El origen de una leyenda que encendió la imaginación de novelistas y
dramaturgos es un extraño prisionero a quien Luis XV prohibió todo contacto con el mundo. Revelado por Voltaire e
inmortalizado por Alejandro Dumas, el «hombre de la máscara de hierro»
es aún hoy en día un misterio: ¿quién era, y qué hizo para ser
aislado de esa manera?
Antiguo mosquetero de confianza del rey y de su ministro Louvois,
Benigno de SaintMars es, en 1665, comandante de la fortaleza de Pignerol,
en los Alpes, Tiene a su cargo varios prisioneros, entre ellos, el antiguo
ministro Fouquet y el duque de Lauzun. Saint-Mars deja Pignerol en
1681 y asume la comandancia del fuerte de Exilles: dos prisioneros le
siguen. Cuando, en 1687, se convierte en gobernador de la isla Santa
Margarita, frente a Cannes, lleva a uno de los dos hombres consigo. El
individuo es escondido en un carruaje cerrado, recubierto de molesquín.
En 1698, Saint-mars
es
nombrado comandante de la Bastilla. Un prisionero lo acompaña todavía.
Para preservar su anonimato, Saint‑Mars le cubre el rostro con una máscara
de terciopelo con articulaciones de metal: la «máscara de hierro».
Cuando el cautivo muere en 1703, es enterrado con un nombre ficticio
(Marchiali) en el cementerio de San Pablo de Paris.
Los cinco de Pignerol
El hombre de la máscara es seguramente uno de los prisioneros que Saint-Mars tiene a su cargo cuando dirige Pignerol, al comienzo de su carrera.
Dos de ellos son hombres famosos: el rico y astuto ministro Fouquet,
encarcelado por Luis xV, celoso del fasto del personaje o sinceramente convencido de su
corrupción, y el caprichoso duque de Lauzun, mariscal de campo del rey,
comprometido en intrigas amorosas. Ninguno de los dos puede ser el de la máscara
de hierro: Fouquet muere en 1680 ' Lauzun es liberado poco antes de la
partida del alcaide.
En los últimos meses
de la estadía de SaintMars en Pignerol, cinco prisioneros ocupan los
calabozos de la imponente fortaleza. Uno de ellos es un monje condenado
por haber estafado a varias doncellas de la corte pretendiendo haber
encontrado la piedra filosofal. Otro, Dubreufi, es un oficial acusado de
espionaje y traición. Un tercero, Matthioli, es un conde italiano súbdito
del duque de Mantua, que intentó engañar a Luis MV en una negociación.
El cuarto, La Riviére, es el lacayo de Fotiquet, mantenido prisionero
después de la muerte de su amo: el intrigante ministro pudo haberle
revelado peligrosos secretos. El quinto, Eustaquio Dauger, o d'Auger, es
un joven caballero de la corte acusado de estar involucrado en el caso de
los venenos.
El fiel prisionero
En 1681, Saint‑Mars llega a Exilles con dos de sus prisioneros. No
los llama de otra manera que no fuera «los dos de la torre de abajo».
Sin embargo, por la correspondencia del comandante se puede averiguar que
Matthioli y Dubreuil permanecieron por algún tiempo en Pignerol después
de la partida de Saint‑Mars, y que el monje muere allí. Por lo
tanto, los «dos de la torre de abajo» son La Riviére y Dauger. Uno de
ellos, enfermo, muere en 1686: se trata muy probablemente de La Riviére,
aquejado de un mal que lo inmovilizaba a menudo, incluso cuando servía a
Fouquet. El sobreviviente es, entonces, forzosamente, Dauger. Esta certeza
es reforzada por una carta del hijo del marqués de Louvois que, en 1691,
habla a Saint-Mars del prisionero que tiene a su cuidado «hace más de
veinte años»: sólo la fecha de encarcelación de Dauger corresponde.
En 1694, Matthioli y Dubreuil se reúnen con
Saint‑Mars en Santa Margarita. El italiano muere pocos meses más
tarde. Cuando asume su cargo en la Bastilla, en 1698, SaintMars parte de
Santa Margarita con los dos sobrevivientes: uno está enmascarado, el otro
es Dubreuil, que es dejado en el fuerte de Lyon. Nuevamente, el hombre de
la máscara no puede ser sino Eustaquio Dauger.
Eustaquio Dauger
Desde su encarcelación en 1669, Dauger es objeto de una atención
constante. Su nombre no es citado más que a su llegada y, en adelante,
cuando un importante ministro de Luis XV, como Louvois, inquiere sobre su
estado, lo hace hablando a Saint-Mars del «prisionero de la torre de
abajo» o de «vuestro antiguo prisionero». Por otra parte, las
instrucciones de Louvois son claras: se debe mantener al hombre en secreto
y asegurarse de que no tenga ninguna comunicación con el exterior.
Saint‑Mars le lleva personalmente las comidas: ni siquiera sus
centinelas pueden acercársele. Este enclaustramiento absoluto parece
significar que Dauger guarda un secreto terrible. En 1675, Louvois acepta
que éste sirva de lacayo a Fouquet en reemplazo de La Riviére, a menudo
enfermo. Contacto sin riesgo. Fouquet está también condenado de por vida
e incomunicado deL mundo.
Aún permanecen dos enigmas: ¿cuáles son esos
terribles secretos y por qué Dauger es encarcelado con tantas
precauciones en vez de ser simplemente asesinado? La hipótesis preciada
por los novelistas de que el hombre de la máscara de hierro fue un
hermano de Luis XIV no puede ser defendida seriamente. Después de los
estudios de un historiador del siglo XX (M. Duvivier), la carrera de
Dauger es bien conocida y nada permite relacionar su personaje a la
familia real. Queda el hecho de que se creyó necesario no sólo aislarlo
para impedirle revelar lo que fuera, sino que se cuidó de esconder también
su rostro, que debió contener un secreto en sí mismo...
Las antiguas hipótesis
La máscara que cubría la cara del
prisionero de Saint-Mars alimentó muchas hipótesis. Sería para disimular un parecido con
un gran personaje que se le habría impuesto al cautivo llevar la máscara,
al tiempo que se le trataba con las mayores consideraciones.
A partir del siglo XVIII, se propusieron varias identidades. La más famosa es la
aventurada por Voltaire y retomada por Alejandro Dumas, autor de la novela
El vízconde de Bragelone: el hombre de la máscara de hierro sería un
medio hermano mayor de Luis XIV, fruto de las relaciones adúlteras entre
Ana de Austria y el conde de Buckingham. Sin embargo, también habría
podido ser un gemelo M Rey Sol; su hermano menor nacido de un matrimonio
secreto entre Ana y Mazarino; un hijo natural del rey Carlos II de Inglaterra... o incluso el escritor Molliere, quien, después del Tartufo, ¡habría sido víctima de la venganza
de los devotos!
El caso
revelado por Voltaíre
En su obra El
siglo de Luis XIV, publicada en
1751, Voltaire es el primero en evocar el caso de la máscara de hierro.
«Se envió, con máximo secreto, al castillo de la
isla Santa Margarita, en el mar de Provenza, a un prisionero desconocido,
de estatura superior a lo común, joven y de la más bella y fina estampa.
Durante el viaje, el prisionero llevaba una máscara cuya mentonera tenía
resortes de acero, que te permitían comer con la máscara puesta. Había
órdenes de matarlo si se descubría. Permaneció en la isla hasta que un
oficial de confianza, llamado Saint-Mais, alcalde de Pignerol, designado
alcalde de la Bastilla el año 1690, fue a buscarlo a la isla Santa
Margarita y lo condujo a la Bastilla, siempre enmascarado. El marqués de
Louvoisfue a verlo a la isla antes del traslado. El desconocido fue
llevado ala Bastilla, donde se le alojó espléndidamente. No se le negaba
nada de lo que pedía. Su mayor gusto era por la ropa de una fineza
extraordinaria y por los encajes. Tocaba la guitarra. Se le daba la mejor
comida y el alcalde rara vez se sentaba delante de él,
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