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EL ANGEL QUE PRECEDIÓ A LA VIRGEN
DE FÁTIMA
Grupo en mármol blanco erguido en
1958 en el Cabeqo, la colina desde donde se domina toda Fátima y que recuerda la
primera y tercera aparición del Angel.
La aparición de ángeles, como portadores de
mensajes, a fin de ayudar a los hombres a comprender mejor la palabra y la
voluntad de Dios, ha sido una constante en la historia de las
religiones.En Fátima, en 1916, aproximadamente un año
antes de las apariciones de la Madre de Dios, por tres veces un Angel visitó a
los tres pastorcitos. Precursor de la Virgen, anunciador de acontecimientos mayores, preparaba el alma de los
videntes para comprender mejor, vivir y difundir el mensaje
de la Virgen.
PRIMERA APARICIÓN DEL ÁNGEL
La primera aparición del Angel tuvo lugar en
la primavera del 1916 (los videntes no recuerdan el día exacto), en la Loca do Cabego, la loma rocosa cercana a Aljustrel. Era un día lluvioso y los
tres pastorcitos habían buscado refugio entre las rocas.
Cuando el cielo se despejó, permanecieron en aquel lugar
jugando, mas de repente una extraña luz aparece por el
oriente y se acerca a ellos. Cuando estuvo muy cerca,
se dieron cuenta de que tenía «la forma de un joven de unos 14015 años, más blanco que la nieve y transparente como el cristal atravesado por los rayos
del sol, y de gran belleza» (Lucía).Se aproximó a ellos y les dijo: «iNo temáis!
Soy el Angel de la Paz. Rezad conmigo». Se arrodilló, inclinando el rostro hasta el suelo, y
les hizo decir tres veces la siguiente oración: «Dios mío,
yo creo y espero en Vos, Os adoro y Os amo. Os pido perdón
por los que no creen, ni adoran, ni esperan, ni Os
aman».Después, levantándose, les dice: «Orad así.
Los Corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas». Luego
desapareció.Durante todo aquel día y el siguiente, los trespastorcitos se sintieron totalmente inmersos en la
presencia de Dios hasta el punto de no ser capaces de hablar
ni siquiera entre ellos.
SEGUNDA APARICIÓN
Sucedió unos dos meses más tarde, en
el verano de 1916, mientras los pastorcitos estaban jugando
junto al pozo que se encuentra en la parte posterior de la
casa de Lucía. Inesperadamente se les aparece el mismo Angel que les dice:
«¿Qué hacéis? Rezad, rezad mucho. Los
Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al Altísimo oraciones y
sacrificios».
«¿Cómo debemos sacrificarnos?»,
pregunta Lucía«De todo lo que podáis, ofreced un
sacrificio al Señor, en reparación por los pecados con
que es ofendido y como acto de súplica por la conversión de
los pecadores».Estas palabras impresionaron profundamente
a los tres pastorcitos. A partir de
entonces recitaron repetidas veces la oración que el Angel
les enseñara en la primera aparición y comenzaron a ofrecer
numerosos sacrificios a Dios.
TERCERA APARICIÓN
En otoño de aquel mismo año, 1916, los
pastorcitos se encontraban un día en la Loca do Cabego, el
lugar de la primera aparición. Mientras, postrados en
tierra, recitaban la oración del Angel, una luz les envuelve. Levantaron los ojos. El Angel estaba allí. Tenía en la mano izquierda un cáliz y sobre él una hostia de la que caían gotas de sangre.Dejando suspendidos en alto el cáliz y la
hostia, el Angel se postró en tierra junto a los pastorcitos
y les invita a repetir por tres veces la siguiente
oración:«Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, Os adoro profundamente y Os ofrezco
el preciosísímo Cuerpo, Sangre, Alma y divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de
su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os
pido la conversión de los pobres pecadores».Luego, levantándose, el Angel tomó el cáliz
y la hostia. A Lucía le dió la hostia y a Francisco y
a Jacinta el contenido del cáliz, diciendo: «Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y
consolad a vuestro Dios».Postrándose de nuevo, repitió con los
pastorcitos otras tres veces la oración anterior: «Santísima Trinidad...».
Después se marchó. Su misión estaba cumplida. Seis meses más
tarde el cielo se abriría de nuevo para dar paso a Aquella que tenía un mensaje de amor y de salvación para la humanidad.
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