva del hombre. Que, si bien a lo largo de los siglos el
hombre ha evolucionado y se ha organizado en un sentido, llegando a ser
como hoy le conocemos, paralelamente otras formas de vida inteligente se
han desarrollado en otro sentido. Un sentido que para nuestra mentalidad
ha sido «permanecer en el salvajismo», pero del cual desconocemos sus
características y su objetivo final. En
segundo lugar, la existencia de estos seres semejantes al hombre pero
que viven en condiciones tan difíciles y diferentes a las humanas nos
prueban que la vida inteligente puede existir, tanto fuera como dentro
de nuestro planeta, bajo las más diversas formas y las más insospechadas
características.
La más clara y valiosa de las muchas huellas
observadas sobre la nieve del Himalaya
aparece en la fotografía obtenida por Eric
Shipton.
origen de datos: "mas alla de media noche"