1.
INTRODUCCIÓN Cueva
de Altamira, cueva prehistórica situada en Santillana del Mar (Cantabria,
España), donde se ha documentado una ocupación de cazadores del paleolítico
superior.
2.
PROBLEMAS
HISTORIOGRÁFICOS
Fue
descubierta por el naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola en
1876, quien, reconociendo la existencia de un yacimiento prehistórico,
identificó en 1879 un gran panel de pinturas que constituye el hallazgo más
sobresaliente de toda la cueva y por el que hoy es universalmente
conocida. Los resultados de sus investigaciones aparecieron publicados en
1880 en un folleto, Breves apuntes
sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, en
el que defendía la contemporaneidad entre el yacimiento arqueológico y
las representaciones rupestres. Tal propuesta fue rechazada por la ciencia
oficial del momento, hasta que al amparo de nuevos descubrimientos en
Francia (La Mouthe, Marsoulas) fue definitivamente aceptada a raíz de la
publicación de E. Cartailhac en 1902, Mea
culpa d´un sceptique.
Los
trabajos de Sautuola en Altamira se continuaron en ese mismo año por el
propio Cartailhac y H. Breuil, estableciéndose poco después, en 1906,
las primeras colaboraciones con el príncipe Alberto I de Mónaco, quien
sufragaría la publicación de La
caverne d´Altamira, près Santander (Espagne), redactada por aquellos
dos autores. H. Alcalde del Río excavó en la cueva en 1904, mientras que
en la última gran obra sobre Altamira, La
cueva de Altamira, en Santillana del Mar (1935), se relatan los
trabajos allí efectuados por Breuil y H. Obermaier entre 1924 y 1925.
Desde entonces se asiste a la publicación esporádica de aspectos
particulares de la caverna, echándose en falta un gran trabajo de síntesis
moderno.
3.
CARACTERÍSTICAS
GENERALES DE LA CUEVA
La
cueva de Altamira se sitúa a 160m sobre el nivel del mar, a 4km de la
actual línea de costa, en un cerro compuesto por calizas del cretácico.
Posee una planta angulosa, con dos tramos acodados, de 270m de longitud, a
lo largo de los cuales se ha documentado un yacimiento de ocupación en la
entrada, algunos hallazgos mobiliarios en diversos puntos y las obras de
arte rupestre en todo su recorrido. Su excavación ha revelado una
secuencia estratigráfica de dos fases. A la inferior, solutrense,
correspondería una industria con retoque bifacial, recogiéndose también
fragmentos de ocre como los utilizados para realizar las pinturas
rupestres. Entre los restos de fauna recuperados destacan los de ciervo,
seguidos de los de caballo, bisonte y cabra. El horizonte superior
pertenece al magdaleniense inferior cantábrico, y en él se identificaron
también restos de ocre, algunas conchas utilizadas como recipiente para
colorantes, además de evidencias faunísticas distribuidas en
proporciones afines a las solutrenses. Aumentan, sin embargo, las especies
piscícolas (salmónidos, por ejemplo) y moluscos marinos, caso de las
lapas.
La
cronología del nivel magdaleniense ha sido establecida, mediante carbono
14, a partir de hace 15.000 años, mientras que por referencias cruzadas
cantábricas el solutrense se fecha entre hace 21.000 y 17.000 años.
4.
LAS
PINTURAS RUPESTRES
Pero
las evidencias más espectaculares de la actividad humana en la cueva
corresponden al arte parietal, significándose como una de las más
destacadas manifestaciones del arte paleolítico. El conjunto más
importante, la Sala de los polícromos, se plasma sobre un techo de 120 m2
situado a unos pocos metros de la entrada, caracterizándose por la
presencia de animales polícromos (bícromos en realidad) tratados con
estilo naturalista, entre los que predominan los bisontes en actitudes
diversas, formando escena, y secundariamente caballos y algún cérvido,
además de otros signos esquemáticos. En el resto de la cueva, grabados y
pinturas aparecen sistemáticamente aislados, a no ser quizá en el tramo
final de la misma (un estrecho pasillo conocido como la Cola de caballo),
donde puede advertirse una cierta disposición programada de las
representaciones. Junto con los animales, que alcanzan la mitad de los
casi tres centenares de figuras identificadas, se documenta un segundo
grupo formado por signos, destacando entre ellos los tectiformes y triángulos.
Las técnicas de ejecución son muy diversas.
A
partir de colorantes naturales se consiguen las dos tonalidades básicas
de la paleta del artista (rojo y negro), utilizadas en diversas variedades
pictóricas: trazo lineal continuo, tamponado, tinta plana y bicromía,
entre otras. A su vez, el grabado, frecuentemente asociado a la pintura,
se efectúa a base de buril sobre soportes duros, sustituyéndose por
palos y digitaciones cuando la superficie de trabajo es más blanda. En
ocasiones, las figuras se modelan interiormente, jugándose con la
coloración natural de la pared, el lavado y el raspado de ciertas zonas,
a fin de propiciar un efecto de policromía y relieve, éste conseguido
igualmente aprovechando algunas protuberancias de la superficie de la
roca. Todas estas técnicas se documentan en el gran panel de los
bisontes, mientras que en el resto de la galería las figuras han sido
grabadas o dibujadas con pintura negra.
Su
proyección dentro del esquema estilístico propuesto por Leroi-Gourhan ha
permitido datar este arte entre el solutrense final, cuando se realizan
algunas figuras rojas, y el magdaleniense inferior, momento en que se
pinta la Sala de los polícromos. Un periodo cuya amplitud, básicamente,
coincide con la propuesta para el yacimiento arqueológico, y cuya
cronología no se aleja de las recientes fechas radiocarbónicas (entre
unos 13.570 y unos 14.710 años de antigüedad) efectuadas sobre muestras
de pintura de bisontes.
5.
EL
CONTEXTO CULTURAL DE ALTAMIRA
La
cueva de Altamira forma parte de la denominada por los expertos
‘provincia cantábrica’ que, junto con las de Dordoña y Ariège, reúnen
la mayor concentración de arte parietal paleolítico de todo el
continente. Los hallazgos más notables en esta región se ubican en el País
Vasco: cuevas guipuzcoanas de Altxerri y Ekain, y las de Santimamiñe,
Arenaza y Venta de la Perra en Vizcaya, mientras que en Cantabria, junto
con Altamira, sobresalen las del Monte Castillo (La Pasiega, Las Monedas,
Las Chimeneas y El Castillo), Covalanas, Chufín, Hornos de la Peña, El
Pendo, o la recientemente descubierta de La Garma. En Asturias,
finalmente, destacan los conjuntos de Tito Bustillo, Cándamo, El Buxu o
La Viña.
Cueva
de Altamira
Los
bisontes que se pueden observar en la imagen son sólo una pequeña
muestra del conjunto de pinturas prehistóricas que la cueva de Altamira
alberga. Datadas en más de 15.000 años de antigüedad, sus
representaciones faunísticas, ejecutadas con un hábil estilo naturalista
dominador del trazo y de la utilización de los colores, motivaron que
esta gruta cántabra, ubicada en el término de Santillana del Mar,
recibiera el apelativo de 'Capilla Sixtina del arte paleolítico'.
Scala/Art
Resource/Archivo Fotográfico Oronoz
Declarada
en 1985 Patrimonio cultural de la Humanidad por la UNESCO, la cueva de
Altamira es tal vez la principal manifestación del arte rupestre paleolítico.
Fue descubierta en 1876, aunque su principal hallazgo, los grandes paneles
de pinturas, no salió a la luz hasta tres años después, y se encuentra
enclavada en el término municipal de Santillana del Mar, en Cantabria,
situado a unos pocos kilómetros de las principales ciudades de esa
comunidad autónoma española, Torrelavega y Santander.
Archivo
Iconográfico, S.A./Corbis
origen
de datos: enciclopedia encarta 2001
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