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DESASTRES ECOLOGICOS

ChernobyL

DERRAME DE PETRÓLEO EN LA PENÍNSULA DE VALDEZ

EN LA INDIA

DESASTRES ECOLÓGICOS EN LOS ÚLTIMOS 30 AÑOS

En abril de 1986 se registró en Ucrania el accidente nuclear mas grave de todos los ocurridos en el mundo entero; sus consecuencias -nacimientos de niños con malformaciones; muertes por cánceres- todavía castigan la región. Los rusos no explicaron nada. Pero todavía hoy, trece años después, se recuerda aquel 26 de abril de 1986, cuando se produjo el estallido en la planta nuclear de Chernobyl, Ucrania, que generaba electricidad para una vasta zona. Si bien se dedujo que se debió a errores humanos y al mal diseño de la planta, un manto de silencio cubrió al accidente. Los primeros en advertir. que había una fuga importante de radiactividad fueron los técnicos de una central nuclear sueca, a centenares de kilómetros de distancia. Inmediatamente, se comunicaron con otras usinas europeas, pero en todas partes la situación era normal. El incendio que siguió al estallido de Chernoby1 duró dos semanas y fue inocultable, y entonces se constató que había en la atmósfera cien millones de curies de radiación, lo cual equivalía a que el accidente era seis millones de veces más grave que otro anterior que había conmovido al mundo, el de Three Mile lsland, en los Estados Unidos.
Más de treinta personas muñeron en el primer estallido. Pero las secuelas de la contaminación radiactiva se notaron en los niños; algunos nacieron sin brazos y con otras deformidades.
Cuarenta mil personas fueron afectadas y sufrieron distintos tipos de cánceres, y en los cinco años posteriores se estimaba en 6.500 el número de muertos. Otras consecuencias -la contaminación de campos de labranza y de los animales- azotaron a gran parte de Europa. En muchas regiones, a miles de kilómetros, hubo lluvias ácidas, aunque con niveles de radiactividad que no causaron muertes. Muchas cosechas fueron quemadas, y miles de animales debieron ser sacrificados y enterrados.
Una vasta región quedó contaminado, y deberá pasar por lo menos un siglo para que la zona pueda ser nuevamente habitada. Al dolor de las pérdidas inmediatas  hay que sumarlo el dolor de las mujeres embarazadas: la radiactividad afectó el desarrollo de los fetos de un modo absolutamente irreparable.

DERRAME DE PETRÓLEO EN LA PENÍNSULA DE VALDEZ

Que la Naturaleza nos ha dado un mundo maravilloso es tan indiscutible como que el ser humano está empeñado en arruinarlo, Sólo en el año 97 hubo 136 derrames de petróleo en el mar. El mayor de todos ocurrió durante la llamada Guerra de/ Golfo cuando 902.000 metros cúbicos fueron vertidos en las aguas de Arabia Saudita, pero la más conocida de estas catástrofes ecológicas sucedió el 24 de marzo de 1989, cuando el buque Exxon Valdez encalló en las costas de Alaska y el derrame de crudo mató la mayor cantidad de vida silvestre que cualquier otro hecho similar, En los cuatro meses siguientes se hallaron más de 35 mil aves marinas muertas, y se estima que perecieron alrededor de quinientas mil. Por lo demás, el petróleo arruinó 1.600 kilómetros de costa, y acabó con la pesca y la caza de la región. Diez años después, la zona no se ha recuperado. Y, si se considera que el derrame del Exxon Valdez sólo ocupa el lugar cuadragésimo en cuando a su magnitud, se tendrá una idea aproximada del daño global que sufren peces, aves, plantas marinas y, por extensión, los habitantes del globo terráqueo.
En el Río de la Plata, un río ultra contaminado y con escasa vida animal y vegetal, el último derrame ocurrido el 15 de enero de 1999, cuando el Estrella Pampeana, un petrolero de la empresa Shefi, dejó escapar 4.600 metros cúbicos de crudo. Dos años antes, en febrero de 1997, el San Jorge, de Astra, derramó 7 mil metros cúbicos de petróleo.

EN LA INDIA

Fue en 1984 en la provincia india de Madhya, Pradesh. El escape de gas tóxico de la fábrica de
plaguicidas de la empresa Unión Carbíde mató a más de 10.000 personas, niños en su mayor parte, y afectó a otros 200 mil. La fabricación de ese plaguicida ya había sido prohibida en los Estados Unidos.

DESASTRES ECOLÓGICOS EN LOS ÚLTIMOS 30 AÑOS

año lugar
petróleo derramado o perdidas materiales
1970 colisión del otelo.bahia de Suecia 17 millones de galones
1973 incendio reactor brawn ferry, Alabama ,ee.uu 100 millones de dólares
1976 encalla el buque urquida en la Coruña España 33 millones de galones
1972 petróleo sea star golfo de Omán  33 millones de galones
1979 fuga de uranio de una planta secreta tennesse estados unidos 1000 personas contaminadas
1983 incendio en castillo de beliver,ciudad del cabo ,sud África 73 millones de galones
1984 fuga de gas toxico de la plaguicida  unión carbide , Bopal ,India 1000 muertos
1986 explosión de reactor nuclear, chernobyl ,Ucrania 50 muertos, nube radiactiva en Europa del este.
1987 fuga radiactiva en unidd de terapia, goiana ,Brasil 240 muertos
1988 derrame del sulfato de aluminio en el rio camelfot ,reino unido muerte de miles de peces
1989 superpetrolero irani kart 5 norte de las islas canarias 190 millones de galones
1991 incendio de pozos petroleros en la guerra del golfo, Kuwait entre 25 y 130 millones de galones
1993 rotura del braer fitulhead escocia 26 millones d galones
1998 rotura de la balsa de residuos tóxicos ,aznalcalla, España 4 millones de hectáreas anegadas con agua ácida y lodos tóxicos.

Las secuelas de Chernoby1 aún afectan a millones de,personas

Crecen los casos de cáncer de tiroides en niños La estructura que protege el reactor averiado se está resquebrajando o Persiste el impacto psicológico y económico de la tragedia Hace tiempo que las historias explosivas sobre llamas voraces y nubes radiactivas dejaron de ocupar los titulares de los diarios. Pero son más de siete millones las personas que no pueden darse el lujo de olvidar. Especialmente hoy, cuando se cumplen 15 años del día en que la ta pa del cuarto reactor de la planta nuclear de Chernoby1 saltó por los aires y, en una milésima de segundo, cambió sus vidas para siempre.
Los efectos de la radiactividad, de hecho, han superado todas las previsiones y la verdadera magnitud de los daños se va conociendo tres lustros después del peor accidente de la historia nuclear. Aun cuando la central ucraniana haya sido cerrada definitivamente en diciembre último, Europa no deja de temblar ante el peligro que suponen las grietas del 11 sarcófago" que cubre al reactor averiado, cuyas estructuras amenazan con derrumbarse y exponer un magma radiactivo de 160 toneladas.
Como si fuera poco, un informe de la ONU reveló que sólo a partir de 2016 se sabrá el número total de personas propensas a desarrollar enfermedades graves a raíz de la radiación a la que fueron expuestas. Y que las víctimas más vulnerables son los niños y bebes que aún no habían nacido en el momento de la explosión.
Es el caso que asola a la región bielorrusa de Gomel, en la frontera con Ucrania donde ya se han detectado 50.000 niños y adolescentes con cáncer de tiroides, y donde se teme que los casos de tumores y deformaciones genéticas sigan en aumento. De acuerdo con el Ministerio de Emergencias de ese país, el 80% de la población sufre problemas de salud, desde cáncer hasta deficiencias vitamínicas. No hay que olvidar ue Bielorrusia ha sido el país más castigado por el infierno nuclear que estalló en la madrugada del 26 de abril de 1986, ya que el 70% de las sustancias radiactivas liberadas ese día a la atmósfera se depositaron en sus bosques, campos, lagos y pueblos.

Secuelas psicológicas

En total, el horror de Chernoby1 contaminó más de 160.000 kilómetros cuadrados, afectó a 7 millones de personas, mató a otras miles (las cifras varían de 30.000 a 300.000), y dejó 375.000 evacuados. Además, según el Research and Development Institute of Power Engineering, su costo total alcanzaría los 358.000 millones de dólares (lo que equivale a unas 100 centrales nucleares), entre gastos de tratamiento médico, descontaminación, realojamiento de la población perjudicada (hubo que levantar de cero nuevos pueblos y ciudades) y electricidad que se ha dejado de producir.
Pero, más allá de los agujeros que la tragedia de Chernoby1 dejó en las economías regionales, de los ríos y tierras que envenenó y de las personas que asesinó, los efectos psicológicos continúan siendo hoy una de sus secuelas más dañinas.
En este sentido, la ex Unión Soviética llevó a millones de personas a desconfiar profundamente de las autoridades. Cuando, horas después de la catástrofe, la nube de combustible atómico se extendía sobre Ucrania, Rusia, Bielorrusia y partes de Europa, el Krem1in se esforzaba por ocultar lo inocultable. Sólo admitió los hechos luego de que una central sueca detectó la fuga radiactiva y dio la voz de alarma, pero para muchos ya era demasiado tarde.
Por eso, no es de extrañar que 15 años después haya gente que mire con recelo y suspicacia cualquier tipo de información pública, desde las etiquetas que aseguran que un alimento está libre de radiación hasta los estudios que garantizan que una zona está limpia de contaminación. No son pocos los que sospechan que son blanco de nuevos engaños y que creen vivir bajo peligro permanente. Algunos no quieren tener hijos. Incluso, muchas mujeres que tuvieron que mudarse de la zona de la infamia mantienen el dato en secreto por temor a que nadie quiera casarse con ellas. Millones de personas, en definitiva, aún conviven con el pánico y el trauma de Chernoby1.



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