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Secretos de la catedral de Florencia
Apenas El
Viajero Ilustrado se asoma por esa joya del Renacimiento llamada Florencia,
busca la Catedral. Entiende que esas construcciones grandiosas de más de una
ciudad italiana se conocen como Duomo.
Y sabe que, en este caso, se trata de una
alegre policromía de mármol verde de Pra-to,
blanco de Carrara y rojo de
Maremma. Arnolfb de
Camoio había diseñado a fines del siglo XIII una basílica que quedó
inconclusa después de su muerte. En 1418 se había terminado la nave y los
ábsides y hasta erigido un tambor que pudiera soportar el peso de la cúpula
que el propio Amolfb había concebido -y
soñado- pero no alcanzó a realizar. El sueño de
Arnolfo era un verdadero desafio: cubrir con esa cúpula una distancia de
unos 40 metros y elevarla unos 55 - metros sobre el suelo de la nave.
El Viajero
Ilustrado cae en la cuenta de que se trataba de erigir la cúpula más grande
de su tiempo. Claro que, en realidad, nadie sabía cómo concretar el sueño de
Amolfo, hasta que
Filippo Brunelleschi encendió su
imaginación. Y con el apoyo de Lorenzo Ghi-berti
consiguieron encadenar las nervaduras góticas tradicionales con la manipostería
en forma de espina de pez. Esta era una técnica que ya utilizaban los
romanos y que, de paso, fundó la sustancia de la arquitectura renacentista.
La espectacular fachada engaña a primera vista: su prolija terminación
gótica fue inaugurada recién en 1887, a imagen y semejanza
del Campanile (campanario) del
Giotto, finalizado en 1359, veintidós años
después de la muerte del artista y casi 500 antes de la llamativa y tardía
imitación. No por Ilustrado El Viajero es menos intrépido. Sabe que,
también desde el interior, la cúpula del
Duomo, o iglesia de Santa María del
Fiore, despierta vértigo y suspiros. Y que la
postal de Florencia desde allí arriba es rosa y marrón, pero siempre
indescriptible. Entonces trepa los 363 escalones hasta la cúspide para ver
de cerca el fresco manierista El Juicio
Final, pintado por Giorgio
Vasari. Y tampoco querrá perderse una visita
al Baptisterio de San Juan Bautista -Battistero
di San Giovanni-, otra de las joyas de
Florencia. Si la Catedral es la cuarta más grande de Europa y hoy sigue
siendo el edificio más grande Florencia, el
Battisterio, compara El Viajero, es
pequeño. Pero tiene las famosas -y bellas- puertas de bronce. De ellas, ese
artista absoluto que fue Miguel Angel dijo:
"Son tan hermosas que merecen ser las puertas
del Paraíso".
origen de datos:clarin viajes 25/11/2001 |
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