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TRADICION CULTURAL DE AFRICANEGRA

ir a mitos africanos

  Kankalaba, en Costa de Marfil, ocupan un sitial de honor en las ceremonias que, como ésta, evocan la figura de un cazador muerto. la sociedad asante, matriarcal, sólo las mujeres  son "transmisoras de la sangre". Ritos de iniciación: ricos adornos en el cuello,  
  Aforismos
Sentimientos y oralidad
Dios habla una lengua extranjera. Etnia
ovambo.
Durante la estación seca hay que hacerse amigo del dueño de la piragua. Etnia fulfuldé.
No se puede obtener miel sin embadurnarse los dedos. Etnia malinké.
El río sigue su curso sin aguardar al sediento. Etnia gikuyu.
Los carneros despiertan la admiración de quienes nunca vieron un toro. Etnia peut.
Más vale dar poco que prometerlo. Etnia malinké.
El plato del huérfano es el hueco de su mano. Etnia baulé.
 
    canticos sagrados en honor del grandios nana tongo en la region del volta    
 

La tradición cultural en el Africa negra

Memoria, ritmo y recitado
 

"Cuentos, leyendas, aforismos son las principales manifestaciones orales de la cultura del Africa negra."

Mientras en el pasado, destacados pensadores europeos negaban la existencia de una cultura africana, en el seno de primitivas aldeas existían ricas y variadas expresiones artísticas. La Unesco revalorizó y rescató esas raíces, declarándolas patrimonio de la humanidad.

"Se trabaja la voz para expresarse con belleza y se hace alarde de responder con prestancia y soltura."

POR:NINATHÜRLER

£1 Africa negra es la tierra al sur del Sahara donde algunos ríos aislados -el Senegal, el NÍger y 3pio Nilo- rompen con sus cursos las orillas verdes de un paisaje monótono y adormecedor. Alguno que otro monte rocoso permite abarcar ese inmenso escenario y descubrir algún valle fértil, con sus aldeas y ciudades caldeadas al sol. Formas claras de dunas, animales y árboles solitarios se recortan en el espacio transparente y hasta la noche puede recibir con alivio una antigua canción: El cielo se oscurece con el azul intenso/de las telas de algodón teñidas con añil./ La niebla se convierte en rocío / de leche fresca./ Ríe la hiena; y el señor de la selva/ le responde.,, (Senegal, siglo XVIII). De tal modo, pese a las sucesivas presencias e imposiciones culturales y religiosas, el Africa ha logrado salvaguardar las raíces más profundas de su espiritualidad. El mundo de los ritos, que nacen a partir de la actitud mística ante la vida y la muerte, la familia y los antepasados, como protección frente a los espíritus malignos, la magia, la brujería, así como los métodos curativos y protectores, permiten introducirnos en lo más oculto del sentimiento africano. Como se juzgaba, de manera ignorante, que "Africa no tenía historia, e incluso apenas civilización" exceptuando unas cuantas costumbres interesantes, durante mucho tiempo se dio por sentado que también carecía de manifestaciones culturales. Y son varias las controversias planteadas al respecto. Por ejemplo, David Hume (1711-1766) en su libro Historia de Inglaterra nos presenta a las comunidades africanas como "una raza empobrecida de artes y ciencias", exagerando la influencia europea en el desarrollo de aquella civilización y dejando de lado totalmente la riqueza de las tradiciones orales en el continente. Otros interpretaron que las comunidades africanas carecían de arte debido a la heterogeneidad de su territorio, la diversidad de sus grupos étnicos y sus grandes distancias. Además, la falta de escritura y la existencia de tantos y tan distintos dialectos e idiomas, también impedían esa comunicación. Por otra parte Aldous Huxiey (1894-1963), en un informe a las Naciones Unidas publicado por la Unesco bajo el título de La doble crisis, desarrolló una extraña teoría: "Si existen dos mil doscientos cincuenta millones de seres humanos y alrededor de mil seiscientos veinte millones de hectáreas cultivables de productos  alimenticios, se requieren ochenta áreas de tierra para asegurar a cada persona una ración suficiente. Luego no es posible nutrir convenientemente a todos los hombres." Añade que la fertilidad del suelo disminuye gradualmente por una erosión universal. En Africa, Huxiey hace responsable de la erosión a las poblaciones indígenas, "que se obstinan en tener demasiadas vacas" ¡Qué lejos está la comprensión científica de Huxiey de la realidad, y cuan limitada aparece su imaginación a través de un enfoque verdadero! Hoy en día, el llamado Continente negro, gracias al impetuoso proceso descolonizador de los '60(en el que cincuenta naciones recuperaron su soberanía), la creatividad y antigua cultura de aquellos pueblos ocupan un indiscutido lugar.

La ira del baobab

El hombre africano vivió alrededor de dos millones y medio de años con un sistema que se podría denominar "de la mano a la boca", es decir recolectaba o cazaba lo que la naturaleza le ofrecía en forma de plantas, frutos y animales. De hecho la naturaleza vivía con el hombre. "Los árboles de crecimiento lento, viejos y grandes, como el baobab, poseen un alma, sienten la alegría y la pena, y cuando el hombre les da motivos desatan su ira", afirman, coincidentemente, en muchas de sus etnias. El entorno inmediato es humanizado: la luna creciente, el rayo, los objetos alargados, delgados, puntiagudos y todo lo que corresponde al lado derecho es considerado masculino; las cosas cortas, redondas y romas, la luna menguante, la llovizna y los breves aguaceros de dirección sur, son considerados femeninos. El cielo y la tierra constituyen un "matrimonio". En una ceremonia ritual la abuela africana introduce su lengua en la boca del recién nacido, a fin de insuflarle a través de la saliva el don de la palabra, cuyo poder es decisivo ya que ella está considerada como "fuerza generadora del movimiento y del ritmo" y por lo tanto de la vida y la acción. Y es necesario intercambiarla, "que vaya y venga porque es bueno dar y recibir las fuerzas de la vida", se afirma. Y esa fuerza permitirá tener una existencia larga y exitosa para sus descendientes. Aquel que ha llevado una vida plena "revive" en el mundo de los muertos. Este representa un "mundo invertido": cuando en la tierra es de día allí es de noche; los muertos están despiertos cuando los vivos duermen. Los rigurosos aforismos morales dan cuenta de la singularidad de ese pensamiento: "Muchacho, te aconsejo que seas observador; deja que escape el mundo, rehusa abrirte a él... Este mundo, bien lo sabéis, es un mercado: todos vienen y van, lo  mismo ciudadanos que extranjeros... El tonto dirá: 'Este mundo es una virginal doncella', el sabio conoce que este mundo es viejo". Otros versos nos remontan a la profundidad de la selva para dejarnos otra enseñanza: "Mi marido ha leí-; do mucho, con los blancos.^ Es tan sabio como los blancos./ Pero la lectura lo ha matado/. Lo ha cortado de su pueblo/...La casa de mi marido/yes una selva de libros!/ Hay algunos inmensos,tan grandes como los árboles tido/. , La lengua ya no puede apreciar/ el e olor refrescante del aceite de ajonjolí. Ni el sabor del malakwang/.

El arte de la palabra

Leo Frobenius (1872-1938), famoso etnólogo e investigador alemán, de quien es imposible apartarse si se intenta estudiar la africanidad, creó los principales archivos que se encuentran en el Instituto de Morfología de las Civilizaciones, en Francfort del Meno. Realizó doce viajes al Continente negro y quedó sorprendido por s la riqueza de sus tradiciones, de sus i pinturas y de sus mitos. Cuenta Frobenius, en su obra Y Africa habló, que en 1906 encontró en el territorio de Kassai-Sankurru "ciudades muy bellas con diseños arquitectónicos correspondientes a una cultura antiquísima, aristocrática y de un nivel superior". Se sabe por ejemplo que la capital de Benm en el siglo XVIII, tenía palacios inmensos y lujosos. Los ingleses la arrasaron en 1897 y muchos de sus bronces artísticamente trabajados pasaron a colecciones privadas y otros al comercio de antigüedades.Dahomey, vecina al Benín, exhibía también esta riqueza creativa que constituía la esencia de la espiritualidad de estos pueblos. Jean Laude, en su libro Las artes del Africa negra, sostiene que "al africano le gusta su propio pasado y siente la necesidad de arraigarse en él y sentirse sostenido por él. El artista africano mira su pasado y lo recrea en el presente". Se considera normal el desarrollo del arte de la palabra, ya que en las aldeas primitivas, con una economía de subsistencia, el individuo debía producir su indispensable complemento cultural. El aislamiento que estos pueblos han sufrido, con su consiguiente retardo técnico, ha servido para desarrollar una "producción viviente" sumamente valiosa y de gran variedad, transmitida de boca a oído y enriqueciendo la memoria colectiva de cada generación.Cuentos, leyendas, aforismos, fábulas son las principales manifestaciones orales de la cultura del Africa negra.La adivinanza, por ejemplo, pone a prueba la memoria que combina el lenguaje con el poder de expresión, dándole valor a la palabra literaria. Los temas recurrentes -a partir del  siglo XVII y el dominio colonial- son la esclavitud, el exilio, la relación Africa-Europa y en algunas regiones, la división en "negro y blanco". Algunos poemas son denominados "tantanes^porque toman el ritmo de los tamborileros nocturnos, un ritmo a veces seco y regular, otras convulsivo y torrentoso. El arte poético se transfigura en éxtasis. El poeta negro baila hasta desvanecerse: se instala en el tiempo de sus antepasados y los retrotrae al presente, haciéndose poseer por la negritud ancestral de su pueblo. Espera que los ecos de su tan-tan despierten sus instintos inmemoriales. La fórmula mágica inicial fue la plegaria, transmitida rítmicamente al verso, que más tarde se hizo prosa. El griot, poeta de las sociedades africanas y artesano de la palabra, es un especialista cuya formación comienza en la infancia y se traspasa de padres a hijos. La epopeya declamada con canto y música tiene un valor literario oral excepcional. Mamadou-Kouyati, según cuenta Mario Corcuera Ibañez en su libro Palabra y realidad, hace una encendida defensa de su posición diciendo: "Nosotros, los griots, somos los depositarios del conocimiento del pasado, pero quien conoce la historia de un país puede leer en su futuro. Otros pueblos se sirven de la escritura, pero la escritura no tiene el calor de la voz humana. Nosotros somos las copas de las palabras, somos los recipientes que guardan secretos seculares. Somos la memoria de los hombres. Sin nosotros los nombres de los reyes caerían en el olvido. Yo sé cómo los hombres negros se han dividido en tribus porque mi padre me ha legado su saber. Yo sé por qué aquél se llama Kame-ra, aquel otro Keita o Sidibé. Todo nombre tiene un significado oculto". Entre los narradores profesionales también los mbom mvet del sur de Camerúm y de Gabón, ocupan en la sociedad Bantú una diferente posición a la de los griots. Tocan una cítara de cuatro cuerdas y acompañan el ritmo con campanillas en los pies y son los encargados de transmitir noticias de aldea en aldea.

El saber no se escribe

El ritmo y la palabra son manifestaciones esenciales de diversas comunidades africanas, donde el saber no tiene por qué estar unido a la escritura. Por ejemplo, la literatura oral es una constituyente fundamental de la vida del continente y está asociada a su cotidianidad. En las aldeas, es frecuente que al anochecer los ancianos se congreguen en las plazas públicas y al amparo de algún árbol -al que denominan "árbol de las palabras"- convocan a los jóvenes para intercambiar historias y fábulas. Se juega con la palabra y se realizan torneos poéticos. Se trabaja la voz para manifestarse con belleza y se hace alarde de responder con prestancia y soltura. Los griots de hoy, trovadores y poetas ambulantes, han llegado en el presente hasta los medios de comunicación masiva (radio y TV), pudiendo de esta manera acercarse a una gran audiencia. Probablemente el Continente negro constituya "el abanico humano más rico de todo el globo", como señala la Unesco y a pesar de las consideraciones despectivas de los pensadores Hume y Huxiey. Y lo que sí queda demostrado, es que esas milenarias culturas -tan genuinas como originales- en realidad han sido dañadas y deformadas, cuando no exterminadas, por la presencia de tantos contingentes colonizadores que llegaron para traer su "auténtica cultura"^